El 11 de marzo fue desaparecido en San Vicente, provincia de Buenos Aires cuando se dirigía a la casa de un conocido, Luis Alberto Ramos, por una oferta laboral. La policía bonaerense tomó la denuncia tarde (recién al pasar cuatro días de su desaparición) y demoró en caratularlo como “desaparición de persona”, según cuenta su hermana. Se realizaron cinco allanamientos y una serie de rastrillajes en las zonas aledañas al lugar donde sucedió el encuentro entre Tehuel, Luis Alberto Ramos y Oscar Montes. Estos últimos son los principales sospechosos de la desaparición del joven, actualmente detenidos, pero negándose a declarar. Las pruebas, hasta el momento, son los restos quemados del celular de Tehuel y la campera que llevaba ese día, hallados en el domicilio de Ramos.
La comunidad LGBT+ se organizó desde el primer momento y seguimos exigiendo su búsqueda. El Ministerio de Seguridad ofreció una recompensa de más de un millón de pesos a quien aporte datos para dar con el paradero de nuestro compañero.
Es importante decir que Tehuel es un varón trans y que su desaparición está relacionada íntimamente con su identidad de género.
La constante invisibilización de nuestras identidades y su criminalización, evidencian que lo que pasó con Tehuel no es un caso aislado, es un reflejo de la violencia sistemática a las que nos vemos expuestos las diversidades y en particular la comunidad trans. El sistema determina que “ser trans es malo y por eso nos pasan estas cosas”, dando a entender que lo merecemos por ser quienes somos.
Tehuel vivía de vender “bolitas” en el parque y hacer changas. Estaba emocionado por la posibilidad de conseguir un trabajo más estable, comenta su familia. Esta es la situación de muchos jóvenes hoy en día, situación que recrudeció la pandemia y que la particularidad de nuestra identidad de género dificulta aún más. Nos vemos obligados a ocultarla, soportar los maltratos o no tener siquiera la posibilidad de que nos tomen en los laburos. La falta de oportunidades laborales sumado al despojo de la educación y la expulsión de nuestros hogares, nos empuja a vivir o sobrevivir en la pobreza, enfrentar constantes desalojos y a la prostitución como la única posibilidad para la mayoría.
La violencia hacia las personas travestis-trans-no binarias son moneda corriente. Durante 2020 se produjeron 152 crímenes de odio contra la comunidad LGBT+ en Argentina, de los cuales el 84% de los casos (127) corresponden a mujeres trans.
La falta de cumplimiento de la Ley de Identidad de Género, del reconocimiento legal de nuestra identidad, dificulta nuestra búsqueda y nos impide denunciar los crímenes que se comenten contra nosotras y nosotros.
Por todas estas violencias, nuestra esperanza de vida es corta (39 años según estadística del 2019). El acercamiento a espacios por fuera de nuestro colectivo y nuestra exposición en la vía pública, nos expone al constante hostigamiento. Aproximarse incluso a la fila de un comedor son instancias difíciles de sortear.
Por eso es muy importante el desarrollo de la perspectiva de género que se viene gestando en las organizaciones sociales, estudiantiles, culturales y políticas; el desarrollo de la ESI y el trabajo realizado por las promotoras y promotores de género en el territorio.
Es crucial para dar contención y seguridad a todes quienes necesiten y es clave para el fortalecer las luchas de todas, todos y todes los que estamos oprimidos por este sistema, para avanzar en transformaciones profundas que nos permitan vivir libremente en un país liberado.
El cupo laboral travesti trans para la administración pública nacional que decretó el gobierno en 2020 y normativas similares que se aprobaron en algunas provincias, son un paso importante para la inclusión. A su vez, necesitamos en una ley de cupo laboral travesti-trans, que dé garantías y un marco legal necesario pare revertir nuestro “destino”. Exigimos que aparezca Tehuel con vida y se investiguen los hechos de su desaparición.
Hoy N° 1861 28/04/2021
