Niños corriendo por pasillos inmundos, casillas -en su mayoría de costero y chapas de cartón- destruidas, y letrinas compartidas por más de diez familias es la realidad con la que conviven más de cien familias en Miguel Lanús, Posadas.
Por el frente de las casas pasa la civilización de la mano de Yaciretá y la costanera, millones de pesos en obras para la “bella” Posadas.
Mientras, a cientos de vecinos les cuesta, incluso, soñar. Las condiciones higiénicas del asentamiento son terribles, los pozos negros rebosan con cualquier aguacero y nadan por los pasillos los gusanos de las letrinas. Apenas pasa la lluvia, los niños vuelven al pasillo, único lugar de juegos y aunque paradójico, de alegrías.
Por el pasillo corren con sus ronchas y zarpullidos; panzuditos, a quienes se les está yendo el futuro junto con la infancia, entre hambre y caridad. Internamente corre (a veces, cuando no se tapa) una canaleta, que se transforma en un foco infeccioso del cual surgen olores indescriptibles.
Tal es la situación de abandono en que viven, nadie se acuerda de ellos, ni el agua llega a tan remoto lugar. Las autoridades no se hacen eco de tales necesidades, nadie los mira, nadie les tiende una mano, nadie se hace cargo… por eso, estos desconocidos han decidido empezar a dar a conocer sus penas.
Se están organizando para luchar por sus derechos y han programado ir a la delegación municipal de Villa Lanús para reclamar el saneamiento del barrio y la atención de sus necesidades más urgentes.
