El sectario no quiere ni rozarse con nadie que no piense como él. Son gente tan casta como el padre Gil, aquel cura que no conocía a ninguna mujer ni de vista y hasta tenía miedo de palparse a sí mismo, para no caer en pecado.
El sectario no quiere ni rozarse con nadie que no piense como él. Son gente tan casta como el padre Gil, aquel cura que no conocía a ninguna mujer ni de vista y hasta tenía miedo de palparse a sí mismo, para no caer en pecado.