El viernes 11 de agosto, miles de neonazis y partidarios de la “supremacía blanca” en Estados Unidos, incluido el nefasto Ku Klux Klan se reunieron en la ciudad de Charlottesville. El objetivo era marchar el sábado a un acto convocado con el lema “Unir a la derecha”, e impedir que retiren de un parque una estatua del general Robert Lee, quien dirigió las fuerzas de la Confederación que durante la guerra civil yanqui pretendían perpetuar la esclavitud.
El viernes 11 de agosto, miles de neonazis y partidarios de la “supremacía blanca” en Estados Unidos, incluido el nefasto Ku Klux Klan se reunieron en la ciudad de Charlottesville. El objetivo era marchar el sábado a un acto convocado con el lema “Unir a la derecha”, e impedir que retiren de un parque una estatua del general Robert Lee, quien dirigió las fuerzas de la Confederación que durante la guerra civil yanqui pretendían perpetuar la esclavitud.
El mismo viernes por la noche comenzaron los enfrentamientos con grupos antifascistas, y el sábado los “supremacistas”, ante la total pasividad de la policía atacaron las columnas de estudiantes, sectores religiosos y organizaciones sociales. Uno de estos neonazis embistió con su coche a la manifestación, matando a una mujer e hiriendo de gravedad a otras personas. Heather Heyer tenía 32 años y era asistente legal. El conductor del vehículo es un joven de 20 años, que fue detenido por la policía gracias a la presión popular.
Muchos de los derechistas estaban armados con rifles y pistolas, y hubo enfrentamientos a trompadas, con varios heridos. La masividad de los contramanifestantes logró la retirada de los supremacistas del parque. La gente coreaba: “Escoria nazi fuera de nuestras calles”, “No a Trump, no al KKK, no a un Estados Unidos fascista”, y “La vida de los negros importa”.
Luego de los ataques de los supremacistas, el presidente Trump declaró que estaba contra la “violencia de muchos lados”, en una versión yanqui de la “teoría de los dos demonios” conocida en nuestro país. Esto fue un más o menos velado apoyo a los sectores de la derecha, lo que levantó una nueva ola de indignación contra Trump y su gobierno. Trump, con el cinismo que lo caracteriza, se lamentó que la gente ataque “hermosas estatuas”.
El miércoles 16, un funeral cívico en homenaje a Heather Heyer en un teatro de Charlottesville se transformó en un gran acto antirracista. La madre de Heather, Susan Bro, destacó que a su hija quisieron silenciarla, pero “¿saben qué? Su legado recién comienza”.
Mientras la ultraderecha se moviliza en otras ciudades, distintas organizaciones antifascistas, clérigos de la comunidad negra y muchos sectores se vienen manifestando como ocurrió en Boston el domingo 20, donde 15 mil manifestantes impidieron una concentración de derechistas, y crece el enfrentamiento con el gobierno de Trump.