Cada domingo en el Patio del Indio Froilán se reúnen para compartir y gozar de la cultura propia. Hoy, los mismos tomaron la tarea de defender la tierra –su Patio– y la cultura popular. Por eso el Patio se fue llenando paulatinamente desde la mañana del viernes 19 de julio. Había que estar. No era otra la tarea. Avanzando las horas, los grupos de viajeros se fueron agrandando. Venían de Merlo, provincia de Buenos Aires, como todos los años. ¡Niños, jóvenes, adultos con sus casacas rojas, sus ponchos celestes y los bombos!, fueron sentando bajo los árboles del Patio. Se sumaron los de La Pampa, Santa Fe, Tucumán, Jujuy, Chaco, Corrientes. Los fogones comenzaron a arder al ir cayendo la tarde, que llegó con el frio del julio santiagueño, como todos los años.
No era un clima de total alegría, que la había, sino de expectación y cuidado al hablar. Demasiadas versiones habían estado recorriendo los barrios, la ciudad toda, la provincia toda, el país todo. “No se va a hacer la marcha este año”. “¿Por qué?” “Porque no tienen plata en el Patio”. “Están enojados en el gobierno porque no han querido dejar que los expropien… ¡y bueno, cómo vamos a quedar sin el Patio! ¿Dónde nos vamos a alegrar?”. “Dicen que van a haber varias Marchas y entonces a ésta no va a venir nadie; y que el gobernador va a regalar 300 bombos para hacer una propia de él”.
Ya al mediodía del viernes había estado tensa la cosa porque el Indio y la Tere habían sido citados por el gobernador, no sabían muy bien que podía pasar; los días previos había estado una brigada de infantería en el Patio tratando de poner los alambrados que iban a pasar por la mitad del escenario y hubo resistencia de muchos y todas las noches hasta el viernes. Ahí se iba a definir. “¿Qué iban a definir?”, preguntaban los recién llegados. “A lo mejor les dice que tienen que irse nomas” “¿Y vos creés que el Indio va a aceptar? si ha dicho que sólo muerto lo sacan de su Patio”. Y el Indio fue a la Casa de Gobierno, “y al final de la charla ¿sabés que le dijo el gobernador al Indio? El patio no se toca”. “Qué novedad, si eso es lo que veníamos diciendo todo este tiempo”. “O sea que el gobernador también considera al Patio algo importante” “Y… si usted lo dice, para mí en realidad es que tuvo que retroceder en lo que le hicieron al Indio, a su familia, a los vecinos de la Boca’el tigre, a los originarios”.
Por eso la noche del viernes ya estábamos seguros que la marcha iba a ser más grande que las anteriores. Por eso cientos bailaban la chacarera en el Patio, por eso no acababa de tocar un violinisto y ya subían los cantores con guitarras, ni sentíamos el frío que se iba asentando en esa vigilia esperada y vivida por todos. Uno veía esa algarabía y no estaba en medio de un entrevero de gente desconocida, al contrario ahí no había ni tiempo ni lugar, sólo el Patio albergando la necesidad de expresarse con el cuerpo, el alma, la vida. Todos conocidos, amigos, compañeros de siempre… aunque recién se dieran la mano por primera vez.
Y esto lo provoca el Patio, ese ejemplo de patrimonio cultural popular vigente que tenemos hoy los argentinos en la lejana o cercana Santiago del Estero (según donde vivamos el resto del año). Y el Patio no es sólo esos árboles que dan sombra en las siestas de cada domingo desde ya casi 15 años…ni tampoco las mesadas y bancas hechas con cortezas y tablas de árboles en las que se van ubicando los que llegan. En el Patio no se paga entrada, se come lo que lleves, si es que no prefieres las empanadas o tamales que humean en los hornos a la vuelta del mismo, que se venden en los puestos a cargo de las hermanas del Indio, de amigos y vecinos que viven de esa tarea durante todo el año.
En el Patio en suma, se produce cultura popular, se enriquece la identidad cuando se alivian los dolores cotidianos del no tener más que para comer. Como dijo ese vecino desde el micrófono cuando se enteró un domingo de febrero de la amenaza sobre el Patio: “Acá vengo cada domingo con mi familia, con mi mamá y mis hijos… ¡usted no puede hacernos esto señor gobernador, venimos porque los pobres no tenemos otro lugar donde alegrarnos y usted lo va a cerrar!” Algo de esto es lo que motiva su defensa, algo de esto es lo que movió a tantos en diferentes lugares del país a trasladarse en ómnibus alquilados, camionetas, combis, autos, motos, bicicletas, caballos… y estar desde el viernes 19 de julio hasta el sábado 20.
El relato va siendo un poco desordenado, como lo fueron en su transcurrir esas horas. Simultáneos con las danzas, charlas, encuentros, abrazos a la Tere Castronuovo y a Froilán, estaban los que llegaban por primera vez y los veteranos de las diez marchas anteriores. Es increíble el aguante vital de jóvenes y grandes, de hombres y mujeres, de niños y abuelos. Lo da la savia que se bebe de las palabras que se dicen desde el escenario, en los brindis compartidos, en ese bailar y bailar.
Al reparo de los fogones las conversaciones son “arrulladas” por el retumbar de bombos, guitarras y cantos. Los diálogos llevan a los meses anteriores: “El gran mega emprendimiento habitacional se aprobó por una ley entre gallos y medianoche a fines de 2012”. La zona elegida es el norte de la ciudad de Santiago –además del trazado de la colectora hasta la Ruta 9–“Demasiado grande, demasiado silencioso el procedimiento hasta que aparecieron las topadoras y comenzaron a trabajar día y noche”. “Sí, las 24 horas del día”.
Los diarios publicitaron la obra de gobierno que se realizará con dinero de nación. “El anuncio de 900 viviendas sorprendió a los pobladores que habitan justamente la zona donde se construirán”. Familias que viven desde hace más de 100 años, como la del Indio Froilán González.
“No es un asentamiento”, dijeron a las autoridades creyendo que iban a ser comprendidos y respetados. Planos, mapas, fueron mostrando que la decisión estaba tomada desde antes y los pobladores no importaron, fueron engañados, confundidos; “estas tierras serán expropiadas” les dijeron, nadie explicó nada, sabedores de los largos siglos de sometimiento que sufren nuestros campesinos, los olvidados, los eternamente despreciados. “¿Cómo anuncian tan tranquilos que las viviendas serán de “nivel y nadie se opone?… y bueno, ¿algunos lo hicimos, no?”. Pero pocos, ¿por qué? “Porque siguen funcionando los mismos mecanismos ideológicos con los que conquistaron los espíritus hace 460 años, se apoderaron de vidas y almas, de tierras y culturas. Y siguen siendo desde el poder, los mismos los que mataron, secuestraron, gobernaron y se enriquecieron; y lo siguen haciendo”.
El alba fue apagando los fuegos, adormeciendo a algunos, despertando a otros adormilados por el frío. Las voces callaron, la memoria adquirió más saberes sobre ese pueblo sufrido pero valiente. “Por qué dice eso?” La noche permitió la síntesis: nada es simple, intervienen muchos factores –intereses en este caso–. La Comunidad originaria Tonocote obtuvo rápidamente su personería y tuvieron que suspender el avance sobre sus tierras que lindan con el Patio. “Había orden que ninguna radio, ni tele, ni diario saquen los reclamos nuestros”. “Por eso no sabíamos si nos iban a apoyar de otros lados.” “Yo sé que a la Tere la llamaron de radios de Tucumán varias veces, y también se movieron los amigos en cada lugar que se podía”. “Se me olvidaba, muchos aceptaron irse, otros no entendieron nada y aceptaron, parece que les dieron plata”. “Lo peor fue cuando llegaron el 18 a la mañana esos de infantería y querían que nos vayamos… yo corría de aquí para allá para que no entren. “Hasta ahora estábamos solos, al gobierno no le gustó nada que se meta la diputada, la senadora, por eso pararon la cosa; y el gobernador lo citó al Froilán ayer”. “Y ahora me viene a decir el Gobernador que ‘el Patio no se toca’, ja já”.
Una pequeña gran batalla
El micrófono llamó a juntarnos ante el escenario. La Tere y Froilán, emponchados y cada uno con su bombo al hombro abrieron el llamado. Algunos terminaron de tomar el matecocido con chipaco que se prepara para todos y comenzaron los redobles cada vez más fuertes y acelerados. Se encendió nuevamente la chispa y la algarabía se escapó entre las ramas de los algarrobos, chañares, mistoles, (los únicos que quedan porque todo alrededor es un páramo vacío y marrón). Las voces inician el Himno Nacional, entonado con fervor. La bandera argentina con la de Santiago espera ser izada, atadita en el mástil. Tere invita a Josefina a levantarla, y la eleva al son del erke, sonido que conmueve y enardece la sangre. Y sale la cabecera de la marcha.
Quedémonos con el cielo gris, el viento frío de la mañana, ponchos, sombreros y bombos retumbando rumbo hacia todo Santiago. ¡Una nueva pequeña gran batalla ganada que nos prepara para las que van a venir…!