El sábado 12 de julio, el Tribunal de Justicia de Río de Janeiro volvió a cumplir el papel de perro guardián de los intereses económicos de la FIFA y los monopolios que se benefician con este Mundial, avalados por el gobierno de Dilma Rousseff. El juez Flávio de Oliveira Itabaiana, en una actitud dictatorial, emitió 60 órdenes de detención, registro e incautación a militantes que vienen protestando contra el deterioro de la situación social en Brasil.
El sábado 12 de julio, el Tribunal de Justicia de Río de Janeiro volvió a cumplir el papel de perro guardián de los intereses económicos de la FIFA y los monopolios que se benefician con este Mundial, avalados por el gobierno de Dilma Rousseff. El juez Flávio de Oliveira Itabaiana, en una actitud dictatorial, emitió 60 órdenes de detención, registro e incautación a militantes que vienen protestando contra el deterioro de la situación social en Brasil.
Entre los detenidos hay estudiantes, maestros y periodistas. A 26 de ellos los han condenado a cinco días de reclusión en el complejo penitenciario de Bangu. Algunos de estos militantes ya habían sufrido la cárcel luego de las manifestaciones en la víspera del primer partido de la Copa del Mundo.
El jefe de la policía de Río de Janeiro justificó las detenciones en una supuesta “conspiración de vándalos”, y acusó de “terroristas” a los jóvenes que tiran piedras en las marchas, como si éstos fueran a impedir la final de la Copa.
Como denuncia el PCR do Brasil, esto es un avance de la fascistización de la sociedad, y evidencia que, a 30 años del fin de la dictadura militar siguen incrustados en la justicia representantes del autoritarismo reaccionario, y los batallones de uniformados avanzan en la represión al pueblo.
