Mientras vamos recorriendo la localidad de Timbúes, 35 km al norte de Rosario, cuentan los compañeros que entre esta zona y la del sur rosarino, en 70 kilómetros se concentran: 30 terminales portuarias privadas, las principales empresas agroexportadoras de la Argentina, centrales termoeléctricas, plantas de biocombustible, el frigorífico más grande del país y un polo petroquímico.
Así surgen a lo largo de varios kilómetros las inmensas plantas de Cofco (china). LCD (Dreyfus, franceses), Cargill (Estados Unidos), Renova (Vicentin+Glencore), ACA (Asociación de Cooperativas Argentinas), Profertil, Evonik, Bunge-AGD (Grupo Urquía), Arauco, entre otras. Muchas de estas plantas están en funcionamiento, y otras tantas en construcción, dando la medida de cómo estos sectores de las clases dominantes apuntan a profundizar este complejo productivo.
Las cifras del desangre de la principal riqueza agropecuaria son inmensas. “Sólo en 60 días se exportaron 5 millones de toneladas de trigo”. De esta región han salido 74 millones de toneladas de granos, en 2.635 buques de ultramar, es decir de gran tamaño. Para tener idea, ejemplifican, cada buque carga el contenido de 1.500 camiones.
Entre estas empresas se encuentra Vicentin, que exportaba el mayor volumen de granos, y que tras un millonario crédito otorgado por las autoridades macristas del Banco Nación, se declaró “en default”. Se está conformando un amplio movimiento social y político que pelea por la estatización de la planta.
Las empresas y terminales portuarias están estrechamente vinculadas a la hidrovía Paraná-Paraguay, es decir el corredor fluvial que vincula estos grandes ríos, y que es objeto de una fuertísima disputa, por su importancia económica y de control estratégico de todo el litoral.
La situación de los trabajadores
Miles son los trabajadores que todos los días llegan, en coches particulares o servicios de las empresas, hasta las distintas plantas. No existe en la zona norte de Rosario transporte público hasta los lugares de trabajo. “En esta actividad el 90% es la logística”, cuentan los compañeros, y describen algunas de las tareas de los 33 gremios involucrados. En general las empresas cuentan con un porcentaje pequeño de trabajadores de planta permanente, y miles distribuidos en decenas de contratistas, a los que hay que sumar los camioneros.
Desde 2011, con el triunfo de una lucha larga impulsada por la Regional San Lorenzo de la CGT, entre los trabajadores del sector rige el convenio COPA (Complejo Oleaginoso Portuario Agroexportador). Este convenio establece un salario mínimo de base para los trabajadores portuarios, vigiladores, de carga y descarga, gastronómicos, empleados de marina mercante, marítimos, recibidores de granos, empleados de comercio, patrones de cabotaje, y camiones, que presten servicios en el complejo agroexportador que se extiende desde San Lorenzo a Timbúes.
Todos los años las y los trabajadores dan la pelea por renovar las condiciones del COPA. Las patronales han podido “congelar” el convenio en los últimos tiempos, de la mano de algunos conocidos personajes de la “dirigencia gremial” como Herme “Vino Caliente” Juárez, secretario de la filial Puerto San Martín del Sindicato Unidos Portuarios Argentinos (SUPA). Juárez además controla, a través de la cooperativa de estibaje “Puerto General San Martín”, que conduce desde 1969, los servicios de carga y estiba de la mercadería a bordo de los buques atracados en el puerto. La “cooperativa” mueve un negocio de 300 millones de dólares anuales. En agosto del 2019 entró en contradicción con el expresidente Macri y su grupo, por lo que terminó preso. A comienzos de febrero de este año fue liberado, y ya está de vuelta al frente de sus negocios.
Las empresas superexplotan a los trabajadores aplicando turnos rotativos de 8 horas en las plantas, que no paran nunca, y profundizan todo lo que pueden la división entre permanentes y contratados, con diferencias salariales de cerca del 20%, manteniéndolos en la mayoría de las plantas en comedores y vestuarios separados. Como contaban los compañeros que decía el recordado Carlos “Vasco” Paillole, secretario del regional del PCR fallecido en 2009, “la plusvalía que se extrae a estos trabajadores es la más alta de la Argentina”.
Parar el desangre de nuestras riquezas y soberanía
“Acá se viene llevando adelante una política que agrava la dependencia y la concentración de la tierra”, afirma Orellano, enumerando los ocho mil chacareros que han dejado de serlo en estos años, o los tambos, que han bajado de 4.500 a 3.600, mientras crecen frigoríficos como el JBS (ex Swift) de Villa Gobernador Gálvez, que tiene faenas récord de 500 mil animales, y exporta a China el 74% de su producción.
A todo esto, hay que sumarle que la absoluta mayoría de los embarques de los productos exportados se hace en barcos de bandera extranjera (el 98%), con el consecuente gasto de miles de millones de dólares en fletes que queda en manos de grandes monopolios. Recuerdan los compañeros que en el primer gobierno de Perón se estableció la “reserva de carga” que, junto con las juntas nacionales de carne y granos, permitieron desarrollar una política nacional, el surgimiento de una marina mercante nacional, y el avance de los obreros rurales, industriales y chacareros.
“Hoy un tercio de la cosecha se comercializa en negro”, afirman nuestros guías por la zona de Timbúes-San Lorenzo, mientras seguimos viendo más y más plantas acopiadoras, productoras, centrales, y hasta el tendido de flamantes rieles que entran hasta el corazón de las empresas, para que lleguen las formaciones ferroviarias y así cargar y descargar granos, aceite, biocombustible, etc.
Todo esto, señalan los compañeros, contrasta brutalmente con la creciente pobreza que se ve en el Gran Rosario y otros cordones urbanos de la provincia de Santa Fe. Esto exige redoblar la pelea, en las nuevas condiciones políticas tras el cambio de gobierno nacional y provincial, para que la crisis la paguen los que se beneficiaron con estos años de gobierno macrista, y los grandes dueños de la Argentina, y no los trabajadores, los chacareros y el conjunto de los sectores populares. Una pelea fundamental para parar el desangre de nuestras riquezas y soberanía, como dicen siempre los compañeros, que se va por las aguas del Paraná.
Hoy N° 1804 04/03/2020