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12 de December de 2014

El asesinato de Daniel forjó el temple para enfrentar el golpe

Enrique Alvarez, ex compañero universitario de Daniel Winer

Se cumplen 40 años de la aparición del cuerpo muerto de Daniel Benjamín Winer, producto de su secuestro y posterior asesinato. La fecha 29 de noviembre registra la acción del grupo de sicarios del terrorismo golpista desplegado por entonces y quedó grabada para rememorar a todos los compañeros universitarios de la FIUBA que fueron víctimas de esa represión y de la “guerra sucia” con que justificaban el genocidio los autores del golpe de Estado de marzo de 1976 y la dictadura militar instaurada.

Daniel fue un destacado militante de la lucha estudiantil universitaria y dirigente de numerosas luchas que lo llevaron desde nuestra agrupación en Ingeniería nucleada en el entonces FAUDI, Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda, al cargo de secretario gremial del Centro de Estudiante de Ingeniería “l.l.r.” Precisamente fue en las elecciones democráticas de 1973.

Como militante estudiantil de la U.B.A. tengo entre los recuerdos más cercanos, tristes e imborrables este asesinato político. Con Daniel compartimos varios años de militancia juntos, y padecimos juntos el asesinato del compañero de Medicina, Armando Riccioti, que recordamos recién con las palabras del compañero que me precedió.

Quisiera destacar algunos rasgos de la época, de la Argentina y el mundo:

Daniel era de mi generación. Hay que pensar en esa generación: jóvenes de 20 años o un poco más, en cuyas conciencias convergían poderosos estímulos:

Solo una o dos generaciones anteriores, en Europa  habían luchado contra el nazismo y existía el ejemplo de esos pueblos y ejércitos heroicos que lo habían derrotado. La resistencia de los republicanos, comunistas, socialistas y anarquistas en la guerra civil española, en pleno ascenso del nazi-fascismo, llegaba a través de muchos testimonios vivos y de la literatura y el arte.

Era un antecedente vivo (y no una historia remota) la liquidación del imperialismo hitleriano, y la magnitud épica de la batalla de Stalingrado y del ejército rojo soviético entrando en Berlín y clavando la bandera roja en lo alto del edificio del Reichtag.

Sin embargo a finales de los años 60 la situación internacional incluía el abandono de la Unión Soviética en la construcción del socialismo, el cambio de carácter hacia un nuevo imperialismo, el desarrollo de la guerra fría contra el ascendente imperialismo yanqui, y el hecho conmocionante de los tanques rusos invadiendo Checoslovaquia.

Existía una gloriosa revolución socialista triunfante en China y teníamos el ejemplo revolucionario de Cuba y el Che.

Se había abierto una inmensa experiencia de masas en plena revolución socialista, dirigida por la dirección del PC de China bajo la conducción de Mao Tse Tung y Chou en Lai, la Revolución Cultural Proletaria, a fin de resolver los desafíos en la etapa de la dictadura democrática del proletariado. La influencia de esa revolución existía también en Argentina. No fuimos quizá los primeros en verlo, aunque a la distancia creo que fuimos los mas receptivos y honestos. Ninguno era maoísta (nos decían guevaristas) hasta que todos fuimos maoístas.

En Francia, en mayo del ’68 se habían movilizado amplias masas, con inicio en Nanterre, sede de la Universidad. Luego se unió el movimiento obrero con sus banderas rojas, y fue muy conmocionante la crítica profunda a las instituciones y políticas de un país responsable de parte de la opresión colonialista de ese siglo, y de su reordenamiento imperialista. Ya que ese pueblo alberga ricas tradiciones de lucha socialista y Francia que es parte principal del poder de Europa, también es fuente de históricas revoluciones sociales.

Se desarrollaba la guerra de agresión de los Estados Unidos a los pueblos de Indochina, la heroica resistencia armada  de esos pueblos y la epopeya vietnamita, que puso de relieve que el imperialismo es un “tigre de papel”, cuando una nación está unida y decidida a luchar hasta su liberación.

En tanto en la Argentina veníamos de una durísima lucha contra los gobiernos militares de la dictadura de Onganía-Levingston y Lanusse. Este último expresaba al bloque hegemónico de entonces e implantó una táctica para entrampar desde la política el auge de luchas mientras reprimía al movimiento popular.

Creó la Cámara Federal fuero antisubversivo (la “cámara del terror”), recuerdo los jueces, Jaime Smart, Munilla la Casa…, que condenaron a Daniel Winer por ser vanguardia de las manifestaciones callejeras de entonces. Fue enviado a la cárcel, primero a Resistencia y después a Rawson, con mayor aislamiento. Y desde ahí resistió junto a otros luchadores, abrigado con el calor de la lucha democrática por la liberación de los presos de esa dictadura. Fue el año de la vuelta del Gral. Perón al que acompañamos junto al pueblo en su regreso, en una acertada y lúcida decisión de nuestro partido, que marcó nuevas coordenadas para un frente único contra el enemigo. 

 En la FIUBA se dieron grandes luchas, con gran movilización y politización de masas, contra el “Gran Acuerdo Nacional”. Si bien no se pudo derrotar revolucionariamente a la dictadura de Lanusse, el pueblo atesoró su derrota en las urnas. Se produce la amnistía del 25 de mayo de 1973 y el “Devotazo”. En esa noche histórica de euforia popular, Daniel recupera su libertad.

Se abre un período de gran movilización, asambleario y de reorganización de los centros de estudiantes, contra el basismo, el movimientismo y el izquierdismo pequeño burgués. Participamos en las elecciones en las que nuestra agrupación de Ingeniería accede a la C.D. del C.E.I. y en la secretaría gremial se elige a Daniel Winer.

Posteriormente a la muerte de Perón se precipitan los hechos. Al mayor enfrentamiento político le sigue el despliegue de propaganda armada y acciones de grupos por una parte y de violencia desde el Estado y de violencia terrorista desde grupos para-estatales como las Tres A. La conducción montonera de la FULNBA pasa a la clandestinidad y abandona la lucha por garantizar la democracia en las facultades y los derechos de los estudiantes (medida apoyada por el M.O.R. – P.C.), cuando esto se tornaba lo más necesario debido a la nefasta y reaccionaria intervención de la U.B.A. Ottalagano en la U.B.A. y el Ing. Bonetto en la F. de Ingeniería fueron los responsables de generar las condiciones para que el movimiento estudiantil fuera rehén del activismo de bandas armadas. Esas nuevas condiciones propiciaron el terreno del grupo que atacó a Daniel Winer, con un nombre “mazorca” que sólo existió para ese acto, y fue para despistar y encubrir a sus verdaderos autores.

Dijimos en un artículo de actual vigencia:

“Nosotros en aquel momento accedimos a la lista de celadores que trabajaban en la facultad, entre ellos figuraba Jaime Lemos, de quien se decía que era el cerebro que los dirigía y que en realidad fue él quien introdujo a Ottalagano. A su vez figuraba Domingo Sofrá, que fuera afiliado a la FJC y al PC revisionista, dedicado posteriormente a organizar el Movimiento Popular Argentino, que luego estuvo infiltrado en el PCR y expulsado en el año 1968, pasando luego al Partido Laborista donde impulsó un frente de centro izquierda y terminó integrando finalmente las listas de Ezequiel Martínez (candidato del dictador Lanusse) en Marzo de 1973, para transformarse luego en un "peronista ortodoxo" e integrante de este grupo de "celadores". A su vez estos dos estaban vinculados a Adolfo Oscar Medaglia, quien fuera dirigente comunista en la década del treinta, con el seudónimo de Morales, posteriormente combatiente destacado de la guerra civil española, que al regreso al país pasó a ser un hombre fundamental del aparato "Codovillista”, acompañando la degeneración y trasformación de ese aparato en un instrumento del socialimperialismo soviético, integrando los tres una agrupación "peronista ortodoxa" llamada "17 de Octubre" en UPCN seccional del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados.”

 Fuerzas al servicio de los intereses de quienes querían impedir a toda costa que la Argentina transitara por un camino de independencia nacional, y de unión nacional, como había proclamado en sus días finales el presidente Perón y mantenía como legado no negociable la señora Martínez de Perón. Lo difícil de esa época fue poner en evidencia que esos intereses confluyentes en el golpe a la expresión política popular más masiva de la historia estaban irreconciliablemente enfrentados a muerte pues respondían al enfrentamiento global entre dos superpotencias imperialistas, los EE UU y la ex – URSS, y esta última se disfrazaba de comunista y utilizaba su profunda penetración en nuestro país, sus empresas, sus capitales y terratenientes, sus dirigentes sociales, y su posiciones militares. Nuestras afirmaciones han ido calando en la conciencia de los honestos luchadores de nuestra patria y, claro está, se entienden mucho más “naturalmente” luego del sinceramiento ideológico de la Rusia imperialista que restauró la San Petesburgo de los Zares y no pudo evitar su derrumbe como superpotencia hegemónica.

Pero además se nos complicaba tener que lidiar con el carácter dual de un Gobierno nacional, que por expresión de clase, donde prevalecía la burguesía nacional, fue orientándose a sancionar políticas de endurecimiento represivo que alcanzaban a sectores combativos genuinos de la lucha del pueblo, al mismo tiempo que perdía el control del aparato represivo estatal y para estatal, copado crecientemente por los sectores golpistas. Esto fue evidente en los grandes hechos políticos de entonces, por ejemplo cuando en el interregno de Luder en funciones presidenciales se dictan las leyes que crean el Consejo de Seguridad Nacional y el Comité Militar, que pasa a dirigir el Ejército en el Operativo Independencia y, finalmente, en todos los cuerpos del Ejército. Se impone el estado de sitio y se acorrala al propio gobierno nacional a convalidar la creciente represión. Las cárceles se pueblan de obreros, asalariados, estudiantes, intelectuales; eso lo viví yo. 

Si ayer el asesinato de Daniel no nos llevó a cambiar el blanco, y por el contrario forjó el temple para enfrentar al golpe y luego a la dictadura más nefasta y genocida de nuestra historia, tampoco nos vamos a confundir hoy, en que el principal peligro para el pueblo y la patria es la política K que expresa una nueva hegemonía del bloque de clases dominantes, a la que buscaremos torcerle el brazo reagrupando en esta dirección a las fuerzas populares y antiimperialistas, cerrándole el paso a las otras derechas con quienes tenemos deudas de sangre, que no cejaremos en que sean pagadas. Por eso debemos tomar como tarea permanente unir los reclamos del justo juicio por cada uno de los crímenes cometidos en el pasado con los del presente, denunciando todas las trabas que impiden investigar y llegar a la verdad, y que anidan en este Estado oligárquico, manejado por los execrables culpables y cómplices de ayer y de hoy.

Este homenaje está al servicio de hacer posible que los nuevos militantes recojan el legado de esa heroica juventud y de ese ejemplo de comunista revolucionario que fue Daniel Winer.