Las mujeres y feministas de esa ciudad son estos días el motor de la marea verde mexicana. Uno de los Estados con peores niveles educativos, con índices altos de marginación y pobreza, con más de 400 municipios indígenas, donde los derechos de las mujeres no fueron durante años una prioridad, se convertía en un ejemplo para el movimiento de mujeres y feminista. Un referente de lucha para el país y también para América Latina.
Según las cifras oficiales de Salud, en Oaxaca más de 9.000 mujeres de una ciudad de 255.000 habitantes, se someten a un aborto clandestino cada año. Unas 20 mujeres han sido encarceladas por este “delito” desde 2016 y las complicaciones derivadas de este tipo de abortos ilegales son la tercera causa de muerte entre las mujeres de este Estado. La eliminación de los delitos en el Código Penal ha sido un gran paso, pero aún falta modificar la Constitución que reconoce el derecho a la vida desde la fecundación y modificar la Ley de Salud para que los hospitales garanticen este servicio de forma gratuita y eliminen la objeción de conciencia de los médicos.
La misión del movimiento organizado de mujeres ha sido informar a las mujeres en colonias, escuelas y comunidades. Muchas que habían sido violadas, no sabían que tenían derecho a acceder a un aborto. También, acompañar a quienes no podían viajar a la capital para interrumpir su embarazo —donde es legal desde 2007— y brindar defensa legal en los casos en los que, dentro de las causales, como violación o riesgo para la salud de la madre, se les negaba el servicio público.
No es una sorpresa que Oaxaca se haya convertido en referente de la lucha feminista y de las mujeres en América Latina. Este es un estado que siempre está protestando por las grandes desigualdades que existen. Recordemos el movimiento de los maestros en 2006, su batalla feroz contra el gobierno. Es un Estado en resistencia. En la batalla por el aborto legal, las oaxaqueñas han ocupado por primera vez la línea de ataque.
Hoy N° 1786 09/10/2019