En el libro Argentina de la Conquista a la Independencia, sus autores consignan que, desde Brasil, fueron introducidos 12.778 esclavos en Buenos Aires entre 1606 y 1654. Por la Compañía Real de Guinea, entre 1702 y 1714, ingresaron 3.475 esclavos. Entre 1715 y 1752 los ingleses trajeron 16.535 negros esclavos hasta el puerto de Buenos Aires. De ellos 7.809 fueron remitidos al interior. Y desde 1742 hasta 1806 fueron llegando al Río de la Plata 26.000 esclavos, sin consignar las cifras de esclavos por medio del contrabando. No hay estudios serios que proyecten estas cifras por el crecimiento vegetativo ni por los entrecruzamientos con indios o blancos.
Al principio su ingreso era de poca monta, adquiriendo un ritmo más sostenido después de la autorización de la corona hispánica. Uno de los “pioneros“ del tráfico esclavista fue el obispo Victoria -en una fragata de su propiedad desembarcó en Buenos Aires en 1885 un importante carga de negros que luego fueron vendidos a Potosí-, y se registraron importantes contingentes de esclavos en las propiedades jesuíticas. Por ejemplo, en Tafí del Valle en Tucumán, son puestos en subasta luego de la expulsión de la Compañía de Jesús de estas tierras, en 1779.
Esta práctica esclavista toma impulso en 1791 en el Río de la Plata, cuando por cédula real se autoriza este comercio “a vasallos residentes en España o en Indias, a pasar en embarcaciones propias o arrendadas por su cuenta”. Y en 1793 se autoriza a súbditos americanos a pasar directamente al África en busca de esclavos. “Una vez permitido este libre comercio, se introdujeron en el Virreinato del Río de la Plata 2.689 esclavos desde 1792 hasta 1795 llegando esa cifra a comienzos del siglo XIX de 2.500 anuales” .
“Hacia 1650 las principales familias mendocinas eran poseedoras de uno o varios esclavos, calculándose en más de 200 el total. Un siglo más tarde en Córdoba y Salta había tantos negros y mulatos como blancos. Según el censo del Virrey Ceballos en 1778, en Tucumán los habitantes de origen africano puros o mezclados representaban el 64% de la población total, en Santiago del Estero el 54%, en Córdoba el 52%, en Jujuy el 15%, y en San Luis el 9%”.
Las normas del monopolio español eran muy estrictas, sólo estaba permitido el comercio de negros “bozales” extraídos directamente de África, destinados a las plantaciones de algodón, azúcar o a las minas del Alto Perú.
En las ciudades estaban destinados a los servicios, a las artesanías, etc. Se registran movimientos de resistencia a la esclavitud a fines del siglo XVIII, conatos de levantamientos impulsados por los franceses jacobinos y durante las invasiones inglesas o en fugas individuales abandonando a sus amos y sumándose a bandas de salteadores urbanos.
Los esclavos eran el último peldaño en la escala social, en una sociedad patriarcal estratificada socialmente en “castas” lo que “naturalizaba” la situación de esclavitud de los afro, o afro descendientes y sus combinaciones con blancos e indios, denominados en los documentos como morenos pardos o zambos. El Estado virreinal les tenía reservado el lugar en las milicias urbanas de servicios, en 1801 estaban ya constituidos los batallones de negros pardos e indios, “su objetivo era reemplazar a las demás fuerzas cuando salían a la campaña haciéndose cargo de la policía y el orden interno”.
Como se reseña en Cuadernos de Historia: “En 1812 en la campaña de Cuyo hay 12.700 negros, el 29% de la población…solo 4.500 son esclavos. En 1814 en La Rioja se cuentan 6.000 negros y mulatos, el 43% de la población, solamente 1.000 eran esclavos”…
“El Ejército de Los Andes, sobre el total de 4.000 hombres, tenía 800 de color”, “para incorporarlos San Martín tuvo que vencer el prurito aristocrático de muchos de sus oficiales, cuyas familias habían sido propietarias de esclavos, y no los consideraban dignos de participar al igual que los blancos en la lucha por la Independencia”.
La prueba de fuego fue su participación destacado en las invasiones inglesas, integrando una compañía de Granaderos de Pardos libres, una compañía de milicias de artillería y un regimiento urbano de comercio. Participaron en La Reconquista y en la Defensa “gran cantidad de voluntarios criollos españoles y negros, estos “prestados” o donados por la buena voluntad de sus aterrorizados amos”. Liniers avanzó en otorgar protagonismo en el ejército a criollos, negros pardos e indios, puesto que a todos ellos les estaba vedado el acceso a la milicia y a los ascensos en los cuadros jerárquicos castrenses, reservados en exclusividad a los blancos, y como signo de discriminación hacia los negros no podían integrar los batallones de caballería.
Así, poco a poco y pagando con su sangre, fueron conquistando su libertad en un largo proceso, papel aún hoy negado por la historiografía oficial, “ninguneado¨ en la conciencia colectiva, presencia invisibilizada como parte integrante de nuestra conformación identitaria, luego de que dejaron sus huesos en los campos de batalla americanos.
En la Defensa de Buenos Aires integraron el Batallón Nº 17 de Pardos y Morenos. Como recompensa por su valor en combate fueron premiados mediante sorteo con su libertad unos setenta esclavos sobre un total de seiscientos ochenta y seis esclavos que comprendían el batallón. “El acto de manumisión de los setenta esclavos fue imponente…en una urna colocada a la izquierda se encerraron los nombres…considerados por sus hazañas dignos de la libertad”. . Es de imaginar la alegría de unos pocos y la tristeza y el dolor de muchos, que veían frustrados sus anhelos de lo más preciado para un ser humano: la libertad.
Los negros asistidos en los hospitales de los Betlemitas, de la Residencia, de San Francisco y de San Miguel para el 19 de julio de 1807, eran 18 negros heridos y 8 pardos en la misma condición. Tres días más tarde esas cifras eran de 24 negros y 9 pardos heridos. Eso da un total de 59 hombres heridos en el combate .En cuanto a los muertos contabilizados después del combate sumaban 35, contribución de sangre y vidas poco reconocidas hasta el presente.
El general inglés Whitelocke , derrotado en Buenos Aires, reconoció que “cada dueño de casa defendiendo con sus esclavos su morada, cada una de estas era una fortaleza, y tal vez no sería mucho decir que toda la población masculina de Buenos Aires estaba empleada es la defensa”. Le faltó agregar a las mujeres y niños partícipes en la Defensa, ampliamente reconocidas por los historiadores.
El motín de Álzaga
Un nuevo capítulo en esta historia, en vísperas de la Revolución de Mayo, se escribió el 1 de enero de 1809, con motivo del fracaso del motín de Alzaga, que pretendía la renuncia del virrey Liniers -héroe de la Reconquista y la Defensa de Buenos Aires- por ser sospechoso de simpatizar con Napoleón y por favorecer a los criollos en la conformación del naciente ejército patrio.
Así relata Mitre -en su Historia de Belgrano- que los Patricios, formados en columna después de abandonar la Plaza, fueron a golpear la puerta de los cuarteles, de los cuerpos de Montañeses y Artilleros de la Unión mandados por el Coronel Pedro Andrés García -con los cuales creían contar los españolistas- que por el contrario se pusieron a las ordenes de Saavedra, y después los Andaluces. Con este nuevo refuerzo y la incorporación de los batallones de Arribeños, Pardos y Morenos “las fuerzas combinadas bajo la batuta de Saavedra les pusieron fin a la intentona sediciosa. La muchedumbre que se había reunido en la Plaza vociferaba junto a las tropas que lo apoyaban, irrumpieron en exclamaciones gritando ¡Viva don Santiago de Liniers¡ ¡no queremos que otro nos mande!, y hubo negros esclavos que se desnudaban de la camisa que cubría sus carnes, para ponerla de alfombra a sus pies”. Y agrega Mitre: “los cuerpos europeos fueron desarmados y los americanos conquistaron el medio casi exclusivo de llevar las armas,…su predominio militar quedó definitivamente establecido”.
Se comprueba lo que afirmo Mao Tse Tung dos siglos después “El poder nace del fusil”, y lo practicaron los patriotas en la guerra por la Independencia a lo largo de 15 años hasta la batalla final en Tumusla.
En su libro La Gloriosa Insurrección, Eduardo Azcuy Ameghino apunta, de acuerdo con otra crónica de cuño hispánico, que luego de la detención de los cabecillas del grupo de Alzaga “el virrey redobló las patrullas de patricios , mulatos y negros, empezó a desarmar a todos los españoles, los valerosos cuerpos de catalanes, vizcainos y gallegos quedaron disueltos, sus banderas quitadas, y toda casa donde habitaba algún europeo era despojada de cualquier arma que se encontrara en ella”. Azcuy cita la carta de un comerciante de Buenos Aires a la Junta Central de Sevilla que reclama: “su auxilio en virtud de los vejámenes y ultrajes que estamos padeciendo los tres batallones de voluntarios de Cataluña, Vizcaya y Galicia tanto del superior gobierno como de los hijos de la Patria con ellos agregados, toda clase de indios, pardos, mulatos, morenos y aun de nuestros propios esclavos, sufriendo los mayores oprobios” .
Este era el clima de aprestamiento bélico previo a la revolución donde los protagonistas de la pueblada velaban armas, desarmando a su vez a las fuerzas armadas de los colonialistas. En estos hechos cumplieron un protagonismo destacado los afro americanos Estos sectores oprimidos y postergados devolvían así, los vejámenes y humillaciones que por tres siglos habían soportado, veían la oportunidad de sacudirse el yugo del poder colonial.
Luego de la derrota de los ingleses “las crónicas locales resaltaron junto al sacrificio de las tropas y de la población, el valor y la incidencia de los esclavos en el resultado de la lucha, los cuales en el numero de 2.000, con un valor no esperado atropellaron entre el fuego enemigo, únicamente con picas, espadas y cuchillos, hasta llegar con ellos a las manos, en términos que mucha parte de la victoria se debe a su valor y esfuerzo “.
A pesar de esta entrega por la libertad pocos esclavos, negros, mulatos y zambos lograban su libertad y reconocimiento social Ya con Cisneros en el poder, este pretendió sacarse de encima al batallón de negros pardos y morenos, enviándolo a Montevideo, luego de la detención de Álzaga el 4 de noviembre de 1809 acusado por el virrey de “independentista y de presunto separatista”, por su accionar durante las invasiones inglesas. ” No era la única noticia ese día…ya que se teme una revolución, hoy mismo se ha mandado que venga la guarnición de Montevideo, y que pasen allá tropas de negros y mulatos de esta, pero estos han dicho que no salían de la capital.¨
Según las memorias de Beruti en junio de 1807 el cuerpo de pardos de infantería estuvo integrado por nueve compañías: 5 de pardos, 2 de indios, y 2 de negros, mientras que el cuerpo de pardos de artillería, estaba formado por 4 compañías de pardos, 2 de negros y 2 de indios. Ello se ve avalado por las cifras de los censos de 1806- 1807.
“A los pardos y morenos se los uniforma, se les da una bandera y se los pertrecha de la mejor manera posible. El cuerpo de pardos de infantería parece haber tenido el cuartel en las inmediaciones del Cabildo, mientras que los pardos dedicados a la artillería gruesa tuvieron cuartel en El Retiro” – Por un acta del Cabildo de marzo de 1807 se conoce de la existencia de un batallón integrado exclusivamente por esclavos. Su comandante José de María advierte que: “el mejor premio que sus esclavos merecen es la libertad…y alcanzar a aquellos que se distingan en acciones bélicas”. “En julio de 1809 al asumir Cisneros se da a la tarea de disolver los cuerpos de milicia urbana sospechosos de independentistas, pero ya era tarde, dispuso dejar seis batallones de urbanos patricios, montañeses, andaluces, arribeños, granaderos y castas. El batallón de castas contaba con nueve compañías, dos de las cuales eran de granaderos de pardos , pero el cuerpo de castas de artillería había quedado disuelto… tratando de mandar las mejores tropas a sofocar una rebelión en el Alto Perú (1809) y no permitiendo que hubiera nuevos reclutamiento de criollos”. Algunos esclavos y soldados de estas fuerzas desertarían y luego se sumarían al ejército patrio de observación, como el soldado Ramón Parejas, soldado de Artillería de La Patria. Fue con Nieto, se desertó, se presentó en Tucumán al ejército auxiliador, incorporándose a Roque José de Tollo y bajo sus órdenes asistió a los combates de Cotagaita y Suipacha y salió de ésta herido.
En un fragmento autobiográfico de Saavedra referido a los días previos a la asonada alzaguista del 1 de enero de 1909 se puede apreciar el clima pre -revolucionario que reinaba en Buenos Aires y la correlación de fuerzas favorables a los patriotas bajo el área protectora de Liniers. “Yo tenía personas que al momento me comunicaban cuanto se decía, se acordaba en esas reuniones (del alzaguismo). Mis compañeros de armas don Gerardo Esteve y Llac, comandante de la Artillería de La Unión del cuerpo de montañeses…del cuerpo de Arribeños…El cuerpo de pardos y morenos y don Martín Rodríguez…con quienes estaba de acuerdo en repeler a toda costa aquella agresión”. Es decir que el cuerpo de “castas “formaba ya un bloque compacto bajo la jefatura del Comandante Saavedra y sus Patricios, como lo reconoce el mismo: “en seguida me dirigí con la misma formación a los cuarteles de montañeses, Arribeños y Artilleros de La Unión. E incorporados todos con ocho piezas de artillería, tren volante que tenían, me dirigí a mi cuartel…Los Húsares, Arribeños y Pardos y Morenos estaban también sobre las armas, en El Retiro los primeros y en La Plaza de Montserrat los segundos, mas todos en acuerdo conmigo”
Luego de la segunda invasión el gobierno colonial comenzó a premiar a los combatientes esclavos o a sus viudas con la libertad a través de la compra de los mismos, con dineros del erario con elevadas sumas. “En ese primer sorteo se otorgo la libertad a un importante número de esclavos…por parte del Capitán general…serian pagados a sus amos a razón de 250 pesos cada uno” . Esta práctica resultaría un lucrativo negocio para los amos que recuperaban con creces los costos. Pero en líneas generales la libertad era premiada en cuentagotas.
Papel de los Regimientos de negros en la Revolución de Mayo y la guerra por la Independencia
En mayo de 1810 los regimientos de negros, llamados eufemísticamente de pardos y morenos se ubicaron en el bloque comandado por Saavedra y luego participaron en todas las expediciones de los ejércitos auxiliares de la Revolución, pero fue con San Martín que se destacaron dejando regados de sus huesos en los campos de batalla por la Independencia americana.
Luego de instalada la Primera Junta, se comenzó a percibir cambio de rumbos acordes al contenido revolucionario que expresaba el nuevo gobierno, bajo la batuta de su secretario, don Mariano Moreno. Así se ordenó la separación de los indios de los regimientos de castas. “El día 8 de junio fueron a la real fortaleza los oficiales naturales indios, que hasta aquí habían servido agregados a los cuerpos de castas de pardos y morenos y recibiéronles la Junta, se les leyó a su presencia y por el secretario la orden siguiente: “La Junta no ha podido mirar con indiferencia que los naturales hayan sido incorporados al cuerpo de castas…excluyéndolos de los batallones españoles a que corresponden por su clase y por expresas declaratorias de su majestad, en lo sucesivo no debe haber diferencias entre un militar español y el militar indio, ambos son iguales”.
Es notoria la diferencia de tratamiento dado a los negros aun para los líderes mas avanzados de la Revolución. “En esta virtud ha resuelto la Junta, a consecuencia de una presentación de los mismos naturales, que sus compañías pasen a integrar los regimientos 2 y 3, bajo sus mismos oficiales”
Campaña del “ejército auxiliar” enviado al Paraguay
Al frente del “ejército” fue nombrado don Manuel Belgrano, vocal de la Junta Patria. “Se destinaron 200 hombres de la guarnición de Buenos Aires, entresacados de los cuerpos de Arribeños, Pardos y Morenos y del batallón de Granaderos de Fernando VII. Se le unen piquetes de la costa del Paraná y milicias de Misiones y Corrientes, el 28 de setiembre llega a San Nicolás de Los Arroyos, allí encontró 357 hombres, de los cuales sólo 60 eran veteranos pertenecientes a los Blandengues de la frontera, llamado desde ahora Caballería de La Patria”. Decía Belgrano: “Los soldados son todos bisoños y los más huyen la cara para hacer fuego”… “las carabinas son malísimas y a los tres tiros quedan inútiles” .Ese era el “ejército” que debía organizar el Gral. Belgrano, toda una hazaña digna de un gran jefe militar.
“En Noviembre Elías Galván informaba desde Corrientes a la Junta sobre la organización de fuerzas y caballada para la expedición al Paraguay ofreciendo a Belgrano 100 indios y 80 pardos “hermosos”, que ya estaban entrenándose como artilleros.”. Cuando Belgrano comunicó a la Junta en diciembre de 1810, “su total carencia de caballos y hombres se le respondió enviando un regimiento de pardos para reforzarlo”. “.
Ya cruzando el Paraná con una pequeña fuerza de 950 hombres, la mitad de infantería y la mitad de caballería con 8 cañones, Belgrano envía a Warnes se secretario a parlamentar con los paraguayos, pero es tomado prisionero y enviado engrillado a Asunción como un vulgar criminal, enardecido lanza un ultimátum: “Traigo la paz, la unión, la amistad en mis manos para los que me reciban como deben, del mismo modo traigo la guerra y la desolación para los que no acepten nuestros bienes”. Mitre –“desde un escritorio”- criticará esta determinación de dar batalla en circunstancias de tanta desproporción de fuerzas. Belgrano, consultado su estado mayor, les arengaba: “para nosotros no hay retirada, sin que primero intentemos imponerles atacándolos, si es que ellos no nos atacan antes…esos que hemos visto antes no son sino bultos.” (Se refería a los 6.000 soldados paraguayos que en formación esperaban a tiro de fusil, que el general había observado desde un montículo). “Los más no han oído aun el silbido de una bala, y así es que yo cuento mucho con la fuerza moral que esta a nuestro favor. Tengo la resolución tomada.”
“A principios de marzo la Primera Junta ratificaba a Belgrano la remisión de 441 hombres constituyendo un regimiento de castas que se hallaba en Santa Fe. Belgrano respondió desde Tacuary afirmando haber dado órdenes para que pardos y morenos patricios, hallen los auxilios necesarios en su marcha y su Tte. Coronel Martín Galain anticipe una división de 200 hombres a los efectos convenientes”. Una vez más Belgrano nos muestra una faceta de su personalidad de hombre de decisiones firmes en aras del bien de la Patria y de la propagación del ideal revolucionario -objetivo cumplido con creces en Paraguay, a pesar de la derrota en el campo militar-, puesto que, como manifestó a los patriotas paraguayos, el suyo no era un ejército de conquista. Y ratificó que, antes que el arma, está el hombre y su espíritu de combate. Mitre criticaría su línea atribuyéndola a la “inexperiencia y poco conocimiento del arte militar”, él, que fue parte de un ejército de ocupación en la guerra llamada de “la Triple Alianza”, por mandato de los británicos, guerra genocida del pueblo paraguayo.
En la batalla de Paraguary, Belgrano dispuso dos columnas, “en una de ellas formaron los regimientos 1 y 2 de Patricios, la de pardos, y la caballería de la Patria…y entre ambas divisiones serian como 400 y tantos hombres”.
Como vemos la incidencia del aporte de los negros en la campaña militar en el Paraguay no fue menor y fueron tomando experiencias guerreras como infantes para otros servicios a la Patria, sin que se encuentren referencias de las bajas que los negros sufrieron en esta campaña.
Campaña de la Banda Oriental
En la Banda Oriental, la plaza de Montevideo se convirtió en un bastión de las fuerzas realistas dispuestas a enfrentar a los patriotas de mayo y ahogar en sangre la revolución. Los patriotas orientales fueron gestando silenciosa y furtivamente el levantamiento de toda la campaña, dirigidos por el jefe de los blandengues José Gervasio Artigas, El 28 de febrero de 1811 unos cien hombres de las fuerzas revolucionarias lanzaron el Grito de Asencio y tomaron el pueblo de Mercedes. El grito de guerra de los gauchos artiguistas era de “vencer o morir”.
Se fue conformando así un ejército de los desheredados, “alucinados”, por el llamamiento artiguista a todas las clases sociales del arco patriota: al “ejército nuevo” se incorporaron, asimismo, “los indios, que con indómita fiereza y odio secular al español, constituyendo contingentes valerosos y fieles; los charrúas y minuanes, y también los tapes de la tierra misionera. Por su parte los negros esclavos- aunque poco significativos militarmente- se fugaban del dominio de sus amos y buscaban en el ejército patriota un refugio, en el que pudieran concretar su derecho a la libertad”…“Y, finalmente, los curas patriotas, tribunos del ideal revolucionario y muchos de ellos de destacada y activa participación en las luchas armadas. Ignacio Mestre y Silverio Martínez, en Paysandú, el Dr. Juan José Ortiz en Montevideo, Tomas Gomensoro en Soriano; José Valentín Gómez en Guadalupe; José María Enríquez en Colonia; Manuel de Amenedo Montenegro, en San Carlos; Gregorio Gómez en San José, fueron en su carácter de párrocos, verdaderos propagandistas de la revolución, papel al que contribuyeron por su parte, los miembros del clero regular, dominicos mercedarios y franciscanos”. Luego se iniciaría el primer sitio a Montevideo al que se sumaria con tropas de Buenos Aires el General Rondeau
“Rondeau dispuso una emboscada de 100 hombres del Regimiento de Pardos y Morenos, Patricios al mando de su comandante Agustín Sosa (su total era de 450 hombres), y otro tanto de Voluntarios de caballería. Después de sufrir durante 2 horas el fuego vivísimo de los realistas. Esos efectivos hicieron retroceder a sus enemigos con precipitación y Rondeau afirmaba “La intrepidez y voluntad de los pardos y morenos, y de su denodado jefe los hace dignos de los mayores elogios. En éstos no hubo ni un solo herido”. En el combate de Las Piedras, “que tuvo como héroe indiscutido a José Artigas al mando de mil hombres armados en su mayoría sólo con cuchillos enastados, Rondeau le había confiado los movimientos de la vanguardia de su ejército titulándolo Comandante Principal de las Milicias Orientales. Dos días antes de la batalla, Rondeau reforzó la división de Artigas con 430 hombres de Patricios y Pardos de Buenos Aires al mando del Comandante Ventura Vázquez dotado de 4 piezas de a 2, servidos por 40 artilleros”.
La batalla de Cerrito del 31/12/1812, “en un principio favoreció a los españoles mandados por Vigodet, pero se convirtió en una derrota, cuando los Pardos y Morenos avanzaron sobre el enemigo en medio de la retirada. Los españoles abandonaron muertos, heridos y prisioneros, refugiándose nuevamente en la plaza de Montevideo”. “Durante el segundo sitio de Montevideo, es destacable que al tomar la Plaza el 26/6/1814 el Brigadier Coronel Carlos de Alvear, estaba a su mando un regimiento llamado de Pardos y Morenos a sueldo y otro de Morenos de nueva creación, en total 344 soldados.” Rivadavia -señala Real- “se preocupó en ayudar a los orientales en su lucha contra los portugueses .Envío a Artigas un regimiento de Pardos y Morenos (la mejor infantería de la patria) y de caballería, y treinta y seis carretas de municiones y víveres”
Campañas del Ejército destinado al norte
Mientras tanto el Ejército del Norte continuaba hacia El Alto Perú, al mando del General Antonio González Balcarce, luego del triunfo de las armas de La Patria en Suipacha, donde participa un regimiento pequeño de negros no mencionados el los partes de batalla porque fue decisiva en ella la caballería gaucha norteña y alto peruana, recién se menciona se participación después de Huaqui donde las divisiones de la izquierda criolla al mando del Coronel. Eustaquio Díaz Vélez, estaban conformadas entre otras fuerzas, por las compañías de Pardos y Morenos de Buenos Aires y Córdoba.
“El 31/07/1811 desde La Plata (Charcas), el General González Balcarce informaba sobre esa batalla : Los oficiales de las compañías de pardos y morenos patricios de esa capital no sólo se han desempeñado en la acción con el honor que siempre han acostumbrado en tales casos, sino que después han dado las más completas pruebas de su constancia en las adversidades, de su subordinación, de su amor al servicio, y del interés que tienen en demostrar su anhelo con que desean ser útiles a su patria”. Pero el informe olvida que los oficiales sin la tropa no son nada.
En las batallas de Tucumán y Salta también combatieron los regimientos de Morenos y Pardos, integrando una compañía de Granaderos y la Nº 6, ambas divididas en dos. Paulatinamente los cuerpos de los ejércitos patrios incluidos los de Morenos y Pardos, avanzando en su proceso de profesionalizaron y mejora en su armamento.
Las referencias sobre la participación de los negros en las batallas de Ayohuma y Vilcapugio fue reflejada así por Mitre: “El 5 de Septiembre empezó a moverse el ejército argentino de Potosí…la fuerza que reunió allí se dividía en 6 batallones y un regimiento de caballería de 500 plazas, cuyo total ascendía a 3.500 hombres con 14 piezas de artillería incluso dos obuses – La deserción que había sufrido el ejército en Potosí que no bajaba de 500 hombres, era la causa de que abriera la campaña con tan poca fuerza “. Belgrano tenia expectativas en el aporte de 2.000 indios con la jefatura del cacique Cárdenas, Para Mitre era “masa informe incapaz de resistir en campo raso el choque de una compañía de buenas tropas “…de los 3.500 hombres presentes mas de 1.000 eran reclutas, de los recientes incorporados a las filas, la artillería era por lo general mala y mal servida, la caballería iba casi a pie, la tropa mal provista de ropa de abrigo .A pesar de esto nadie dudaba del triunfo”.
“El regimiento de Pardos y Morenos participa con la jefatura del Coronel Superí.”
El desarrollo de la batalla relatado por Mitre es revelador del cambio de suerte de una batalla a favor de los realistas que iban perdiendo. “En este momento rompióse un fuego horroroso por una y otra parte…La derecha compuesta del batallón de Cazadores avanzó bizarramente y chocó con el batallón de partidarios…siguiéndose una lucha terrible y encarnizada .El batallón de Partidarios fue al fin hecho pedazos, y sucumbieron a su lado tres capitanes y como 100 soldados entre muertos y heridos…El centro enemigo con su flanco izquierdo descubierto, pretendió hacer pie firme, pero atacado por los batallones1 y 2 del regimiento 6 y el cuerpo de Pardos y Negros Patricios, y heridos los jefes que lo mandaban,…se entregó a la fuga, dejando el campo sembrado de cadáveres y heridos, y arrastró en su derrota a toda su reserva…En este momento presentóse el General Belgrano, animando a la tropa a continuar su triunfo, la que contesto con un entusiasta ¡Viva la Patria!”
Esta apretada síntesis del relato finaliza con el General en retirada conmovedora: “Belgrano tomó entonces en sus manos la Bandera Argentina y echando pie a tierra, consiguió reunir a los tambores y como una cuarta parte de la rota reserva, subió con esta pequeña fuerza a uno de los morros en que había apoyado su espalda…Desde aquella altura , que dominaba el campo de batalla, púsose a tocar reunión, siempre con la bandera Argentina en la mano…los tambores continuaron tocando llamada, los soldados recogiendo heridos, y los dispersos reuniéndose en el morro en torno a su general…Eran ya las tres de la tarde, y las miserables reliquias del ejército argentino reunidas en el morro no alcanzaban a 400 hombres…” Por último reproducimos la arenga del General a sus diezmadas fuerzas que lo pintan con tinta indeleble: “ Conozco por sus nombres y apellidos, les digo , a todos los valientes que en este momento están conmigo; yo sabré recomendarlos a la gratitud de la patria; y si por desgracia llegasen a abandonarme en esta retirada , yo moriré solo por el honor del ejército” . La tropa, conmovida, contestó espontáneamente: “¡Todos moriremos al lado de nuestro general!”. Belgrano “había perdido todo su parque y artillería, más de 4.000 fusiles y sus mejores jefes; había dejado tendidos en el campo como trescientos cadáveres de los vencedores de Tucumán y Salta, con muchos prisioneros, salvando únicamente 1.000 hombres”
Tras titánicos esfuerzos, coraje sin fin y una fe inquebrantable, rehizo su destrozado ejército en breve tiempo aprestando sus tropas para una nueva batalla que libraría en Ayohuma con un desastre similar a Vilcapugio, obviaré el análisis de este contraste donde siguieron regando con su sangre los negros del diezmado batallón llamado de ”Pardos y Morenos.” En Ayohuma “la batalla estaba perdida, no había que pensar sino en la salvación…allí Belgrano enarboló la bandera del ejército y empezó a tocar reunión…dio tiempo al general patriota para que se le reuniesen como 400 hombres de infantería y como 80 de caballería. Todo lo demás o se había dispersado o quedaba en el campo de batalla, artillería, bagajes, parque, mas de 500 prisioneros, entre ellos gran número de oficiales, cerca de 200 heridos que cayeron en poder del enemigo y otros tantos muertos. El enemigo compró caramente esta victoria a costa de 500 hombres fuera de combate de los cuales más de 200 muertos y como 300 heridos”
Fueron tremendas las perdidas por ambos bandos, no sabemos cuantos negros murieron, suponemos que siendo su integración en las fuerzas de infantería, las bajas fueron numerosas. “El mayor Cano comandante de cazadores, y el Coronel Superí, jefe de los Pardos y Morenos quedaron muertos al frente de sus batallones”. Según la declaración del mismo general español Pezuela, la infantería patriota “soportó valerosamente el cañoneo que barría sus hileras, manteniéndose con tanta firmeza como si hubiese criado raíces en el lugar que ocupaba. Nunca se ha hecho un elogio mas grande de las tropas argentinas, y merece participar de el una animosa mujer de color llamada María, a la que conocían en el campamento patrio, con el sobrenombre de “Madre de la Patria”, acompañada de sus hijas, con cántaros en su cabeza, se ocupó durante todo el tiempo que duró el cañoneo en proveedor de agua a los soldados”.
María Remedios del Valle que así se llamaba, integró el ejército del Norte, desarrollando tareas de logística y cuidado de los heridos, con sus hijas y otras mujeres fueron reconocidas en la historia como “las niñas de Ayohuma”. “Deambulando por La Plaza de La Victoria, en San Francisco, San Ignacio o Santo Domingo, podía verse en Buenos Aires, en 1827 a una anciana mendiga, de tez morena, que pedía limosna. Se alimentaba con los restos de comida y el pan que le daban en los conventos”. Como se ve se reitera en decirles “mujer de color” o “de tez morena “a una heroína de la patria afro descendiente. “Habían pasado 14 años desde la Batalla, por lo tanto algunos veteranos la conocían. El General Juan José Viamonte, después de mirarla detenidamente, le preguntó su nombre. Al oírlo se volvió a sus acompañantes: Esta es “la Capitana”, dijo, “la Madre de La Patria”, la misma que nos acompañó en el Alto Perú. Se trata de una verdadera heroína. Cuando siendo electo diputado fundamentó su proyecto de reconocimiento dijo: “Yo conocí a esta mujer en el Alto Perú y la reconozco ahora aquí, cuando vive pidiendo limosna…Esta mujer es realmente una benemérita. Ha seguido al ejército de la Patria desde 1810, y no hay acción en el Perú en la que no de haya encontrado. Es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de bala, y lleno también de las cicatrices por los azotes recibidos de los enemigos, y no se debe permitir que deba mendigar como lo hace”.
La disposición previa de las fuerzas ordenada por Belgrano en las Pampas de Ayohuma era la siguiente: “La derecha de los patriotas que como queda dicho estaba cubierta por el barranco y coincidía por la extremidad de un cerro se componía del regimiento de Dragones y de los batallones de Cazadores Pardos y Morenos mandado el primero por el Coronel Diego Balcarce, y los segundos por el Mayor Cano y el Coronel Superí”
Sobre esta disposición Mitre opina que era la apropiada pero lo critica por no haber atacado al ejército realista al bajar en hilera al llano “para que no se le escape ningún soldado español” .
Luego de estas derrotas llega en retirada a Jujuy con 800 hombres, luego de incorporarse 1000 soldados de refuerzo Belgrano informa sobre la composición de estas fuerzas con fecha 03/01/1814: Artillería 42 soldados, Nº 1 de infantería 338, Nº 6 de infantería 213, Cazadores 164, Pardos y Morenos 188, Caballería de línea del Perú 180, milicias de dragones de Tucumán 374, Caballería de Salta 153, Decididos de Salta 48, Lanceros de Cochabamba 46, Cuerpo de partidarios de Salta 48, más 181 oficiales.
Es decir que sólo 188 negros volvieron con vida del Alto Perú, la Patria les debe reconocimiento.
Batalla de Sipe Sipe, participación de los negros
La última batalla importante librada por el ejército del Norte, bajo el mando mediocre del General Rondeau terminó en forma desastrosa. Así lo consigna Mitre: “La pérdida de los patriotas pasó de 1.000 hombres entre muertos heridos y prisioneros dejando en el campo de batalla una bandera – la del 7-, 9 piezas de artillería y como 1.500 fusiles”. Ante este espectáculo desconsolador, uno de los antiguos oficiales del ejército del Perú exclamaba, “¡Que comparación con las retiradas del ejército de Belgrano!: perdió tres cuartas partes de su ejército en el campo de batalla y salvaba lo que quedaba, conservando la disciplina y el honor de nuestras armas.” . Como sabemos en esta batalla, en noviembre de 1815, los dos batallones de negros y mulatos libres fueron diezmados.
San Martín y sus negros
“A pesar de que su nuevo regimiento montado no poseía negros entre sus integrantes, San Martín contó casi desde el principio con la creciente participación de castas en sus tropas. Es por eso que, cuando a fines de ese año recibió ordenes de hacerse cargo del Ejército del Norte, sus tropas al efecto se componían de 1.200 hombres. Un dato interesante consignar que de ellos 800 eran negros (vale decir 2/3 de la expedición)”. Me parece incorrecta esta cifra. Sobre este tema opina Páez de La Torre: En su estadía en Tucumán al frente del Ejército del Norte, en 1814, San Martín aumentó sustancialmente las plazas del Regimiento 7, compuesto de libertos negros y mulatos: allí concentró todos los negros y pardos del ejército, los esclavos que rescató en Córdoba y los que rescató en Tucumán. De esta manera dio a esa unidad el necesario espíritu de cuerpo y una considerable importancia militar. Apunta Pérez Amuchástegui que el Regimiento 7 tubo el bautismo de fuego en Sipe-Sipe, pasó luego a Mendoza y allí, nuevamente reorganizado, fue “modelo de disciplina” en las campañas sanmartinianas de Chile y Perú”.
El Ejército de los Andes
“Hacia el 04/11/1814 habían salido de Buenos Aires rumbo a Mendoza 300 negros integrantes del Regimiento Nº 8 de Libertos a cargo del Comandante Matías Balbastro. Pronto San Martín acaricia el proyecto de expropiar esclavos de la Intendencia de Cuyo, como decisivo arbitrio para engrosar sus tropas”. La Comunidad religiosa de los agustinos de Mendoza “aportó” 300 esclavos de su propiedad por gestión de San Martín, aprobada por el Director Álvarez Thomas, un hombre de la Logia Lautaro, peruano de nacimiento. Apoyado en esa idea de cuerpos de negros esclavos por Pueyrredón, se dio a la tarea de conseguir la anuencia de los amos de los esclavos, con diversas estrategias de persuasión.
En respuesta a Godoy Cruz, no muy de acuerdo con esta política San Martín le respondía, “No hay remedio mi buen amigo, solo nos puede salvar poner a todo esclavo sobre las armas, por otra parte, así como los americanos son lo mejor para la caballería, así en verdad no son los mas aptos para la infantería, mire usted que yo he procurado conocer a nuestros soldados, y solo los negros son verdaderamente útiles para esta ultima arma”…“Y San Martín expidió un decreto declarando la libertad de las 2/3 partes de los esclavos aptos para el servicio de las armas,…de esta forma el ejército de los Andes aumentó sus efectivos con soldados robustos y vigorosos, hasta superar el número de 3.000”…“Del Regimiento 8 muy pronto llegaría a cubrir 900 plazas, al sumarse la esclavatura de la provincia”.
Y ante un reclamo suyo se lo habilitó para nombrar negros para los cargos de cabos y sargentos, una herejía para la época.
En 1817, 406 esclavos son rescatados para integrar el batallón de Cazadores, varios niños lo integraron, como Miguel Pestana de 10 años o Antonio Moslera de solo 8 años. El rescate costó poco dinero y los chiquillos fueron considerados “aptos” para las armas. Es probable que sean los tambores de la banda. (Archivo General de la Nación). El 22/11/1816 dio la orden al Coronel. Antonio Beruti para crear un regimiento de zapadores de cívicos y pardos, desdoblando en dos el Regimiento de Infantería Nº 8, en adelante sería el Regimiento Nº 7, con 769 integrantes y el Nº 8 con 783, con abrumadora mayoría de negros, más el batallón de artillería, 241 de la misma procedencia. Estos cuerpos formaron en el Perú el Regimiento Río de La Plata. En el batallón de Cazadores, sobre un número de 560 soldados, no están discriminados cuántos negros lo integraban.
Gravemente enfermo San Martín fue atendido en Chile por el médico negro Zapata, “cirujano mayor del ejército…Era un negro limeño modesto y aplicado, pero verboso. Como es sabido en el imperio colonial, ningún hombre blanco y de buena estirpe estudiaba y ejercía la medicina en los pueblos del Pacifico. Se le tenía por profesión baja y menospreciada, de que se habían apoderado los negros y criollos, con no poco talento, al pensar de muchos, pero con estudios incompletos… Decíase que este médico era hijo del canónico Zapata.” En la batalla de Maipú, como sabemos, participaron con heroísmo los batallones 7 y 8 de negros. Afirma V. F. López: “El triunfo había sido costoso, también para los patriotas, además del Teniente Coronel Brueras perdieron siete oficiales de mérito y como 700 hombres entre muertos y heridos” Otros autores elevan estas cifras a mil bajas, la mayoría de ellas de negros.
Así J. J. Real afirma que en la Batalla de Maipú “el enemigo perdió 1.000 hombres, 2.200 prisioneros, 3.800 fusiles, 1.200 tercerolas y todo el equipo. Las tropas patriotas tuvieron 1.000 bajas entre muertos y heridos, la mayoría de las cuales eran negros libertos de la región de Cuyo, que lo mismo que en la Batalla de Chacabuco, habían dedo pruebas de heroísmo sin igual.” En la campaña del Perú, Real afirma que “San Martín ocupó Pisco y rápidamente se apoderó de los valles de Chincha y Nazca, sublevando a los pueblos e incorporando a los negros esclavos de las plantaciones a su ejército”. En su política como Protector de Perú San Martín “abolió todo sistema de opresión de los indígenas. Emancipó a los esclavos que tomaron las armas para luchar por la Independencia”.
La Banda de música del Ejército de Los Andes
La primera banda del Ejército Libertador nació por iniciativa del patriota Sr. Rafael Vargas. Se integró con doce negros libertos, a quienes envió a Buenos Aires para que se formaran como músicos. La banda de los negros se hizo indispensable para animar las fiestas. La ofreció al general Las Heras para servir al ejército. Se lució “Cotorrita”, autor negro asistente del teniente Montalvo: interpretaba con fervor “El Gauchito”, canción cuyana, cuya letra quedó escondida en el recuerdo de la historia patria.
“Yo soy el dulce lucero
que ilumina las praderas
las montañas , las laderas
de este suelo mendocino
Yo soy el viejo guerrero
Siempre dispuesto a luchar
¡y por la Patria a pelear
Yo soy el gaucho argentino!”
Héroes negros olvidados
La guerra por La Independencia tuvo sus héroes negros, entre los cuales el más reconocido era el negro “Falucho”. Se llamaba Antonio Ruiz, veterano de Chacabuco y Maipú, que se negó a saludar a la bandera española en Lima. Otro era Andrés Ibañez negro “bozal” del Batallón de Cazadores, nacido en África, vendido como esclavo a los 15 años. Obtuvo el grado de Capitán. Manuel Macedonio Barbarin de nación calibali, había llegado a Buenos Aires a fines del S XVIII como muchos otros esclavos. Peleó en las invasiones inglesas y en 1810 obtuvo el grado de Capitán de milicias. Posteriormente combatió en distintos batallones. Murió en 1836. La Gaceta Mercantil lo recordó como “Benemérito”, “para deplorar la pérdida funesta e irreparable de un militar valiente y memorable”.
En ellos recordamos a todos los negros que entregaron su vida por La Patria y no quedaron esculpidos sus nombres en el bronce, como hubiera correspondido.
Gloria al Regimiento Nº 6 de “Pardos y Morenos Patricios”
El Regimiento Nº 6 luchó valientemente en el combate de Cerrito el 31 de diciembre de 1812 y encabezó la entrada de las fuerzas patriotas en el sitio de Montevideo en junio de 1814. En octubre de 1812 ya aparece combatiendo en el Ejército Auxiliar del Perú y se disolvió luego de la derrota de Sipe Sipe, en que fue envuelto en la dispersión de otros cuerpos.
“El 13 de enero de 1812 partió de Buenos Aires marchando a pie hasta Santa Fe para pasar a la Banda Oriental el Regimiento de Pardos y Morenos, cuyo Teniente. Coronel era don Estanislao Soler… El 11 de febrero informó a Artigas que había llegado a la Bajada con el Regimiento Nº 6 de su mando. Artigas le ordenó el día 15 que apresurara la marcha, y así lo informó al Triunvirato, el que le contestó que, mientras se estuviera efectuando el pasaje de tropas y municiones, debía permanecer allí un regimiento agregado… en cuyo concepto se ha ordenado al comandante del cuerpo de Pardos que detenga su marcha en el indicado destino de La Bajada hasta tanto llegue el Regimiento de Granaderos”. “Esto demuestra que este Regimiento Nº 6 que operaba en el Litoral y en La Banda Oriental del Uruguay era el antiguo Regimiento de Pardos y Morenos creado en 1806”…“El 12 de noviembre de 1812, el Regimiento Nº 6 figuraba con 782 hombres de tropa en el Ejército Auxiliar del Perú, fechado en Tucumán y firmado por el Coronel Eustaquio Días Vélez y el 15 del mismo mes y año el Regimiento Nº 6 elevaba el suyo, con la firma de Soler y 611 plazas de tropas presentes en el campamento frente al sitiado Montevideo.”… Lo que indica que tenían el mismo número, pero eran distintos. El día 14, Soler informaba: “La crecida deserción de esclavos que sufre la Plaza de Montevideo, pondrá en su pie la fuerza del Regimiento Nº 6 a mi cargo”. Es decir los esclavos que escapaban pasaban a engrosar al ejército sitiador y al Regimiento Nº 6. “Lamentablemente se lo ha olvidado, solamente se lo menciona y se le dedican escasas líneas, en ninguna obra se lo trata por su número y se le ha negado su individualidad y trayectoria propia”.
Este aporte a la historia de los afroamericanos tiene el objeto de iniciar un debate sobre el papel que jugaron los negros en la guerra de nuestra independencia, que para mí fue significativo y en muchos casos determinante en la larga guerra emancipadora de los pueblos suramericanos y en la conformación de nuestra identidad. Invito pues a profundizar este camino investigativo.