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02 de October de 2010

Tres muertes por gatillo fácil en Bariloche; amenazas de cárcel al pueblo de Gualeguaychú; procesos a trabajadores de Kraft, docentes de Río Negro y Tierra del Fuego, y desocupados de Misiones; aprietes mafiosos a dirigentes populares en Rosario y en Chaco.

Disfraz progre, para hambre y represión

Anticipo Hoy 1323 edición del miércoles 23 de junio de 2010

1. Represión y pueblada en Bariloche
Lo que ocurrió con la represión asesina en Bariloche no es un hecho aislado en el país. Cuando el poder toma la decisión de reprimir abiertamente –como ya ocurrió en el desalojo de Kraft o a los desocupados de la CCC en Misiones–, sabe que está usando a policías en las que se entrelazan los grupos que vienen de la dictadura, con los de las mafias de la trata, la droga, la prostitución, etc. Por eso, otras veces el poder se oculta atrás de grupos parapoliciales, como en quema de la casa de la dirigente de la CCC de Las Palmas (Chaco), de dirigentes del PCR en Comodoro Rivadavia, del dirigente de FAA Eduardo Buzzi, o la patoteada a Alfredo De Angeli. No son “daños colaterales”. Después de 27 años de gobiernos constitucionales y 7 años de kirchnerismo, en una provincia gobernada por un radical K, el aparato represivo de hoy es del gobierno kirchnerista.
La represión asesina en Bariloche es una consecuencia inevitable de la decisión K de criminalizar la protesta popular. La cabeza del poder nacional, el gobierno K, ha transformado a un corte de ruta como el de Gualeguaychú en un acto “de sedición”, que “atenta contra la democracia”, etc.
Es la verdadera cara que el gobierno esconde tras su doble discurso. La conocen muy bien los santacruceños.
Tampoco es un hecho aislado en el país la pueblada con la que la población respondió a la represión asesina. La policía que asesinó a Diego Benefoi de 15 años con un tiro en la nuca, a Nicolás Carrasco (17) y a Sergio Cárdenas (29) es la del gobernador K Saiz, que es parte de la fuerza gobernante en el país. A los obreros de la Kraft que ocuparon la fábrica defendiendo sus puestos de trabajo represión y 60 juicios; a la policía rionegrina que ataca a la población a sangre y fuego, nada; y nada a las autoridades que ordenaron la represión o la dejaron actuar. Autoridades, provinciales y nacionales, tan rápidas cuando quieren, miraron para otro lado cuando en Bariloche corría la sangre de jóvenes.
Por eso tronó la pueblada. Es el camino del 2001 con el Argentinazo, cuando se exigió ¡qué se vayan todos! Pero no se fue ninguno, siguieron más o menos con las mismas políticas y los mismos métodos. Y después “se sorprenden” porque las brasas del Argentinazo vuelven a encenderse cuando los hechos hacen brotar el odio y la bronca acumulados por el hambre, la miseria, la represión, la mentira, la corrupción, y todo eso que el nuevo pasquín del kirchnerismo, Tiempo Argentino, descubre “en Sudáfrica” y “no lo ve” en “el otro” Bariloche, a pocas cuadras de los hoteles 5 estrellas.
Por fuera de las instituciones oficiales está la multisectorial que une a gremios, fuerzas sociales, ambientalistas y políticas, reunidas en asamblea permanente, que tomó en sus manos la lucha, exigiendo el castigo a los responsables materiales y políticos de los asesinatos.

2. Gualeguaychú es Fuenteovejuna
Cuando la Asamblea Ciudadana Ambientalista de Gualeguaychú decidió negociar con el gobierno y colocarse al costado de la ruta, liberándola por 2 meses, los Kirchner festejaron en Olivos, con una valoración muy apresurada de los hechos.
No tuvieron en cuenta que esa Asamblea, sin la presencia de ninguna autoridad institucional, sólo con la representación del pueblo, mantuvo en vilo a dos gobiernos, el de la Argentina y el de Uruguay, y les impuso un plazo.
No solo eso. La Asamblea decidió autoincriminarse en el infame juicio penal impulsado por el gobierno. El kirchnerismo no enjuició a Videla y Martínez de Hoz y demás golpistas de marzo del 76 por sedición, pero sí acusa de ese delito a dirigentes de Gualeguaychú.
El escritor español Lope de Vega inmortalizó en su obra, Fuente Ovejuna, la rebelión de un pueblo contra la brutal autoridad feudal del comendador: atacó su castillo y lo ajustició. Se juramentaron, y ante los intentos de castigo, a la pregunta: “¿Quién mató al comendador?”, todos respondían “Fuente Ovejuna, señor”, lo que hizo imposible el castigo.
Hoy Gualeguaychú es Fuenteovejuna. Miles de firmas le responden al infame juicio K: en Gualeguaychú, señora Cristina K, todos somos culpalbles de defender la vida y la soberanía de nuestro pueblo. Un ejemplo nacional.
La causa del pueblo de Gualeguaychú es una causa federal. El gobierno nacional K pretende imponer una decisión que va contra el pueblo entrerriano. El gobierno argentino canjeó el no veto a Néstor K como secretario del Unasur a cambio del levantar el corte en Gualeguaychú.
Es, también, una causa nacional: la defensa del pueblo y la Nación Argentina a impedir que un monopolio envenene nuestras aguas.
Y además, es una causa latinoamericana, como sostiene el pueblo uruguayo, principal perjudicado por los negociados de sus gobiernos con monopolios que, por decisión de sus países imperialistas, traen a nuestra región tecnologías prohibidas por sus consecuencias tóxicas.
La democracia directa del pueblo de Gualeguaychú, nacida en la lucha, es un ejemplo de democracia grande a la que acude el pueblo cuando cala que las instituciones del Estado oligárquico-imperialista son, en realidad, instrumentos para su opresión. Por eso brota esa democracia grande en los cuerpos de delegados de las fábricas, en los pueblos agrarios, en las multisectoriales y coordinadores para la lucha social, nacional y democrática. Y vaya si es fuerte que tuvo sin dormir a dos gobiernos.
La Argentina es así. Están las grandes luchas obreras de portuarios y telefónicos de la Capital Federal, de la Papelera Quilmes, de campesinos pobres, originarios y chacareros, de los secundarios porteños que conmovieron el centro de la ciudad. Y una y otra vez aparecen los estallidos de bronca, y brotan las organizaciones de la democracia grande que unen los afluentes de la lucha social y política de las masas. Así se acumulan fuerzas para conquistar un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático, que abra el camino a la liberación nacional y social.