1 – Un frío que mata
El estallido de la inflación y la crisis energética castigan duramente al pueblo.
En los primeros 10 días de julio las garrafas aumentaron entre un 15 y un 18%, la de 10 kilos subió de $ 22 a $ 26 (datos del Centro de Educación al Consumidor). La “garrafa social”, a 16 pesos, es un “verso K”: hay que ir en vehículo a buscarla a los centros de distribución, y la entregan mitad agua y mitad gas licuado: se acaba enseguida. Hay barriadas populares a las que les cortan el gas desde las 18 horas hasta la mañana siguiente. La bolsa de harina de 50 kilos se fue de $ 32 a $ 42, el pan y los fideos treparon un 20%, los lácteos subieron un 9,8%. Según la Asociación de Defensa del Consumidor, los aumentos de la Canasta Básica Alimentaria son diez veces superiores a los de los índices “K”.
Al aumento de la desocupación de los últimos meses se le suman ahora los despidos de trabajadores contratados o en negro, y suspensiones de los efectivos (con la pérdida de la parte del salario en negro). Además, el gobierno dio de baja la mitad o más de los planes sociales en provincias en donde los puestos de trabajo nuevos solo alcanzan a 1 o 2 de cada 10 a los que el gobierno le quitó los subsidios de $ 150. Y los que siguen cobrando esos planes, congelados a $ 150 desde el año 2001, no pueden alimentar a sus hijos con los precios de la papa, la harina, las verduras y la carne por las nubes.
Las barbas en remojo
El gobierno cree que podrá esconder el estallido de la inflación y de la crisis energética hasta después de las elecciones de octubre. Miente con las cifras truchas del IndeK, y está tomando medidas enloquecidas, como el vaciamiento de las represas del Comahue, que no resuelven y provocarán una grave situación en la agricultura de riego de esa zona.
Mientras se desentiende de la grave situación popular, el gobierno le dio $ 930 millones a las petroleras para entregar gasoil a los monopolios al precio del gas. Son las mismas petroleras que no invirtieron un dólar. Y le puso a Puerto Madero un tranvía “paquete” en el que gastará $ 775 millones. Kirchner le dio a los monopolios petroleros y a los nuevos y viejos ricos de Puerto Madero casi lo mismo que suma todo el presupuesto para planes sociales durante todo un año.
Las reservas del Banco Central llegaron a los 44.000 millones de dólares. El gobierno se sienta encima de ellas, con alma de usurero, y no gotea nada para los que están sufriendo el hambre y el frío: más de 50 muertos y recién empezó el invierno. ¡Cuántos más habrá en los meses fríos!
Kirchner solo tiene ojos para las encuestas electorales y los negocios, como la compra de una parte de YPF por sus testaferros y amigos. Pero el hambre, el frío, la enfermedad y la muerte provocan odio. El presidente peruano, Alan García, que también gobierna para los de arriba y dice que “la economía anda bien”, mandó al Ejército a desalojar un aeropuerto ocupado por los docentes, cuyo sindicato clasista lleva adelante una huelga que, como la de Oaxaca en México, conmueve a Perú con gigantescas movilizaciones populares. Y el brasileño Lula, cuyo éxito es que 130.000 brasileños tienen más de un millón de dólares en el bolsillo a costa de la pobreza popular, no pudo inaugurar los Juegos Panamericanos por la chiflatina de las tribunas.
Profundizar: más entrega y mano dura
Aunque el gobierno trate de ocultar el estallido de la inflación y de la crisis energética, esas calamidades están y vinieron para quedarse por varios años. Con todas sus consecuencias sociales.
Las consecuencias sociales del estallido de la inflación y la crisis energética profundizan el descontento popular contra esta política kirchnerista. El gobierno lo sabe, por eso busca “oxigeno político” a través de un triunfo electoral en octubre, para producir los ajustes que permitan “la profundización” de esta política, como dice la propaganda de la candidata oficial, Cristina K.
Esa profundización consiste en poner más en sintonía el país con el posible triunfo de los demócratas yanquis y las derechas que vienen triunfando en las elecciones europeas. Por eso el gobierno hocicó frente al reclamo de Bush, de llevar a las Naciones Unidas el libreto inventado por la CIA y el Mossad, sobre el sangriento atentado a la AMIA; libreto que coloca como responsable a Irán, país cuyo petróleo es codiciado por las grandes potencias.
También, el gobierno avanza con un “juego grande” con sus amigos de los monopolios petroleros. Ya firmó los contratos entreguistas por los que le regaló 2.300 millones de dólares a Pan American (60% de la British inglesa y 40% de la rusa Bridas, no de “Amoco” como dicen algunos “distraídos”). Y negocia con Repsol la compra del 25% de YPF que iría a parar a Eskenazi y otros testaferros y socios de Kirchner. Son negocios grandes a costa de los dineros públicos, mucho más grandes que los de la “bolsa” que tumbó a la ministra Miceli. Los millones para los “amigos” de la secretaria Picolotti no son nada comparado con los 10.448 millones que el gobierno ya ha entregado, sin ningún control, a las “organizaciones amigas”.
Además, el gobierno se ha comprometido a subir las tarifas de los servicios públicos, después de las elecciones, otra hocicada ante los reclamos de los monopolios imperialistas que se apropiaron de las empresas privatizadas. Esto provocará otra oleada inflacionaria.
Para todo esto, el gobierno tiene que garantizar que los trabajadores y el pueblo banquen estos ajustes. Por eso hizo aprobar la “ley antiterrorista” que convierte a los luchadores populares en “delincuentes”, como ya se está aplicando en España con sindicatos combativos que no se subordinan a las políticas de ajuste del gobierno de Zapatero.
Dos centroderechas
La “oposición” dentro del sistema, lo que le discute al gobierno, es que demora para hacer lo que tiene que hacer, para no pagar el costo político antes de las elecciones.
Tanto el peronismo anti K reunido en San Luis –con verdaderos Dráculas como Menem, Sobisch, Puerta, entre otros– al igual que Macri, Lavagna, López Murphy y otros, todos ellos hablan de “reconciliación”. En el lenguaje podrido de la política reaccionaria, significa echar un manto de impunidad sobre el genocidio dictatorial para que las Fuerzas Armadas y policiales garanticen la mano dura para los “ajustes”. Todos ellos critican a Chávez y plantean alinearse con Lula, la chilena Bachelet y el uruguayo Vázquez. Se proponen acuerdos para forzar la segunda vuelta electoral en octubre, desgastando políticamente al gobierno, para “acostarlo”, dicen, en el 2009.
De ahí que las elecciones de octubre se presentan como una puja entre dos coaliciones de centroderecha: 1) la que lleva a Cristina K, apoyada por los intendentes, gobernadores y jerarcas sindicales a los que la misma Cristina calificó de “impresentables”, para “profundizar” esta política con la reprivatización de la energía y la “ley antiterrorista”; 2) y la de los que quiere un país con más “orden” y más “previsible” para los de arriba.
Las dos coaliciones se preparan para la “mano dura” que le haga pagar el pueblo el costo del recauchutaje de esta política. Las dos se proponen apagar las brasas del Argentinazo. Lo que las diferencia es qué sectores de los de arriba serán los principales beneficiarios.
2 – Con las banderas de Fuentealba
La barriada de Santa Fe que se apropió de la soja de un tren carguero parado, pese a la represión policial que trató de impedirlo, es una muestra de la Argentina real, la de la desesperación que provoca el hambre. La que se abstuvo o votó masivamente en blanco en las recientes “internas obligatorias” santafesinas.
“Se escucha un rumor creciente de descontento generalizado, con signos manifiestos de rebeldía, y se multiplican las luchas obreras y populares. Se está produciendo un cambio favorable para la lucha de las grandes masas obreras y populares, y este cambio se realimenta con los cambios producidos arriba en el bloque de las clases dominantes. Se van creando condiciones para una crisis política nacional.” (Informe del Comité Central del PCR, 8/7/07).
Crece el movimiento contra la carestía en los barrios. Avanza la oleada de lucha por salarios de acuerdo a la canasta familiar, con triunfos. Se masifica el movimiento y la protesta de los desocupados y jubilados. Se multiplican las organizaciones y la lucha de los pueblos originarios y campesinos pobres por la tierra. Crecen los movimientos ambientalistas y coordinan sus organizaciones. Hubo movilizaciones en Santa Cruz contra la entrega del petróleo y el 17 se realizó el acto de los movimientos por la nacionalización del petróleo y el gas frente a Repsol. También se realizaba una nueva jornada por la aparición con vida de López, contra la ley fascista llamada “antiterrorista” y se recordaba un nuevo aniversario del atentado a la AMIA.
Una muestra del empuje popular, es la constitución de la Lista Lila para las elecciones nacionales de Ctera, encabezada por los dirigentes que han estado al frente de la lucha docente, los que barrieron con el gobernador kirchnerista en Santa Cruz, los que le torcieron el brazo en Tierra del Fuego, entre muchos otros sectores combativos de todo el país. Una lista que se propone barrer a la dirección de Yasky, entregada al kirchnerismo, para garantizar la lucha nacional por salarios de acuerdo a la canasta familiar y un presupuesto educativo que saque del colapso a la educación pública. Para que las banderas por las que luchó Fuentealba flameen en la Ctera y en cada escuela del país.