Todo el norte de África, el Oriente Medio, la península arábiga y el Golfo Pérsico siguen retemblando al calor de la lucha de los pueblos árabes contra los regímenes proimperialistas, que al golpear a éstos objetivamente adquieren un carácter antiimperialista. La intervención militar en Libia trata de evitar que la caída del régimen de Gadafy implique una pérdida de su dominio sobre la riqueza petrolera de ese país, desnudando ante el mundo el verdadero carácter del capitalismo imperialista.
Yemen
En Yemen, en lo que fue la mayor manifestación desde que empezaron las protestas, el viernes 1 de abril cientos de miles de yemeníes salieron a las calles en varias ciudades para pedir la renuncia del presidente, Ali Abdullah Saleh, en el poder desde hace 32 años. Muchas mezquitas de Saná, la capital del país, cerraron las puertas, un hecho sin precedente para un viernes.
La multitud volvió a desafiar la bestial represión del régimen, a dos semanas de que las fuerzas de seguridad asesinaron a tiros a más de 50 manifestantes en esa ciudad.
Tras los asesinatos del viernes 18 de marzo, altos mandos militares, legisladores, ministros del gabinete, diplomáticos y gobernadores provinciales abandonaron el gobierno y se pasaron a las filas de la oposición, aumentando el aislamiento del presidente. Oficiales del ejército anunciaron públicamente su solidaridad con los manifestantes y la “revolución pacífica”, mientras el jefe de la 1ª División Blindada envió soldados para proteger a los manifestantes.
El presidente asesino Saleh alegó que los jóvenes que protagonizan las protestas son víctimas “de viejos partidos políticos con viejas agendas”: el marxismo, Al Qaeda y el islámico Houthi. Pero los manifestantes mantienen su llamamiento a poner fin a las tres décadas de dictadura de Saleh. Uno de sus dirigentes, Adel Al-Surabi, subrayó: “No somos dirigidos por ningún partido político ni agenda exterior. Somos jóvenes independientes y tenemos claras nuestras demandas”.
El reclamo de renuncia del presidente es el corolario político del antiguo descontento por la corrupción oficial y la desocupación. Después de 32 años en el poder, Saleh hizo algunas concesiones: reestructuró el gabinete y prometió que no se volvería a postular para el puesto ni designaría a su hijo para sucederle. Al mismo tiempo intenta digitar el posible sucesor en beneficio propio.
Siria
En otro viernes de ira en el mundo árabe, miles de sirios participaron el 1 de abril en manifestaciones que fueron reprimidas du- ramente por el gobierno del presidente Bashar al-Assad y dejaron un saldo de por lo menos nueve muertos y cientos de heridos.
Los movimientos opositores sirios habían convocado a una jornada nacional de protestas en todo el país, llamada el Viernes de los Mártires, para recordar a los manifestantes muertos en las últimas dos semanas de represión.
La mayor manifestación ocurrió en Deraa, una ciudad agraria situada al sur, donde unas 5.000 personas tomaron las calles cantando “queremos libertad” y “la sangre de los mártires será cara”. Según la agencia de noticias AFP, murieron seis personas por los disparos de los francotiradores. Otras agencias hablaban de diez muertos.
En Douma, situada 15 kilómetros al norte de la capital, fallecieron otras tres personas. Según el relato de un testigo, los manifestantes salieron de una mezquita tras la oración semanal y empezaron a lanzar piedras contra los policías, que respondieron con balas.
Por primera vez desde el inicio de las protestas, el 15 de marzo, hubo manifestaciones contra el gobierno en la región de mayoría kurda, situada en el norte del país.
El gobierno reconoció que hubo concentraciones, pero aseguró que “no hay fricción” entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes. Según organismos defensores de los derechos humanos, se estima que hasta más de 100 personas podrían haber muerto desde que comenzaron las protestas, que fueron reprimidas violentamente.
En el descontento de la población siria con el régimen de Bashar Assad se entrecruzan problemas históricos, políticos y religiosos. Derrotado el Imperio Turco en la 1ª Guerra Mundial, Siria fue convertida en “protectorado” de la Francia imperialista. El régimen colonialista se apoyó en la minoría chiíta alaui para oprimir a la inmensa mayoría sunita.
Después de la 2ª Guerra Mundial la pugna imperialista por el control de Siria se tradujo en una sucesión de golpes de Estado: el de 1970 encaramó en el poder al hasta entonces ministro de defensa Hafez Assad, padre del actual presidente, quien con el respaldo del socialimperialismo soviético (que para entonces ya había convertido al partido oficialista, el nacionalista árabe Baaz, en una dependencia de Moscú) instauró una dictadura –enfrentada a los yanquis y al expansionismo israelí pero también a la hermandad musulmana– que duró hasta su muerte en 2000.
Tras la desintegración de la URSS en 1990 Assad se acercó a los Estados Unidos y colaboró en la guerra de agresión de Bush contra Irak. Con los 10 años de presidencia de Bashar, la “dinastía” Assad lleva 40 años en el gobierno.
Jordania
El viernes 1 de abril miles de personas se manifestaron pacíficamente en la capital, Amman, para exigir la dimisión del primer ministro, Maruf Bajit.
Bahrein
En este reino isleño del Golfo Pérsico, base de la 5ª Flota yanqui, tras la oración musulmana del viernes, desafiando el estado de emergencia, miles de personas volvieron a salir de las mezquitas en las ciudades chiítas a manifestar contra la dinastía gobernante sunita que los oprime. Además de prohibir las marchas, el gobierno “importó” una fuerza militar liderada por Arabia Saudita para reprimir las manifestaciones.
Las fuerzas represivas dispararon gases y balas de goma contra los manifestantes anti-gubernamentales asesinando a una persona. El gobierno se negó a permitir una investigación internacional sobre las muertes de manifestantes durante el mes de movilizaciones.
Arabia Saudita
Cientos de manifestantes chiítas marcharon en la provincia oriental de este reino petrolero exigiendo la libertad de los presos políticos y la vuelta de las tropas saudíes enviadas a reprimir a los chiítas de Bahrein.