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02 de October de 2010

El pacto monetario con China

Hoy 1260 / Hoy más que nunca: ¡ni amo viejo ni amo nuevo!

Mientras Cristina Fernández coqueteaba en Chile con los líderes “progresistas” de los imperialistas ingleses y norteamericanos, el presidente del Banco Central de Argentina, Martín Redrado, negociaba con “su par”, el presidente del Banco Central de China, Zhou Xiaochuan.
El “encuentro” fue en Medellín, Colombia, en el marco de una reunión del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). ¿Y qué negociaban? Nada menos que un supuesto crédito de respaldo (swap) para las reservas internacionales de la Argentina, hoy comprometidas por la política del kirchnerismo de pago de los vencimientos de la deuda externa ilegítima y usuraria.
Decimos supuesto porque el gobierno kirchnerista y el gobierno chino pretenden presentarlo así, pero en realidad no se trata de un crédito en la que todavía hoy es la moneda de reserva internacional, el dólar, sino que es un crédito en la moneda china, el yuan. No “se trata de un modo de garantizar el acceso a una moneda internacional (sic) en caso de eventual iliquidez”, como dice el comunicado del Banco Central de Argentina, porque el yuan, a diferencia del dólar, no es una moneda internacional, al menos por ahora, sino una moneda nacional, la china, que solo sirve para pagar las compras en ese país.
Se explica que China, como país capitalista imperialista que es, promueva este tipo de pactos, tanto por razones comerciales como geopolíticas. Con ello se asegura, en este caso, poder venderle más a la Argentina que lo que le compra, y lo hace estableciendo una especie de alianza monetaria (un pacto de pagos) por fuera del dólar. China ya ha firmado este tipo de pactos con otros países dependientes de Asia, pero éste es el primero con uno de América Latina.
Es cierto que para la Argentina, en lo inmediato, le va a evitar tener que pagarle a China en dólares (ya que con Kirchner, Argentina ha pasado a comprar más de China que lo que le vende), con lo que logrará un alivio para pagar otros vencimientos en dólares (en la política del kirchnerismo de no cuestionar la deuda externa ilegítima y usuraria). Pero eso implica que se agrave la invasión de mercancías chinas en desmedro de la producción nacional, y que el país quede más atado al imperialismo chino, ya no solo comercial sino también financieramente.
Todavía no es un “acuerdo” tan abarcativo como el que firmó la dictadura de Justo en la década infame (de 1930) con Inglaterra (el pacto Roca-Runciman); más se asemeja al convenio de pagos, en marcos, que firmó esa misma dictadura con la Alemania nazi. Por otro lado, la magnitud del “acuerdo” es muy significativa: son 70.000 millones de yuanes, equivalentes a 10.200 millones de dólares, una cifra superior a los 9.000 millones que Kirchner pagó al contado al Fondo Monetario Internacional. De hecho, el gobierno kirchnerista está cambiando la soga de cáñamo del imperialismo yanqui por la soga de seda del imperialismo chino. Pero con eso no cambia la suerte del ahorcado.
Ante la crisis internacional, en vez de exigir a los países imperialistas la condonación de la deuda externa usuraria e ilegítima, y promover un frente común con los demás países dependientes para hacerlo posible, la señora de Kirchner coquetea con Gordon Brown y Barak Obama mientras su gobierno nos ata cada vez más al imperialismo chino. La consigna de los patriotas de Mayo de 1810, a casi 200 años de aquella gesta, adquiere palpitante actualidad: ¡ni amo viejo, ni amo nuevo!