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22 de May de 2019

Un ataque premeditado a nuestra soberanía tecnológica

El cientificidio

El ajuste en ciencia y tecnología es una política de Estado. El movimiento de trabajadores de Ciencia y Tecnología (CyT) se viene desplegando en lucha con un programa que vincula reivindicaciones específicas con un programa de soberanía popular sobre áreas estratégicas.

Sin ir más lejos, este jueves 16 de mayo tuvimos un capítulo más en la pelea presupuestaria en la universidad donde confluyeron las y los científicos organizados en la ATE. En la semana de mayo volveremos a concentrarnos en la sede de la CNEA y en el Polo Científico.

El ajuste en ciencia y tecnología es una política de Estado. Una política deliberada de cercenar las capacidades soberanas del pueblo argentino de desarrollar la ciencia y la tecnología que considere necesarios para el bienestar de las mayorías. Desfinanciamiento, subejecución y devaluación presupuestaria de los proyectos de investigación, de los centros científico-tecnológicos, de las reuniones científicas, de los programas estratégicos son parte de los instrumentos utilizados. Esto trae como consecuencia que los trabajadores de CyT deban pagan de su bolsillo algunos insumos básicos. Coherente con esta descripción, la alianza Cambiemos ha dejado a más de dos mil investigadores que no pueden continuar trabajando en el país.

El Conicet se encuentra en crisis financiera y de política institucional. Es que el directorio que lo conduce debe estar integrado por ocho miembros y un presidente, todos designados por el Ejecutivo. Sin embargo, la cabeza de la institución permanece en una situación irregular tras sufrir otra baja: renunció la doctora Dora Barrancos, representante del área de Ciencias Sociales. Lo hizo en protesta porque todavía no se incorporaron los nuevos miembros, Mario Pecheny y Alberto Kornblihtt, votados hace casi un año. Su renuncia se dio en un día en que la reducción en el presupuesto del Conicet se potenció en la agenda mediática por la participación de la bióloga Marina Simian en el programa «¿Quién quiere ser millonario?». Simian ganó $500 mil y anunció que los destinará» para financiar el laboratorio». El macrismo expulsa a los trabajadores de CyT, nos deja “bailando por un reactivo”.

Desmantelar el conglomerado industrial del área nuclear, una decisión premeditada con alevosía
El presupuesto de la Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEA) en 2015 era equivalente a 363 millones de dólares y cuatro años después quedó reducido a apenas 170 millones. Un recorte del 53%. De esta manera se ha degradado a niveles insólitos la vida de sus trabajadores, sus laboratorios, grupos de investigación y plantas pilotos.

Inmediatamente posterior al primer acuerdo con el FMI, el macrismo canceló los acuerdos firmados en 2015 con China para construir dos centrales de potencia, una CANDU de uranio natural y agua pesada, y una Hwalong-1 de uranio enriquecido y agua liviana. Hoy sólo queda en pie la segunda, la tecnología cuya compra China imponía como condición, a cambio de financiar la primera -la CANDU-, e incluso dejar que Argentina dirigiera la obra y la industria nacional suministrara el 75% de sus componentes.

El abandono de la CANDU deja en suspenso 52 años de experiencia en uranio natural y agua pesada, una tecnología más barata y simple que la de las PWR, nombre genérico de las centrales de uranio enriquecido. Es una autonomía tecnológica laboriosamente conquistada desde 1967. En los planes firmados con China hasta fines de 2015, la CANDU debía entrar en obra en 2016 y la Hwalong-1 debía empezar su obra en 2019. Con el nuevo programa, tal vez la Hwalong-1 se comience en 2021, sin garantías.

En el acuerdo bilateral que el gobierno argentino firmó esta semana con China la Carta de Intención que dará forma al acuerdo bilateral para la construcción de la cuarta central nuclear en la Argentina. Contempla un préstamo de la administración de Xi Jinping de USD 7.900 millones a 20 años y un adicional de USD 2.500 millones para la realización de esta obra con tecnología exclusivamente china.

La Hwalong-1 se compra con una participación argentina del 15%. Atucha I se compró con un 31% de participación argentina asegurada y eso en 1967: era nuestra primera central.

Jamás el Programa Nuclear Argentino hizo una compra tan «llave en mano» como ésta de la Hwalong-1. No es una vuelta a los ’60 sino a los ’50, cuando la CNEA era una entidad académica. Por esto se puede afirmar que se trata de una decisión premeditada, desmantelar el conglomerado industrial del área nuclear. Volver al pasado.

En la misma línea, la empresa que actualmente opera las centrales nucleares NA-SA (Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima) planifica su futura autodestrucción. Su presencia en obra de la Hwalong-1 será casi simbólica, y su existencia ulterior, si la central entra en línea y resultó buena, se volverá redundante. En este sentido se enmarcan los 270 despidos durante mayo del 2018 en la unidad de gestión para la construcción de la central nuclear tipo CANDU.
Para cerrar este cuadro calamitoso hay que denunciar la destrucción de la a PIAP (Planta Industria de Agua Pesada). Esta planta ubicada en Arroyito, a 55 kilómetros de la Ciudad de Neuquén. Es la más grande del mundo para la producción de agua pesada, un elemento indispensable para moderar y refrigerar el funcionamiento de los reactores nucleares. Tiene una capacidad de producción de 200 toneladas por año y elabora «agua pesada grado reactor» con el más alto nivel de pureza. Es una de las pocas proveedoras de agua pesada en el mercado internacional, y cuenta con la planta de mayor capacidad de producción en el mundo. El gobierno inició la destrucción en cuotas de la PIAP. Retiros voluntarios, desmantelamiento de sectores claves, falta de presupuesto para el mantenimiento y la decisión entreguista de clausurar la tecnología que hasta el macrismo controlábamos. Cerrando líneas de investigación, desarrollo y producción que a la CNEA le ha llevado más de 60 años consolidar.

La política del gobierno en CyT no va más. Asistimos a un Estado que desmantela en áreas estratégicas pero que avanza en una ciencia elitista dedicada a mejorar la productividad de un puñado de monopolios imperialistas. Avanzar en la lucha y organización, reunificar las fuerzas para derrotar esta política. Desconociendo el acuerdo con el FMI y levantando un programa para el conjunto del área que tenga como perspectiva forjar un desarrollo autónomo en CyT que satisfaga las necesidades de las amplias mayorías populares, con la recuperación del patrimonio nacional, la preservación de nuestros bienes comunes y que impulse el protagonismo y la capacidad creadora de los trabajores del área.

Escribe Rodolfo Kempf

Hoy N° 1767 22/05/2019