1. Guerras por el reparto del poder
El peronismo disidente, la UCR, Unión Pro, la CC, el PS, Proyecto Sur y SI, hicieron un acuerdo para un reparto de las comisiones en el Congreso de acuerdo al resultado electoral del 28 de junio: minoría para el kirchnerismo y mayoría para la oposición.
Este acuerdo de la oposición para controlar el Congreso es el primer paso de estas fuerzas que amenaza la hegemonía kirchnerista. Busca colocar al gobierno como “pato rengo”; así les llaman en Estados Unidos a los presidentes en el período final de su segundo mandato, cuando pierden poder porque la política va girando hacia los posibles sucesores.
La reacción del kirchnerismo ha sido feroz: “Consigan 129 votos y nos llevamos todo. Ni piedad con la oposición”, habría sido la consigna que proclamó Néstor K. La compraventa de legisladores está a la orden del día, desnudando una vez más la podredumbre del aparato político del sistema. Además, Néstor K habría “bajado” la orden de “hostilizar” a los que no se subordinan, por lo que los “carpetazos” de la SIDE, y otras “operaciones” estarán a la orden del día.
La división entre los de arriba está que hierve.
Armados opositores
Los sectores del peronismo “no K” han lanzado una ofensiva para controlar el PJ.
Duhalde construye una fuerza para controlar el PJ bonaerense: el Momo Venegas y las “62 organizaciones” (con múltiples relaciones con sectores agrarios), la CGT de Barrionuevo, agrupaciones y punteros bonaerenses, y vinculaciones con el peronismo de otras provincias. Duhalde trabaja con Coty Nosiglia, que maneja gran parte de la UCR, (su hijo es presidente de la Juventud Radical, que tiene mayoría en Franja Morada), y tiene muy buena llegada con Cobos. Este entramado es apoyado por el grupo Clarín. La consigna duhaldista es “echar a Kirchner del PJ”. “Al Pingüino, en abril, lo habremos convertido en liebre patagónica”, habría dicho Duhalde (La Nación, 30/11).
El deterioro del gobierno acelera los tiempos de las candidaturas presidenciales en el PJ. Reutemann amenaza con lanzarse, también Solá, De Narváez, Das Neves y Urtubey. Ni Reutemann, ni Solá, quieren quedar prisioneros de la red de Duhalde, y tejen sus propias alianzas.
Un proyecto de reforma política que se está cocinando en la Legislatura bonaerense, trae malas noticias para el kirchnerismo: separar la elección provincial de la nacional. Muchos caudillos no quieren que la candidatura presidencial de los Kirchner los lleve a “un suicidio en masa”. Surgen otras candidaturas a gobernador, frente a la de un Scioli cada vez más deteriorado por su sumisión a los K. Si con el arrastre de las “candidaturas testimoniales”, Néstor K fue derrotado, ¿qué puede esperar si va en una boleta pelada?
En Neuquén, la reunión por la Constituyente Social fue un paso importante de la CTA y fuerzas afines a esa central sindical. No estuvieron Yasky, Depetris y Milagro Salas (aunque hubo gente de esta última). Pero fracasó el intento de De Gennaro de crear un nuevo partido de centroizquierda en el que se diluyeran Proyecto Sur y otras organizaciones. No hubo acuerdo para un armado en el que De Gennaro sería candidato a presidente, Pino Solanas a jefe de Gobierno en la Capital, y Sabatella a la gobernación de Buenos Aires. Este último negocia un frente con Heller, confirmando que está muy cerca del gobierno K, lo que habría provocado una crisis con los sectores opositores que lo apoyaron en la pasada elección.
Duro, hasta el estado de sitio
El gobierno no parece estar tan seguro del resultado de la batalla por el dominio del Congreso. Por algo Kirchner habría dicho a los intelectuales K de Carta Abierta: “Que nos echen de todas las comisiones, bramó y provocó: Nosotros tendremos el pueblo en la calle” (La Nación, 29/11).
Los K consideran que el manejo clientelar de la asignación por hijos, los 100.000 puestos de trabajo en cooperativas en el estratégico Conurbano Bonaerense, y ahora el aguinaldo a los jubilados, le permitirán mantener bajo control al aparato del PJ bonaerense. Se olvida el kirchnerismo que, igual que hicieron con Menem y con Duhalde, los caudillos políticos y sindicales peronistas lo acompañarán hasta la puerta del cementerio, pero no van a entrar.
El apoyo abierto de Cristina K a Moyano también apunta a recuperar la calle, demostrando que 6 años de coqueteos con la CTA fueron sólo una política para neutralizar esa central sindical. CK subió a Moyano y al presidente de la Corte, Lorenzatti, al avión que la llevaba al Vaticano. La Corte Suprema tiene en sus manos dos juicios en los que, se dice, limitaría la omnipotencia del aparato sindical cegetista.
¿Hasta dónde está dispuesto a llegar Néstor Kirchner con su contragolpe callejero? Hasta instalar el estado de sitio para amordazar a sus opositores. Los juicios contra Juan Carlos Alderete, Ramón Bogado, Alcadio Alfonso, Jorge Penayo y otros dirigentes de la CCC, y de la lucha de Kraft, van en la dirección de la orden K: golpear a los que no se le subordinan. El enjuiciamiento a Alderete por causas no excarcelables, demuestra que ya no se trata de “judicialización de la protesta”, sino de encarcelar a dirigentes populares.
2. Los K en la vereda
El problema del kirchnerismo es que, a partir de la heroica lucha de Kraft, perdió la calle; lo que estimuló la vuelta de los conflictos a las rutas, como ocurre con el subte y los petroleros y camioneros del norte de Santa Cruz.
La lucha de Kraft puso en evidencia el enorme repudio que crece en las masas obreras contra el aparato sindical del sistema, que es desbordado una y otra vez por los conflictos que brotan desde abajo. Resulta esclarecedor que Hermosilla (es decir, el PTS), que llegó a la Comisión Interna de Kraft de la mano del fraude de la patronal yanqui con las vacaciones adelantadas a 400 obreros, ahora anuncie que le va a pedir a Moyano que bloquee la planta de Terrabusi. Ahora quiere colgarse de los pantalones de Moyano.
La otra razón por la que el kirchnerismo perdió la calle, es la prolongada lucha de los desocupados y jubilados, fundamentalmente a través de las numerosas jornadas de lucha de la CCC y el MIJP-CCC, que instalaron la urgencia del hambre, la desocupación y las jubilaciones de pobreza, agravados al extremo por la política kirchnerista de descargar la crisis sobre el pueblo.
En Capital Federal y Gran Buenos Aires hay 187.000 nuevos desocupados en el último año, según estudios de la Universidad Católica. La desocupación aumentó en un año del 11,2 al 14%. El empleo en blanco cayó del 41,2% al 37,3% de las personas activas. Aumentó el subempleo inestable (changas por debajo de los $ 750 mensuales), del 9,9 al 11,9%; y el trabajo en negro creció del 49,6% al 54%. Como se ve, la política de precarización laboral menemista se aplica a rajatabla con el kirchnerismo.
3. Polvorines de miseria y bronca
La política kirchnerista de descargar la crisis sobre el pueblo ha creado polvorines de miseria y bronca.
La pelea, entre los de arriba, por los aparatos, esconde que las encuestas serias le dan al kirchnerismo por debajo del 18%; y sorprendentemente para los encuestadores, también han caído las derechas opositoras. Ocultaron que el gran triunfador de las elecciones de junio pasado fue el voto bronca, que es lo que estalla en las calles.
La realidad profunda de la Argentina se revela en hechos como este. Sandra Brikman fue asesinada en Nueva Pompeya (Capital Federal) por dos ladrones que le dispararon desde una moto. Los vecinos del barrio atacaron a piedrazos a la comisaría 12, cuyos patrulleros huyeron de la zona perseguidos por la multitud. Mientras Kirchner y Macri se pelean por “la manija” del poder policial, el pueblo en las calles expresa su odio a ese poder corrupto y sangriento.
Gobernadores, legisladores, y demás funcionarios se compran y se venden a la vista de todos, aunque hay una importante minoría que sostiene sus posiciones populares y democráticas. Dirigentes sindicales transformados en poderosos empresarios, como Zanola, que están en la vereda de enfrente de cualquier conflicto sindical. Una profunda crisis de hegemonía recorre el país de punta a punta: los de arriba no pueden hacer lo que quieren y se enfrentan entre ellos; y los de abajo ya no soportan más la opresión a la que los someten.
Por eso, todos se preparan para el 2011, pero además, todos se preparan por si la situación se precipita, sea por los desmadres del gobierno, o por el caldero social que hierve.
La crisis económica, de la mano de la política K, desencadenó una brutal crisis social. Y la crisis social profundizó la crisis de hegemonía que se mantuvo –como brasas del Argentinazo–, desde diciembre del 2001. La clase obrera se ha puesto de pie, y con la lucha de Kraft encontró un camino para enfrentar la crisis, y para avanzar en su confluencia con el conjunto de las fuerzas populares, patrióticas y democráticas. El campesinado pobre y medio y los pueblos originarios, y los chacareros, desde la rebelión agraria hasta la marcha y el acampe chaqueños, también fueron trazando su camino. Las rebeliones por la salud, la educación, la del estudiantado, ambientales, van tiñendo el país.
Con la clase obrera en el centro, crece el entramado multisectorial que, desde abajo, va trazando su propio programa y actuando con independencia. Próximos al bicentenario del nacimiento como nación, la Argentina obrera y popular, patriótica y democrática busca parir su propio destino.