¿Por qué conmemorar el bicentenario de la independencia? Porque se trata de entender cuál es el proceso histórico de formación de nuestra nación. De poder explicar por qué hoy somos un país dependiente, oprimido por el imperialismo. Y cómo esa opresión se desarrolla sobre un proceso previo, en lucha, sobre una sociedad previa que fue el resultado de tantos siglos de dominación colonial española.
Dominación colonial y lucha
Una dominación que implantó aquí el latifundio, una estructura exportadora –como se dice ahora- de metales preciosos, y la opresión feudal, las relaciones esclavistas y semiserviles sobre la mayoritaria población indígena y mestiza, y sobre la población afroamericana la esclavitud. La garantía de esas relaciones económicas y sociales opresivas fue el poder colonial implantado en América que se ejerció –en distinto grado- sobre las distintas clases de la población autóctona.
Entonces, por un lado, la conmemoración de la Independencia actualiza la recordación del hecho de que fuimos un país colonial, como los países hermanos de América Latina. No todos los países que existen en el mundo fueron colonia alguna vez. Ni todas las naciones que existen en el mundo surgieron y se desarrollaron como fruto de la lucha anticolonial. Sin embargo, los países de América Latina, y Argentina en particular, surgieron en ese proceso de desarrollo. Algunos historiadores actuales dicen: “Ay, no existía la nación”. Claro, no existía, existían las fuerzas sociales necesitadas de la liberación del domino colonial para desarrollarse. El dominio colonial, de por sí, y por las relaciones sociales que consagraba –feudales y esclavistas- determinaba una opresión de las principales fuerzas productivas de la realidad local; en particular de la principal, o sea, de la fuerza de trabajo de los hombres. Implicaba un saqueo basado en el tributo que España extraía de aquí a través de los impuestos: el quinto real, el monopolio comercial, etc.
De allí vienen muchos fenómenos que al no haber podido ser destruidos, en nuevas condiciones históricas, perduran hoy debido a causas actuales. Por ejemplo, el origen del latifundio y la propiedad de la tierra en pocas manos. Latifundio que tuvo su origen en el régimen feudal implantado por los conquistadores. Controlar la tierra, controlar a los hombres permitió extraer de ellos la renta feudal -en trabajo o en especie- que primero se ejerció sobre las mayorías originarias, y luego sobre los mestizos y los criollos pobres, etcétera. El monopolio de la tierra en pocas manos, la propiedad latifundista, se fue afianzando con el correr del tiempo durante la Colonia. Eso perduró luego de la Independencia, por el predominio de los terratenientes y su posterior asociación con las burguesías imperialistas. Cambió el carácter de la propiedad latifundista, pero sigue existiendo. Por eso no viene mal recordar que tiene su origen en aquella historia.
Lo mismo la matriz primario-exportadora, como se llama ahora: extractivismo. España conquistó América para extraer de aquí los metales preciosos, que le permitían garantizar con el metal, la plata para mantener el gobierno y la hegemonía europea. Eso estuvo en la base de la acumulación originaria del capital. No en España sino en Holanda, en los Países Bajos, y en Inglaterra. Pero aquí consagró el despojo y la destrucción de la sociedad incaica, la destrucción de la agricultura andina; hasta ahora perduran sus secuelas. Los Andes eran un vergel de cultivos, y hoy tienen problemas alimenticios. ¿Por qué? Porque la prioridad española fue la minería.
Hoy son otros los factores que mantienen la economía primario-exportadora. Es la dependencia del imperialismo capitalista, son los terratenientes, la burguesía asociada al imperialismo, los que mantienen lo que hoy se llama el modelo extractivista, sojero, minero, petrolero. Estas son las causas actuales, pero en un proceso que viene de ahí. Hubo un período donde apuntó a diversificarse, fruto de la lucha de las masas, fruto de la aparición de otros proyectos. Pero ahora, al reforzarse la dependencia del imperialismo, se refuerzan los aspectos más parasitarios y más vinculados al saqueo nacional, que son fundacionales de la etapa moderna pero que vienen de aquella época.
Entonces, es importante saber que la independencia y la revolución surgieron de las contradicciones que ese sistema engendró porque para algunos historiadores fue solo un eco de los sucesos europeos: como España fue invadida por Napoleón, acá no hubo más remedio que autogobernarse. Como si no hubiera intereses sociales que empujaban la necesidad de la lucha por la independencia desde mucho antes. En primer lugar, los pueblos originarios. Hablando del último período previo a la Revolución de Mayo, la rebelión de Tupac Amaru y de Tupac Catari en el Alto Perú y Bolivia, fue el condicionante del deterioro y del debilitamiento del poder colonial español. No solo por causas externas sino por agudización de la lucha interna.
Ese fue el primer envión de una gigantesca guerra social que abarcó tres virreinatos, y que marcó un jalón, que incluso fue recogido en el Himno Nacional: “Se conmueven del Inca las tumbas”. Eso es como si dijéramos ahora, cuando estaba Alfonsín… era ahí no más. Y ya en las cárceles de Buenos Aires de 1800 había presos “por tupamaros”. Es decir por rebeldes, por díscolos, desobedientes.
Clases interesadas en la lucha anticolonial
Entonces, hay un desarrollo de las contradicciones internas. Por distintas razones, las distintas clases sociales que aquí existían, todas sus luchas y reivindicaciones chocaban con un régimen social garantizado por el poder colonial. Por lo tanto, destruir ese poder colonial era el primer paso para abrir camino a la transformación de la sociedad. Los negros esclavos para lograr su libertad. Para los pueblos originarios -de afuera del control virreinal o de adentro sometidos a los terratenientes y a los poderosos-, la posibilidad de mantener o lograr su autodeterminación y su cultura, sus costumbres, sus gobiernos y sus tierras. Para los artesanos, la posibilidad de poder prosperar y poder engendrar un desarrollo artesanal que le permitiera satisfacer las necesidades locales y que no pudiera ser proscripto y limitado tanto por el régimen feudal como por el monopolio comercial que le imponía la introducción de las mercancías extranjeras. Lo mismo los pequeños comercios ligados a la producción agrícola.
Y también, en un proceso, la aristocracia criolla de terratenientes, hijos de terratenientes y comerciantes intermediarios de los puertos, que se engendró al amparo del poder de los conquistadores y del poder colonial entra en contradicción con ese poder colonial. Porque no tenía los principales cargos públicos, porque se sabía limitada por el poder de las clases dominantes, aunque ellos eran miembros de las clases explotadoras de la sociedad criolla y de la sociedad colonial. La clase dominante era clase dominante en España, representada por la Corona y por el aparato estatal colonial, que ocupaban los principales cargos y decidían qué se producía, cómo se producía, aquí.
Entonces, en un proceso que tuvo que ver con los cambios mundiales del siglo 18, con el desarrollo del comercio atlántico, producto del avance del capitalismo en Inglaterra, la navegación, etcétera; sectores importantes de la aristocracia criolla, por causas económicas, entraron en contradicción con el dominio colonial y su expresión económica, el monopolio colonial. En particular, la aristocracia terrateniente porteña y los comerciantes buscaban otras rutas comerciales y comerciar libremente en el mercado mundial sin la intervención del monopolio comercial.
Hay una profundidad histórica de las causas que hicieron emerger la lucha por la independencia. Ahora, bien, esa lucha se dio en determinadas condiciones europeas, mundiales. Porque se dio en una época revolucionaria, la de las revoluciones burguesas en Europa, que se abrió con la revolución en Inglaterra y trastocó todo el continente europeo con la Revolución Francesa.