Cuando uno escribe un artículo, debe terminar la primera parte antes de comenzar la segunda. Dirigir resueltamente la revolución democrática es la condición para la victoria del socialismo. Luchamos por el socialismo, y esto es lo que nos distingue de los simples partidarios de los Tres Principios del Pueblo revolucionarios. Nuestros actuales esfuerzos se orientan hacia ese gran objetivo del porvenir; si lo perdemos de vista, dejaremos de ser comunistas. Pero también dejaremos de serlo si disminuimos nuestros esfuerzos de hoy.
Cuando uno escribe un artículo, debe terminar la primera parte antes de comenzar la segunda. Dirigir resueltamente la revolución democrática es la condición para la victoria del socialismo. Luchamos por el socialismo, y esto es lo que nos distingue de los simples partidarios de los Tres Principios del Pueblo revolucionarios. Nuestros actuales esfuerzos se orientan hacia ese gran objetivo del porvenir; si lo perdemos de vista, dejaremos de ser comunistas. Pero también dejaremos de serlo si disminuimos nuestros esfuerzos de hoy.
Somos partidarios de la teoría de la transformación de la revolución*, estamos por la transformación de la revolución democrática en revolución socialista. La revolución democrática pasará por varias etapas de desarrollo, todas bajo la consigna de una república democrática. El paso de la preponderancia de la burguesía a la del proletariado es un largo proceso de lucha, de lucha por la hegemonía, cuyo éxito dependerá de los esfuerzos del Partido Comunista por elevar el nivel de conciencia política y de organización tanto del proletariado como de los campesinos y la pequeña burguesía urbana.
El firme aliado del proletariado es el campesinado, y en segundo término, la pequeña burguesía urbana. Es la burguesía la que se enfrenta con nosotros por la hegemonía.
Para superar la vacilación y la inconsecuencia de la burguesía, debemos apoyarnos en la fuerza de las masas y en una política correcta; de lo contrario, la burguesía se impondrá al proletariado.
Esperamos que la transformación sea incruenta, y debemos esforzarnos por lograrlo, pero eso dependerá de la fuerza que posean las masas.
Somos partidarios de la teoría de la transformación de la revolución y no de la teoría trotskista de la “revolución permanente”**. Nos pronunciamos por llegar al socialismo pasando por todas las etapas necesarias del desarrollo de la república democrática. Nos oponemos al seguidismo, pero también al aventurerismo y a la precipitación.
Rechazar, con el pretexto de que sólo será temporal, la participación de la burguesía en la revolución, y calificar de capitulación la alianza con los sectores antijaponeses de la burguesía (en un país semicolonial) es un punto de vista trotskista, con el que no podemos estar de acuerdo. Actualmente, esta alianza constituye, en realidad, un puente que hay que atravesar en nuestra marcha hacia el socialismo.n
Notas:
* Véanse C. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista:
IV; V. I. Lenin,
Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, 12 y 13.
** Véanse J. V. Stalin,
Los fundamentos del leninismo, III.