A comienzos del siglo pasado se extendía por la Capital Federal, principal centro proletario del país, y por otras localidades, el trabajo a domicilio. Esta modalidad involucraba a miles de trabajadores, principalmente a mujeres, en los rubros del vestido, el calzado, del mueble, entre otros.
Tanto fue el desarrollo del trabajo a domicilio, como los abusos de los empleadores. Principalmente, se alargaba varias horas la jornada de trabajo, y se incorporaba al mismo a menores, lo que no se podía hacer en muchas de las fábricas. Tanto fue el auge de esta modalidad que en 1918, luego de ser presentada por el bloque socialista varias veces, se aprobó la ley 10.505, que reglamentaba el trabajo a domicilio poniendo freno a la voracidad patronal. Su vigencia quedó limitada a la ciudad de Buenos Aires, y fue sistemáticamente ignorada por las grandes patronales, nucleadas en la Asociación del Trabajo.
Hoy, en medio de la pandemia del coronavirus, grandes monopolios en todo el mundo tratan de sacar ventaja del “aislamiento obligatorio” en el que se encuentran millones de trabajadoras y trabajadores.
En los rubros que no es imprescindible la presencia física del trabajador o trabajadora en la empresa o lugar de trabajo, se ha generalizado el llamado “teletrabajo”, o “home office”. Han masificado esta modalidad, empresas como Merck, PepsiCO, Whirpool, American Tower, Mercedes Benz, TGS, Danone, McDonalds, Naturgy, Prisma y GM, entre otras.
El avance de la digitalización en las comunicaciones, además de ser de gran utilidad para sobrellevar los largos períodos de cuarentena, en esta sociedad capitalista es también un gran aliado de los monopolios, que mandan a sus casas a decenas de miles de empleados, haciéndolos trabajar muchas veces jornadas que exceden por mucho las ocho horas. Una reciente encuesta muestra que en nuestro país el 42% declaró trabajar más tiempo en la casa que en su lugar de trabajo (https://www.pagina12.com.ar/256179-home-office-en-cuarentena-sin-lugar-para-el-descanso). En el caso de las mujeres, a esto hay que sumarle las tareas domésticas y cuidado de los niños, hoy encima sin clases, parte del trabajo no remunerado en esta sociedad patriarcal.
En todo el mundo ya hay ceos de grandes monopolios, como el alemán Achim Berg, líder mundial de Bitkom y del grupo de indumentaria, moda y lujo McKinsey, que ven en la digitalización la herramienta para salir de la crisis económica pos pandemia, eso sí, sobre la base de “adaptar el marco legal a las nuevas realidades”. Es decir, legalizar la flexibilización del trabajo a domicilio.
Escribe Germán Vidal
Hoy N° 1811 22/04/2020