El primero en hablar fue Víctor Basterra, sobreviviente de la ESMA e integrante del Instituto Espacio para la Memoria, quien entre otras cosas reafirmó que el homenaje es a Manuel “y a miles de secuestrados”, cuestionando el término “detenidos” porque le da legalidad a lo que fueron “secuestros, tortura, humillación, denigración extrema y por último desaparición”. Denunció la destrucción de una obra realizada por alumnos del colegio Arancibia, por parte de un grupo de la Juventud del PRO. Destacó además Basterra que el trabajo de rescate de la memoria es complementario de la búsqueda de verdad y justicia.
Luego, ya con la emoción a flor de piel, fue el turno de la abogada Verónica Quinteros, de Liberpueblo, quien representa a Teresita Castrillejos y Facundo Guerra en el reclamo por la incorporación de Manuel Guerra en los juicios contra los genocidas que actuaron en “El Atlético”. Quinteros afirmó que “Decimos presente en esta cita con el compromiso militante de mirar el futuro con las banderas de la rebeldía que la dictadura no pudo callar. Estamos aquí apoyando las crecientes luchas de los trabajadores y de nuestro pueblo en defensa de sus derechos y contra cualquier forma de represión y criminalización de la protesta.
El camino iniciado con el heroísmo de nuestro pueblo, por las madres y familiares plantados frente a la dictadura, y la resistencia antidicatorial con las miles de solidaridades que lo sostuvieron, tuvo su continuidad en estos casi 40 años de presencia en las calles en los que varias generaciones expresamos nuestra voluntad inquebrantable de conseguir castigo a los genocidas.
Con las voces de aquellos que se opusieron al golpe, que denunciaron sus crímenes, como la familia Westerkamp, que denunció el secuestro de Quebracho e identificó la patente del auto de la patota el mismo día del secuestro.
No obstante la infinidad de pruebas obrantes en el expediente ningún represor de este campo de concentración ha sido imputado por las torturas y desaparición de nuestro compañero.
El miembro de la División Prevención al Delito de la Policía Federal al que pertenecía el coche donde secuestraron a Manuel murió en el 2002 sin ser imputado en la causa.
Hasta la fecha tampoco fueron citados ninguno de los miembros de las fuerzas de seguridad que se desempeñaron junto a él. Ni los policías que liberaron la zona en Av. Las Heras y Pueyrredón.
Compañeros, debemos decir que el hecho histórico extraordinario que legitima nuestro reclamo contra la impunidad, con el dictado de la nulidad de las leyes de impunidad, de obediencia debida y punto final implicó poder aplicar las leyes penales con efecto retroactivo a delitos imprescriptibles.
Como mencionaron algunos diputados al votarla, se tiró a la basura toda la biblioteca jurídica, precisamente por tratarse de un hecho histórico y legítimo que reabrió la posibilidad de juzgar a todos los genocidas por todos los compañeros. Este logro histórico no hubiera sido posible sin la incansable lucha de más de 30 años y sin la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre.
Esta lucha sostenida por nuestro pueblo ha logrado que se realicen juicios en diferentes lugares de nuestro país con un resultado de 396 represores condenados y poco más de 1000 procesados. Este año han comenzado juicios de la ESMA en Buenos Aires, la Perla en Córdoba, y Arsenales y Jefatura de Inteligencia en Tucumán, entre los tres reúnen delitos por más de 1500 víctimas y contra 150 acusados.
Sin embargo la impunidad de la dictadura de ninguna manera ha llegado a su fin, y el caso del compañero Quebracho es una muestra de que no hay una política de Estado que tome todas las medidas necesarias para terminar con la impunidad de todos los genocidas y el reconocimiento de todas las denuncias por cada uno de los compañeros.
Tenemos que decir que los juzgados federales a cargo de las causas de lesa humanidad derivan su obligación de investigar y obtener pruebas en las familias de las víctimas. Los sobrevivientes de los campos genocidas son sometidos una y otra vez a declarar en los expedientes para probar sus torturas y detenciones ilegales y las de los otros compañeros que aún siguen desaparecidos.
Exigimos que los juicios sean contra todos los genocidas que actuaron en los campos de concentración y que se los juzgue por todos nuestros compañeros.
Es imprescindible que se abran los archivos de la dictadura que contienen la información sobre el destino de todos y cada uno de los 30.000 desaparecidos así como el destino de sus hijos. Desarmar la impunidad requiere una decisión política.
Compañeros, debemos decir que la desaparición de Julio López y el asesinato de Silvia Suppo permanecen impunes.
Compañeras y compañeros, estamos aquí en este acto para repudiar y exigir justicia por el caso de Manuel Guerra, René Salamanca, Gody Álvarez, Eugenio Cabib, Sofía Cardozo, Miguel Magnarelli y tantos otros. Estamos en este acto para exigir juicio y castigo por la desaparición de Manuel Guerra. Estamos aquí, en este gran homenaje, para seguir con firmeza sosteniendo su lucha por una Argentina sin opresión ni explotación”.
Por la Comisión de Trabajo y Consenso para la recuperación de El Atlético, María Eugenia Ursi comenzó contando que es la primera vez que se hace un homenaje a un compañero en particular de los que estuvieron secuestrados en El Atlético. Hizo la historia de cómo se encontró este centro clandestino, (que fuera destruido en 1978, en ocasión de la construcción de la autopista que hoy pasa por aquí), sobre la base del testimonio de sobrevivientes y vecinos. El Atlético formó parte del circuito de campos de concentración denominado ABO (Atlético, Banco, Olimpo), manejado por la Policía Federal al servicio del Primer Cuerpo de Ejército. Reafirmó que la construcción de la memoria es un trabajo permanente y cuentan con nuevos testimonios todos los días. Historió los actos y los atentados a las distintas expresiones artísticas, así como el proceso de excavaciones, comenzado hace más de 10 años. Muchos de los restos encontrados han servido como prueba en los juicios. Finalizó Ursi afirmando que trabajan para recordar la militancia de todos los compañeros que estuvieron en El Atlético, sabiendo de sus distintas pertenencias políticas, pero son todos “luchadores, militantes, trabajadores en la conformación de este país, por eso tomamos como propio a cada uno de ellos”.
El momento más emotivo del acto, seguido con atención y fervor por los presentes, particularmente gran cantidad de jóvenes, fue cuando hablaron Teresita Castrillejo y Facundo Guerra, compañera e hijo de Quebracho (ver aparte).