De pronto el mundo se encuentra conmovido por una epidemia que amenaza con extenderse. Pero no es nueva. El virus del ébola se detectó por vez primera en 1976 en dos brotes ocurridos en Nzara (Sudán) y Yambuku (República Democrática del Congo), en aldeas cercanas a la selva tropical.
De pronto el mundo se encuentra conmovido por una epidemia que amenaza con extenderse. Pero no es nueva. El virus del ébola se detectó por vez primera en 1976 en dos brotes ocurridos en Nzara (Sudán) y Yambuku (República Democrática del Congo), en aldeas cercanas a la selva tropical.
Hasta el momento no hay tratamiento específico ni vacuna para las personas ni los animales aunque, saltando las etapas de aprobación, podría surgir una vacuna (en principio curativa y no preventiva).
Las medidas de bioseguridad y biocustodia
Se han notificado casos de transmisión al personal sanitario en situaciones en las que no se habían adoptado medidas apropiadas de bioseguridad.
Los trabajadores sanitarios deben aplicar medidas de Bioseguridad de Nivel 4 por considerarse que el virus se ubica en las características de Grupo de Riesgo 4 de la OMS (“Agentes patógenos que suelen provocar enfermedades graves en el ser humano o los animales y que se transmiten fácilmente de un individuo a otro, directa o indirectamente. Normalmente no existen medidas preventivas y terapéuticas eficaces”).
Es importante destacar que, en Argentina, sólo el Instituto Malbrán tiene un laboratorio de nivel de bioseguridad 3 con una pequeña parte de Bioseguridad 4. Para animales, el único laboratorio de Nivel 4 es el del Senasa. Esto es así porque la construcción y mantenimiento de esas estructuras es caro pero, principalmente, porque este tipo de laboratorios de Bioseguridad 4, está restringido en países dependientes como el nuestro porque es una tecnología imprescindible para el desarrollo de armas biológicas. Las potencias aplican, en este caso, el mismo criterio que para la bomba atómica: ellas los tienen e impiden que los países sometidos también las tengan y, así, queden indefensos.
Si bien no hay transmisión por el aire, la OMS aconseja usar protección adecuada si se tiene contacto estrecho con pacientes (menos de un metro).
Es necesario un estricto cumplimiento de normas de bioseguridad y de biocustodia en el transporte de especímenes de diagnóstico y en la gestión estricta del los mismos. Lo anterior vuelve a destacar la necesidad de que Argentina tenga estructuras de todos los niveles de complejidad y bioseguridad para defenderse de la entrada de material biológico peligroso, ya sea de manera accidental como intencional. Es un tema de Defensa Nacional.
En la página del Ministerio de Salud de la Nación existen indicaciones sobre el protocolo a seguir ante un caso posible. Allí se establecen los centros preparados para actuar y los pasos a seguir, así como medidas generales de prevención. Sin embargo, la situación de carencias edilicias, estructurales, de insumos y medicamentos hace dudar de su efectividad.
Causas sociales de la enfermedad
Cabe preguntarse cuáles son los factores que han provocado esta emergencia por virus ébola. En un editorial recientemente publicado en The Lancet Infectious Diseases, el 15 de agosto pasado, se señalan dos importantes factores a tener en cuenta:
a) “la fragilidad de los sistemas sanitarios de los países afectados”, lo que, unido a que la enfermedad apenas se había presentado en esos territorios y por lo tanto existía poca preparación para identificar y manejar los primeros brotes, provocó un retraso en la respuesta frente a esta crisis sanitaria. Ello determinó que ésta no se pudiera contener con eficacia, ni se pudiera evitar la posterior expansión de la enfermedad, especialmente hacia las grandes ciudades. La descripción anterior elude definir porqué la salud es un derecho no cumplido para la mayoría de los habitantes del planeta. Y porqué la mayoría de ellos son los más pobres.
Todos los expertos coinciden en señalar que el desarrollo de la infraestructura de salud pública en la región es vital para prevenir los futuros brotes de enfermedad por virus ébola. Es la carencia de sistemas sanitarios apropiados lo que convierte al ébola en un riesgo sanitario de importancia, precisamente en aquellas poblaciones sin acceso a medios sanitarios adecuados. En particular, en el reciente comentario publicado en Emerging Microbes and Infection (revista “filial” de Nature para el área de las enfermedades infecciosas emergentes) por su editor en jefe, Hans-Dieter Klenk, se señalan los brutales efectos de las carencias sanitarias de los países más afectados, donde los hospitales se perciben, en algunas ocasiones, como “trampas mortales“. Recién ahora cuando el ébola se convierte una amenaza de los países centrales hay preocupación en el descubrimiento de medicamentos y vacunas. Hasta ahora no importó. Tal vez porque ahora pueda ser un buen “negocio”.
b) El segundo motivo que apunta el editorial es la “mejora de las carreteras“, que habría permitido a la enfermedad expandirse más rápido. Este segundo factor, enunciado escuetamente por The Lancet, merece ser profundizado. Las carreteras fueron construidas para explotar las riquezas de esos países por monopolios internacionales (de todo color) y no contribuyeron a mejorar el nivel de vida de sus habitantes. Peor aún, contribuyeron a la deforestación y a la relación de animales salvajes (más concentrados en las áreas selváticas restantes) y sus enfermedades con los humanos más indefensos. Las conmociones sociales afectan a los más pobres.
No podemos dejar de transcribir lo expresado por Miguel Ángel Jiménez Clavero en el portal Mi+d: “Poner el beneficio económico por encima de cualquier otra consideración tiene efectos perversos como este, efectos que, a la vista está, no soluciona la simple acción de los mercados. Una explotación más racional, que retorne la parte que corresponda del beneficio obtenido con los recursos naturales de estos países y los dedique a infraestructuras sanitarias y de otro tipo, sería no solo más deseable, sino también más justo. Paliar los efectos de plagas como el ébola no es una cuestión simplemente económica, es una cuestión ética y de humanidad y nos concierne a todos.”
Aprender de las experiencias negativas
El ingreso de la epidemia a través de viajeros en EEUU y, particularmente, en España demuestra que no basta con redactar un protocolo de acción. Es necesario su estudio detallado, el entrenamiento intenso del personal, la comprobación en la práctica y, frecuentemente, solucionar las carencias presupuestarias y de profesionales y técnicos que repercuten en el éxito de las medidas. Y, sobre todo, mejorar las condiciones de vida.
Es un hecho el incumplimiento de normativas por la desidia de quienes subestimaron al ébola porque pensaban que se restringiría a su lugar de origen. Esto expresa dos actitudes criticables: el desprecio hacia los habitantes más pobres de las zonas más pobres del planeta y el incumplimiento del derecho a la salud de la población.
La revista The Lancet publicó, el 8 de octubre, un editorial al respecto. Conviene transcribir algunos párrafos: “Con más de 3.000 muertes desde que el primer caso fue confirmado en marzo de 2014, y después de meses de calma y respuestas fragmentadas, la comunidad internacional reconoce al ébola como una emergencia de salud pública de importancia internacional y una clara amenaza a la seguridad sanitaria mundial. (…) A pesar de los esfuerzos, el ébola está por delante de ellos. En tal situación, aunque es comprensible enfocarse en las acciones urgentes, sería un error no reflexionar sobre cómo llegamos a esta situación y lo que tenemos que hacer para evitar que se repita.”
En España se han difundido denuncias del personal del Instituto Carlos III. En este centro de salud, en el que el gobierno español resolvió de urgencia la internación de los pacientes con ébola, sólo meses antes fue desmantelado un piso que era el centro de referencia regional para la atención específica de casos de infección por virus productores de fiebres hemorrágicas. Aquí se pone en evidencia como el ajuste ante la crisis lo pagan los que no la provocaron.
En nuestro país las carencias de insumos, de medicamentos y de estructuras sanitarias adecuadas nos deben poner en alerta para evitar la repetición de errores y muertes evitables.
En los últimos días, la Cámara de Droguerías e Insumos Médicos (Cadim) alertó por la escasez de agujas, jeringas y llaves de tres vías. En los hospitales de Río Negro y Neuquén los médicos también aseguran tener problemas con la falta de jeringas y bolsas para contener sangre. Claudio Ortiz, director de Hospitales, Pcia. de Bs. As., reconoció los problemas de abastecimiento, y admitió que en algunos hospitales están “al límite”.
El ébola u otros emergentes pueden poner en evidencia, dramáticamente, carencias que se deben resolver y que afectan cotidianamente a millones que mendigan la atención sanitaria a la que tienen derecho. Un pueblo frágil en su salud está indefenso ante quienes quieran oprimirlo. Esto es parte, también, de la indefensión nacional.