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11 de October de 2017

En 1945, la Argentina vivió uno de sus momentos claves de la historia, con la irrupción del proletariado como una fuerza decisiva en la política nacional. Del Programa del Partido Comunista Revolucionario, aprobado por su 12 Congreso (Junio de 2013) extractamos esta nota.

El 17 de Octubre de 1945

Una pueblada nacional que cambió la historia

Con el crecimiento industrial [de inicios de la década de 1940, durante la Segunda Guerra Mundial] se incorporaron a las fábricas cientos de miles de obreros rurales y campesinos pobres provenientes de las zonas más oprimidas de la Argentina y de países vecinos.

Con el crecimiento industrial [de inicios de la década de 1940, durante la Segunda Guerra Mundial] se incorporaron a las fábricas cientos de miles de obreros rurales y campesinos pobres provenientes de las zonas más oprimidas de la Argentina y de países vecinos.
Se incorporaban a las fábricas trayendo su experiencia de hambre, trabajo de sol a sol y prepotencia de patrones y capataces. Pero también traían su historia de rebelión, de luchas contra la opresión terrateniente e imperialista.
La clase obrera creció en organización y fuerza, de 80.000 obreros sindicados en 1943 se pasó a 500.000 en 1945. Desde la secretaría de Trabajo y Previsión el coronel Perón fue estructurando una organización sindical fuerte, basada en la conciliación de clases.
Perón levantó la bandera de la justicia social logrando que por decreto el gobierno otorgara mejoras sociales a los trabajadores. Conquistas por las que el movimiento obrero había protagonizado heroicas luchas durante décadas, con mucha sangre derramada.
La secretaría de Trabajo y Previsión fue impulsora, de hecho, de la conformación de comités de apoyo a Perón en todo el país. Junto con esto Perón se dirigía a los peones rurales y a los pobres del campo diciendo: “el problema argentino está en la tierra” “no debe ser un bien de renta, sino un bien de trabajo”.
Con esta política dirigida a las masas proletarias en ascenso y a los pobres del campo, con el avance de los sectores nacionalistas de las Fuerzas Armadas y con el apoyo de un sector de la intelectualidad, de profesionales, de empresarios antingleses y antiyanquis fue cambiando el escenario político nacional. A su vez, la presión internacional y nacional lleva el 26 de enero de 1944 a romper relaciones con los países del Eje, cae Ramírez, asume la presidencia el general Farrell y en febrero Perón es designado ministro de Guerra.
La burguesía nacional (principalmente industrial) fue acumulando fuerzas y pasó a disputar la hegemonía a los sectores oligárquico-imperialistas que pasaron a jugar abiertamente para sacar del medio al coronel Perón con el apoyo abierto del nuevo embajador de Estados Unidos, Spruille Braden.
Los dirigentes de los partidos Radical, Conservador, Socialista, Demócrata Progresista y Comunista, junto a fuerzas gremiales, profesionales, universitarias, etc., convocan a la “Marcha de la Constitución y la Libertad” reclamando la destitución de Perón y el paso del gobierno a la Corte Suprema de Justicia.
La convocatoria contó con el apoyo de los grandes diarios y el auspicio de la embajada norteamericana, la Sociedad Rural y la Unión Industrial.
El 19 de septiembre de 1945 el frente opositor exhibía toda su fuerza, realizando el primer ensayo de lo que luego sería la Unión Democrática.
En los primeros días de octubre un sector del ejército encabezado por el general Eduardo Avalos, con apoyo de la oficialidad de Campo de Mayo y otras unidades militares le exigía al presidente Farrell separar al coronel Perón de todos sus cargos. Esto dejaba en evidencia la fractura en el Ejército y en las Fuerzas Armadas.
El 8 de octubre un comunicado oficial anunciaba la renuncia del coronel Perón a sus cargos de vicepresidente, ministro de Guerra, y secretario de Trabajo y Previsión.
La situación política se fue precipitando aceleradamente. Renuncia el gabinete del gobierno de Farrell, pero antes saca un decreto convocando a elecciones para abril de 1946, son designados ministros el general Eduardo Avalos y el contralmirante Vernengo Lima, pero no pueden conformar el resto del gabinete.
Mientras el general Avalos desplazaba a los peronistas de los puestos claves del gobierno, de las Fuerzas Armadas y de seguridad, Perón era detenido y llevado a la isla Martín García, y una movilización, principalmente de capas medias y altas, se concentraba frente al Círculo Militar reclamando la entrega del gobierno a la Corte.
Entre los trabajadores se afirmó la conciencia de que la ofensiva contra Perón, y luego su arresto, abrirían paso a la instalación de un gobierno de los “galeritas”, de la oligarquía, y con ello a la pérdida de las conquistas salariales, el aguinaldo y otras como la jubilación, los convenios colectivos de trabajo, las vacaciones pagas, la rebaja y congelación de los alquileres y arrendamientos, el Estatuto del Peón.
Un sector nacionalista del ejército, de las Fuerzas Armadas y de seguridad buscaba reagruparse para contragolpear.
A favor o en contra de Perón pasaría a ser la división de aguas en la sociedad argentina.
El 15 de octubre la FOTIA declaró en Tucumán la huelga general, esa misma noche hicieron lo mismo algunos sindicatos en Rosario centrando en la libertad de Perón.
Presionada por la enorme agitación de las bases obreras y los dirigentes intermedios, el 16 de octubre la CGT declaró el paro general para el día 18, en defensa de las conquistas sociales, sin plantear la libertad de Perón. La huelga se decidió en medio de una intensa polémica: parte importante de los dirigentes sindicales ya se habían vinculado estrechamente con la secretaría de Trabajo y con el coronel, y con ese apoyo habían avanzado en desplazar a dirigentes opuestos a Perón. Del otro lado los dirigentes enrolados en los partidos Comunista y Socialista que, identificando a Perón con el nazismo, coincidían con la embajada yanqui y con las fuerzas oligárquicas en reclamar la destitución del coronel.
Pero los paros que iban realizando algunos gremios, la efervescencia existente y el accionar de los activistas de los días previos, hicieron que una cantidad de sindicatos en el Gran Buenos Aires declararan por su cuenta la huelga general pasando por encima de la dirección de la CGT.
La huelga y la puesta en movimiento de las masas proletarias se inició el 17 a primera hora. Columnas de trabajadores de Berisso y de Ensenada marcharon juntas a La Plata encabezadas por Cipriano Reyes y sectores militares como el que expresaba el coronel Mercante. Piquetes de obreros peronistas paralizaron los tranvías, apedreando el Jockey Club y la representación del diario oligárquico La Prensa. La huelga se generalizó. Desde La Plata, nutridos contingentes viajaron a Buenos Aires, juntándose en el acceso con los del frigorífico Anglo de Avellaneda y otros contingentes obreros. En los ferrocarriles el paro era casi total. 
Millares de personas, hombres, mujeres y niños se encolumnaban hacia Buenos Aires vivando al coronel Perón.
A media mañana, las columnas obreras provenientes de Avellaneda, Lanús y Berisso marchaban hacia Plaza de Mayo cruzando por cualquier medio posible el Riachuelo, incluso a nado. A ellas se sumaban los trabajadores de las fábricas de la Boca, Barracas, Patricios y de barrios populares del oeste.
El aparato del Estado estaba partido; una parte del ejército y la policía apoyaba a Perón, otra parte quedó neutralizada y el sector antiperonista fue desbordado por la movilización obrera y popular. La “pueblada” en marcha alentó a los militares de la corriente nacionalista. Los coroneles Velazco y Molina coparon el Departamento Central de Policía y otros oficiales peronistas tomaron el Regimiento 3 de Infantería, mientras era neutralizado y se rendía el sector intermedio, representado por la jefatura de Campo de Mayo (guarnición decisiva en el desenlace de los acontecimientos). El almirante Vernengo Lima intentó sublevar a la Marina para desatar la represión, pero se vio aislado política y militarmente.
Entrada ya la noche, el coronel Perón debió ser liberado y presentado en los balcones de la Rosada ante una multitud que lo aclamaba. El presidente Farrell anunció la aceptación de los reclamos.
La pueblada del 17 de Octubre hegemonizada por la burguesía nacional, no solo abrió paso al triunfo del proyecto nacionalista y reformista-burgués que encarnaba el peronismo. También refirmó el camino de las “puebladas”, el de la Revolución de Mayo de 1810 y el de las insurrecciones radicales. Camino reiniciado, en otras condiciones históricas, con el Cordobazo de mayo de 1969 y, ahora, con el Argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001 y la Rebelión Agraria de 2008. Un camino por el que las masas proletarias y populares –con la dirección del Partido Comunista Revolucionario– pueden recuperar sus conquistas históricas y avanzar hacia la revolución democrática, agraria y antiimperialista, que asegure la liberación definitiva del pueblo y de la Patria.