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15 de October de 2025

Una pueblada nacional que cambió la historia

El 17 de octubre de 1945

Realizamos este artículo sobre la base de la Historia Argentina, Tomo IV, págs. 75 a 80, escrita por el camarada Eugenio Gastiazoro, quien fuera director de nuestro semanario hasta su fallecimiento en noviembre del 2022.

Con el crecimiento industrial, cientos de miles de obreros rurales y campesinos pobres se incorporaron a las fábricas, trayendo consigo experiencias de hambre y luchas contra la opresión terrateniente e imperialista. La clase obrera creció en organización y fuerza: los obreros sindicados pasaron de 80.000 en 1943 a 500.000 en 1945.

Era presidente el general de brigada Edelmiro J. Farrell, quien había asumido ese puesto a comienzos de 1944, tras la renuncia del general de división Pedro Pablo Ramírez, quien encabezó el golpe del 4 de junio de 1943 que desalojó del gobierno a conservadores y radicales antipersonalistas, liderado por el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), al que pertenecía el por entonces coronel Perón.

Otto Vargas, primer secretario general del PCR, analizando la composición del GOU, decía que ya en 1944 había documentos “en los cuales el PC de Argentina diferencia, en el seno del grupo de oficiales que dirige el gobierno dictatorial del 43, un sector nazi de un sector nacionalista que tiene alianzas con aquél sin ser nazi” en el que estaba Perón. ¿Ha muerto el comunismo? El maoísmo en la Argentina. Conversaciones con Otto Vargas. Pág. 182.

Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, el coronel Perón impulsó una organización sindical fuerte, basada en la conciliación de clases y subordinada al Estado, y promovió comités de apoyo en todo el país.

Perón levantó la bandera de la justicia social, logrando que el gobierno militar otorgara mejoras sociales: conquistas salariales, aguinaldo, jubilación, convenios colectivos, vacaciones pagas, rebaja y congelación de alquileres, Estatuto del Peón. Estas reivindicaciones habían sido objeto de luchas por el movimiento obrero durante décadas.

Perón también se dirigía a los peones rurales y pobres del campo, señalando que “el problema argentino está en la tierra”, que “no debe ser un bien de renta, sino de trabajo”. Con esta política, el avance de sectores nacionalistas de las Fuerzas Armadas y el apoyo de intelectuales y empresarios antibritánicos y antiestadounidenses, cambió el escenario político nacional. La burguesía nacional (principalmente industrial) acumuló fuerzas y disputó la hegemonía a los sectores oligárquico-imperialistas, que buscaron sacar a Perón con el apoyo del embajador estadounidense Spruille Braden.

Los dirigentes de los partidos Radical, Conservador, Socialista, Demócrata Progresista y Comunista y fuerzas gremiales convocaron a la “Marcha de la Constitución y la Libertad”, reclamando la destitución de Perón y el paso del gobierno a la Corte Suprema, con apoyo de grandes diarios, la Sociedad Rural, la Unión Industrial y la embajada norteamericana. El 19 de septiembre de 1945, este frente opositor mostró su fuerza en esa marcha.

En octubre, un sector del ejército exigió al presidente Farrell separar a Perón de sus cargos, evidenciando fractura en las Fuerzas Armadas. El 8 de octubre, un comunicado oficial anunciaba la renuncia del coronel Perón a sus cargos de vicepresidente, ministro de Guerra, y secretario de Trabajo y Previsión. El gabinete de Farrell renunció convocando a elecciones para abril de 1946. El general Avalos asumió como ministro de Guerra y desmontó el aparato peronista en el gobierno, mientras Perón era detenido y llevado a la isla Martín García. Una movilización de capas medias y altas reclamaba la entrega del gobierno a la Corte.

Entre los trabajadores creció la conciencia de que la ofensiva contra Perón y su arresto abrirían paso a un gobierno oligárquico y a la pérdida de conquistas sociales. Un sector nacionalista del ejército buscaba reagruparse para contragolpear. La sociedad se dividió entre quienes apoyaban o rechazaban a Perón.

El 15 de octubre la FOTIA declaró huelga general en Tucumán, al igual que sindicatos en Rosario que reclamaron la libertad de Perón. Berisso fue “copada” por obreros de la carne, y lo mismo ocurrió en otras localidades del sur bonaerense. El 16, ferroviarios de Tafí Viejo abandonaron los talleres exigiendo la libertad de Perón.

Presionada por la agitación obrera, la CGT declaró paro general para el 18, en defensa de las conquistas sociales, sin plantear la libertad de Perón. La huelga se decidió en medio de una gran polémica entre dirigentes sindicales vinculados a Perón y los opositores (del PC y el Partido Socialista), que identificaban a Perón con el nazismo coincidiendo con la embajada norteamericana y los sectores oligárquicos.

Pero los paros que iban realizando algunos gremios, la efervescencia existente y el accionar de los activistas durante los días previos hicieron que varios sindicatos en el Gran Buenos Aires declararan por su cuenta la huelga general, pasando por encima de la dirección de la CGT. La huelga y la puesta en movimiento de las masas proletarias se inició el 17 a primera hora. Se destacaron Cipriano Reyes entre los obreros de la carne y el coronel Mercante en ferroviarios. Columnas de trabajadores marcharon a La Plata y luego a Buenos Aires, paralizando el transporte y enfrentando a instituciones oligárquicas. La huelga se generalizó y millares de personas, hombres, mujeres y niños se encolumnaban hacia Buenos Aires vivando al coronel Perón.

A media mañana, columnas obreras cruzaban el Riachuelo hacia Plaza de Mayo, sumándose trabajadores de barrios populares porteños. El aparato estatal estaba dividido; parte del ejército y la policía apoyaba a Perón, otra quedó neutralizada, y el sector antiperonista fue desbordado por la movilización. La pueblada alentó a militares nacionalistas, que tomaron posiciones clave. Vernengo Lima sublevó la Marina contra Perón, pero quedó aislado.

Entrada la noche, Perón fue liberado y presentado en los balcones de la Casa Rosada ante una multitud. Farrell anunció la aceptación de la renuncia de Perón y el adelantamiento de las elecciones para febrero de 1946.

La pueblada del 17 de Octubre, hegemonizada por la burguesía nacional, no solo abrió paso al triunfo del proyecto nacionalista y reformista-burgués que encarnaba el peronismo. También reafirmó el camino de las “puebladas”, el de la Revolución de Mayo de 1810 y el de las insurrecciones radicales de 1890. Camino reiniciado luego, en otras condiciones históricas, con el Cordobazo de mayo de 1969 y, ya en el siglo XXI, con el Argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001.

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María Bernabitti y los obreros del Swift de Berisso

María Bernabitti de Roldán era trabajadora del Frigorífico Swift en Berisso. En los años ‘40 se sumó a las huestes sindicales de Cipriano Reyes.

La mañana del 17 de octubre de 1945, María había sido echada del frigorífico, donde era delegada y tenía la entrada prohibida. Con Perón preso hacía cinco días, y convencida de que había que movilizarse “a Buenos Aires”, se decidió a entrar, ya que el resto de los delegados estaban presos y los tenían incomunicados en una dependencia de la Prefectura, en el puerto.

Bernabitti armó con su marido y otros compañeros una distracción en la puerta del frigorífico “Agárrense a las piñas”, y aprovechó para entrar. “¡Lo van a matar a Perón, ¿qué están esperando?! – iba diciendo, sección por sección -. ¡Tenemos que ir a Buenos Aires!”.

Así arrancó la histórica movilización con una marea obrera que salió del frigorífico, con Natalia María Bernabitti de Roldán, entonces de 37 años, al frente. El resto es parte de la historia.

 

hoy N° 2081 15/10/2025