Ante la necesidad de dólares y la caída de las reservas, el gobierno volvió a poner la mirada en los puertos. Ante la negativa de las grandes cerealeras multinacionales de vender, y así agilizar la entrada de divisas, nuevamente se puso en escena la discusión sobre el comercio exterior y el rol del estado. Pero más allá de las declaraciones mediáticas y las amenazas que exhibe el kirchnerismo cada vez que las multinacionales sojeras estrangulan la entrada de la divisa yanqui: ¿Qué medidas se tomaron en estos diez años? ¿Cómo fue la relación con las multinacionales sojeras? ¿Por qué seguimos dependiendo después de 12 años de “modelo K” de los dólares de la soja? Una historia que tiene a China como mediador y a los dólares como protagonistas.
Años de soja dulce
En la actualidad, la estructura agraria en nuestro país se encuentra profundamente desequilibrada. El 4% de los propietarios concentran más del 50% de la tierra, y el 35% de los pequeños y medianos productores controlan sólo el 0,5% de la superficie agrícola.
Entre 2003 y 2010, las exportaciones del complejo sojero crecieron a una tasa anual promedio del 12,6%, alcanzando en 2013 los 23.000 millones de dólares. Los cálculos para la presente campaña estiman en 27.000 y 29.000 millones de dólares. En 2010, los principales productos exportados fueron los pellets de soja y girasol (45%), seguido por los porotos de soja (27%) y el aceite de soja (23%).
Las exportaciones de grano de soja se encuentran fuertemente concentradas en un número reducido de empresas: 1) Las cinco primeras explican el 66% de las ventas externas; 2) Las diez primeras dan cuentan del 96%.
Un poco más de la mitad del volumen exportado lo explican 4 empresas: Cargill (EEUU), Noble Grain (China), ADM (EEUU y Bunge (EEUU). Las que le siguen son Dreyfus (Francia), Toepfer (EEUU), Nidera (Holanda), Grupo Moreno (Suiza), Vicentin (Argentina-Canadá). (Datos de mecon.gov.ar/ peconomica/docs/Complejo_Oleaginoso.pdf.
Como publicaba Pagina/12 el 1/2 de este año, (unos días antes de que Capitanich firmara con verdes divisas la paz con los popes del cereal y el diario pasase a elogiar el acuerdo): “El problema está identificado. Que el 95% del principal rubro de exportación del país y, por lo tanto, principal fuente de divisas, esté en manos de no más de diez firmas cerealeras, la gran mayoría multinacionales, representa un flanco débil, máxime teniendo en cuenta el manejo que demuestran hacer de esas divisas. Cargill, Nidera, Noble Grain, Dreyfus, Topfer, ADM, Molinos y otras conforman un bloque de control con más de 150 centros acopiadores en todo el país, molinos harineros, plantas aceiteras y hasta puertos propios para el embarque que le restan posibilidades de control al Estado”.
De pronto la intelectualidad y el periodismo aliado al gobierno descubrieron que la argentina sangra por las barrancas del Paraná. Como en una aparición mística los aliados de otrora se materializan, para Carta Abierta, por ejemplo, como los “desestabilizadores” que provocaron la devaluación con una maniobra casi golpista. Doble función del discurso. Darle argumento a la tropa propia ante una devaluación antiobrera y antipopular y amenazar a las multinacionales.
Estamos de acuerdo en algo, las multinacionales piensan en sus propias ganancias, esa es la regla que las rige. La gran pregunta es: ¿por qué el gobierno en estos diez años no tomó ninguna medida que tienda a regular estos comportamientos?
A los amigos “todo”
“Uno de los grandes errores económicos de los últimos tiempos fue no prestarle atención al tema de la concentración económica, no considerarlo como algo prioritario a atacar. No sólo en el sector agropecuario sino en todos los sectores el gobierno buscó hacer alianzas con los grandes para tratar de disciplinar al resto de la cadena productiva y comercial. Por eso los subsidios fueron a grandes molinos en detrimento de los productores trigueros, a grandes usinas lácteas en vez de a los tamberos, y las grandes empresas de oleaginosas. Es decir, siempre buscó a los sectores más concentrados con la idea de que cerrando acuerdos con ellos se terminaba disciplinando al resto y que era mejor negociar con unos pocos grandes ante que negociar con muchos pequeños actores.
Entre 2007 y 2010, revela en su libro Es la Ekonomía, estúpido, Maximiliano Montenegro, se canalizaron 9 mil millones de pesos en subsidios a empresas agroindustriales: “El Estado paga los subsidios a molinos o cerealeras con molienda propia -como Cargill- para resarcirlos por la harina que venden a ‘precio preferencial’ -más bajo que el valor de exportación- a panaderías, faenas de supermercados y panificadoras industriales. Sin embargo, estas compañías multiplicaron sus exportaciones en los últimos años y existen denuncias en Chile, Uruguay y Brasil de que exportan harina a precio internacional con el incentivo estatal. Un negocio redondo”.
La multinacional Cargill, una de las cinco corporaciones más grandes del mundo, ha sido una de las grandes favorecidas por la política de subsidios en Argentina, como no lo fue casi en ningún país del mundo. Según una investigación especial realizada por Montenegro para su libro: “las cerealeras trasnacionales Cargill y Nidera fueron dos de las firmas más favorecidas por la asistencia estatal. Entre las compañías locales se destacan Grobocopatel, Molinos Río de la Plata, Mastellone, Sancor y empresas con aceitados vínculos políticos, como Aceitera General Deheza y Molinos Cañuelas. En teoría, el selecto club que embolsó la mayor tajada de las subvenciones debía contener los precios de alimentos básicos, como harina, aceites, lácteos y pollo, algo que sólo ocurrió en los papeles del Indec.
Los fondos se distribuyeron a los siguientes sectores: 1) Molinos de trigo: cinco molinos se apropiaron del 48% de los $ 2.250 millones dirigidos, supuestamente, a abaratar el precio de la harina. 2) Aceites: cuatro empresas acapararon el 75% de los $ 282 millones liquidados al sector. 3) Faenadoras avícolas: tres empresas recibieron el 47% de los $1.650 millones destinados a congelar el precio del pollo. 4) Lácteos: cuatro compañías concentraron el 72% de los $ 616 millones volcados a la industria.
Sólo entre Cargill y Molinos Cañuelas acaparan el 32% de las compensaciones distribuidas por la repartición estatal Oncca a la molinería.
Pese a que Cargill tiene sendas denuncias de la AFIP por evasión y era cuestionada ya en ese momento por supuestas triangulaciones al exterior, el entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, no dudó en abrirle la canilla de los subsidios. En octubre de 2010 la Oncca le pagó 13.997.662 pesos; en diciembre, 17.700.942 pesos y el 18/1/11, 18.369.820 pesos. En total, más de $ 50 millones que en vez de llegar a los productores para reinversión o quedarse en el estado para financiar políticas públicas terminaron en las arcas de la multinacional yanqui con la excusa de ayudar a combatir la inflación y bajar los precios del mercado interno, cosa que no sucedió.
Al pan pan y a las multinacionales….plata.
“En el caso específico al que nos abocamos, son un conjunto reducido de firmas, no más de 5 exportadoras de trigo y no más de 3 procesadoras de harina de trigo los actores principales sobre los que el gobierno debe intervenir para llevar el pan a precios razonables en la mesa de los argentinos”, describe un informe del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IpyPP).
Y en esta concentración del mercado del trigo sobresale por supuesto la multinacional yanqui: “Entre estas empresas una sobresale por estar en los dos negocios, tanto del procesamiento de la harina como de la exportación de trigo, con una participación central. Se trata de la trasnacional Cargill, que es la principal procesadora de harina de trigo (con el 17% de la molienda) y la principal exportadora de trigo (con el 19,4% de exportación). Es más, esta empresa es la tercera de mayor facturación del país (sólo superada por YPF y Tenaris).
En el marco de la discusión por el aumento del pan, desde hace más de 5 años el gobierno implementó un sistema de intervención del mercado del trigo, regulando las autorizaciones de exportación con la supuesta intención de garantizar la cantidad de harina necesaria para la elaboración del pan en el consumo interno. Pero otra vez los grandes beneficiados terminaron siendo los grandes molinos y exportadores.
A través de un convenio determina cuánto se puede exportar y cuánto se destina al consumo doméstico a través de la molinería. Asimismo, de la competencia entre los molinos y las exportadoras se debería derivar el monto a pagar a los productores trigueros, lo que se denomina FAS teórico. Éste se representa a partir de la siguiente ecuación: valor internacional del trigo – gastos de exportación – retenciones. “Lo que está pasando en el país es que el FAS teórico no se respeta, es decir, se pagan $250 menos por tonelada y a eso se lo quedan los exportadores y los molinos. Hoy al productor le tendrían que estar pagando $850 y sólo está recibiendo $600. Esa plata no queda en manos de los consumidores sino que queda en manos de la intermediación que serían los molinos y los exportadores a causa de la falta de competencia. Los molinos tienen garantizado que todo el trigo que necesitan se lo van a guardar y los exportadores con los argumentos que no hay ROE no le dan a la gente lo que corresponde”, aseguraba Alfredo Bel, delegado regional de FAA de Entre Ríos en la edición de enero de 2011 del periódico SURsuelo.