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26 de February de 2014

El destino de Ucrania dio un vuelco el sábado 22 de febrero durante una jornada en la que el Parlamento decidió la destitución de facto del presidente Viktor Yanukovich y la liberación de la líder opositora Yulia Timoshenko.

El pueblo de Ucrania busca cómo terciar

Entre la disputa imperialista

El ahora destituido jefe de Estado había firmado el viernes un acuerdo con la oposición que preveía importantes concesiones tras el baño de sangre en el centro de Kiev que se cobró 80 vidas en tres días. Pero esto no bastaba para apaciguar el movimiento contestatario que exigía la dimisión inmediata de Yanukovich, al que la policía y muchos de sus partidarios dieron la espalda, incluidas las Fuerzas Armadas que se declararon “neutrales”.

El ahora destituido jefe de Estado había firmado el viernes un acuerdo con la oposición que preveía importantes concesiones tras el baño de sangre en el centro de Kiev que se cobró 80 vidas en tres días. Pero esto no bastaba para apaciguar el movimiento contestatario que exigía la dimisión inmediata de Yanukovich, al que la policía y muchos de sus partidarios dieron la espalda, incluidas las Fuerzas Armadas que se declararon “neutrales”.
A pesar de las concesiones importantes que hizo Yanukovych, los manifestantes antigubernamentales de la Maiden (la plaza de la Independencia) abuchearon el viernes 21 a las personalidades de la oposición que subieron a un escenario para anunciar el acuerdo, mediante el cual se reducían los poderes a Yanukovych y se preveía la convocatoria de elecciones adelantadas, aunque no se mencionaba la renuncia inmediata. “Muerte al criminal”, gritaban a coro los manifestantes en referencia al gobernante, quien al final de la jornada terminó huyendo en helicóptero de la capital, Kiev, hacia el este de Ucrania, donde tiene su base de apoyo y que es favorable a Rusia. 
 
Una mañana agitada
En una sesión especial del parlamento efectuada el sábado en la mañana, Oleh Tyahnybok, jefe del partido nacionalista Svoboda, propuso que se discuta un juicio político contra el gobernante.
El presidente del Parlamento, Volodymyr Rybak, aliado de Yanukovych, presentó su renuncia por motivos de salud. Al mismo tiempo advirtió sobre la posibilidad  de la división en dos partes del país. Las regiones occidentales de Ucrania reclaman vínculos más estrechos con la Unión Europea, por lo que rechazaban la autoridad de Yanukovych en muchas ciudades. La región oriental de Ucrania, que representa el grueso del producto interno bruto del país, apoya vínculos más cercanos con Rusia. Esta división tiene antiguos antecedentes históricos.
 
La decisión de la tarde
Estando la sede del gobierno y la ciudad bajo el control total de los destacamentos armados de autodefensa de la Maiden –de diversos signos políticos–, esa misma tarde del sábado 22, el Parlamento decidió la “liberación inmediata” de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, figura de la llamada Revolución Naranja en 2004, en prisión desde 2011 acusada de abuso de poder. Poco después, los diputados votaron lo que presentaron como un vacío del poder que justifica de facto la destitución del jefe de Estado y la celebración de elecciones presidenciales anticipadas el 25 de mayo.
No obstante, Ucrania no ha salido de la crisis política en que se encuentra. En Jarkov, una ciudad al este del país, responsables locales de las regiones pro-rusas del este pusieron en duda la “legitimidad” del Parlamento ucraniano, que según ellos está actualmente “bajo la amenaza de las armas”.
Además, Ucrania se encuentra al borde de la bancarrota y necesita urgentemente ayuda financiera. Precisamente esta situación fue la que condujo a Yanukovich a anunciar en noviembre, de forma repentina, una suspensión de las negociaciones sobre un acuerdo de asociación con la Unión Europea, para centrarse en reforzar las relaciones económicas con Moscú.
Rusia le prometió un crédito de 15.000 millones de dólares y una rebaja importante en el precio del gas. A finales de diciembre le entregó 3.000 millones, pero esta semana anuló un nuevo tramo de 2.000 millones, y la entrega del monto restante es incierta. 
 
Una situación abierta
Los tres meses de rebelión popular contra el gobierno corrupto y entreguista (en este caso al imperialismo ruso), que no pudo detener al movimiento de protesta con la brutal represión que se llevó más de 80 vidas del pueblo,  han abierto una situación revolucionaria semejante a la de la primavera árabe, con asambleas que discuten el poder del Estado y con destacamentos armados de autodefensa. Todo esto con el trasfondo de una disputa interimperialista, donde parecen haberse impuesto los sectores de las clases dominantes proalemanes, proeuropeo, relegando a los sectores prorrusos.
Los distintos intereses imperialistas operan sobre la difícil situación económica de Ucrania. A la suspensión de la “ayuda” de Rusia, Alemania, Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional, contraponen “su ayuda” si el nuevo gobierno logra estabilizar la situación política del país. Pero además está la contradicción entre el Oeste y el Este, sobre la que operan unos y otros, pese a que Angela Merkel y Vladimir Putin han anunciado que acuerdan en mantener la integridad territorial de Ucrania.
En este panorama no hay que descartar los intentos de “cooptación” del movimiento popular y, si ello no se produce, directamente “coparlos” y hasta reprimirlos. Por eso no es extraño que se manipulen, tergiversen y oculten los sucesos. La libertad de la líder Naranja Yulia Timoshenko, intentando aprovechar el prestigio de la dirigente para frenar la rebelión popular, sería parte también de esto, aunque ella al salir de la prisión manifestó ante unas 50.000 personas congregadas en el Maidán: “Si alguien les dice que todo ha terminado y que pueden irse a sus casas, no les crean ni una sola palabra, ustedes deben terminar el trabajo”.