Según el escrutinio definitivo del Ministerio del Interior los votos blancos y nulos fueron la tercera fuerza, el 10% de los votos “emitidos”. Cifra que crece aún más en el escrutinio a gobernador y diputados nacionales. Todo esto pese al robo de votos en las mesas y al “robo electrónico” que queda en evidencia ante los cambios constantes en las planillas de cómputos oficiales.
En el conurbano bonaerense el voto bronca fue muy importante, destacándose en ciudades como Tigre (23% de abstención y 12,5% de blancos y nulos), Escobar (25% de abstención y 14% de blancos y nulos), Presidente Perón (24% de abstención y 19% de blancos y nulos), Ensenada (23% de abstención y 11,5% de blancos y nulos), La Matanza (23% de abstención y 10,6% de blancos y nulos)
En Mar del Plata, conmovida por la extraordinaria lucha de los trabajadores del pescado fue muy grande el voto bronca, que se expresó en un 30% de abstención y un 7,5% de blancos y nulos.
Esto fue un verdadero triunfo político de quienes como el PCR, la CCC y otras fuerzas populares levantaron la bandera de no legitimar esta farsa electoral. Una posición política que empalmó con una corriente cada vez más amplia de masas que descree de estas elecciones tramposas.
Una gran campaña propagandística hecha a pulmón, con el esfuerzo de miles de compañeras y compañeros que garantizaron las pintadas, los carteles, los volantes, los pasacalles, los programas de radio, televisión, etc. se hicieron sentir en las fábricas, en los barrios, en las escuelas y facultades, en las zonas rurales, etc..
Una campaña que se hizo al calor de las grandes luchas que conmueven la provincia, la lucha de los trabajadores del Pescado, la de los de Terrabusi, la lucha de los trabajadores del Astillero Río Santiago y de Mafissa, la de los trabajadores metalúrgicos, la lucha de los desocupados de la CCC, el MTD “Aníbal Verón” y el Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados que acamparon en Plaza de Mayo el 26 de septiembre, de las grandes luchas docentes y de estatales, la de los pobres del campo, la lucha por la aparición con vida de Julio López. Luchas duras que fueron uniendo lo reivindicativo a lo político.
En muchas de ellas las “boletas para anular” fueron instrumento de propaganda entre las masas y también para expresarse en las urnas: La boleta “negra” de los obreros del pescado, las de los trabajadores del Astillero, la boleta en homenaje a Carlos Fuentealba entre los docentes, fueron algunas de las tantas que hubo.
Miles de luchas grandes y pequeñas que recorrieron la provincia en esta campaña electoral y que continúan después de las elecciones mostrando que crece la rebeldía y la desconfianza en esta política.
El triunfo de Cristina Kirchner
En la provincia ganó Cristina Kirchner, sacándole más de 20 puntos a Elisa Carrió. Sacó (según el escrutinio definitivo del Ministerio del Interior) el 45.9% de los votos positivos, que en realidad es el 32,65% del padrón provincial.
Scioli ganó las elecciones a gobernador con alrededor del 48% de los votos positivos, el 33% del padrón. Y ganaron en la mayoría de los partidos del Gran Buenos Aires.
Con la candidatura de Balestrini a vicegobernador se aseguraron distritos claves como La Matanza. Ganaron en casi todo el segundo y tercer cordón del conurbano.
Perdieron en grandes ciudades como Mar del Plata, La Plata, Bahía Blanca, Vicente López y San Isidro.
Los votaron 3 de cada 10 bonaerenses empadronados. No fue un voto entusiasta, pero sacó provecho del crecimiento económico ayudado por el viento a favor de la economía mundial e hizo pesar en un sector de la masa el temor a “volver atrás”, al fantasma del 2001, a que “ahora por lo menos hay changa”. También hizo valer como propias conquistas democráticas del pueblo como los juicios a Etchecolaz y Von Wernich.
Utilizaron a su favor el temor de las clases dominantes, que veían la posibilidad del ballotage como muy peligrosa para la gobernabilidad del sistema. Esto también llevó a que una parte de las fuerzas que disputan por arriba hayan ido en estas elecciones con la boleta del kirchnerismo.
Los votos en la provincia de Buenos Aires jugaron un papel decisivo para su triunfo nacional y le garantizaron que no hubiera ballotage.
De sus opositores dentro del sistema, en segundo lugar salió Carrió, con un programa de centroderecha, pero una parte de esos votos son de sectores de centroizquierda, de la izquierda radical y del ARI que llevaron a Margarita Stolbizer al segundo lugar en las elecciones a gobernador.
La derecha reaccionaria hizo sapo en la provincia; los impulsores de la mano dura: Patti, Blumberg, Sobisch hicieron una elección desastrosa.
Fracasaron las candidaturas “testimoniales” de la izquierda parlamentaria que reducen la política a lo electoral.
Varios intendentes fueron destronados.
Alak en La Plata, a pesar de ser el candidato principal del kirchnerismo en la ciudad, apoyado por Zanini, la madre de Cristina, etc., perdió en manos de Bruera, que fue apoyado por otro sector del kirchnerismo.
En Quilmes perdió Villordo, ex chofer y hombre de Aníbal Fernández, en manos de otra variante K encabezada por el “Barba” Gutiérrez, de la UOM.
En Lanús perdió Quindimil en manos de Díaz Pérez, hombre de Pampuro y en Mar del Plata perdió la lista de Katz en manos de Pulti, un vecinalista filo-kirchnerista, con lazos estrechos con el desarrollismo.
Muchos de esos intendentes arrancan con una gran debilidad de origen. ¿Como va a hacer Bruera para dirigir una ciudad como La Plata con el 18% de los votos del padrón? ¿O Rossi en Lomas de Zamora, en una elección cuestionada por el fraude y con el 12% de los votos?
¿Cómo se llegó al 28?
El gobierno de Kirchner se fue debilitando por la lucha popular. Grandes luchas como la de los docentes de Santa Cruz, de los desocupados, la lucha del pueblo de Gualeguaychú, la lucha por la aparición con vida de Julio López, entre muchas otras, lo fueron debilitando
La derrota en el plebiscito de Misiones en 2006 demostró que el matrimonio Kirchner se había debilitado relativamente y que también era vulnerable en el terreno electoral. Por eso se vieron obligados a sepultar las aspiraciones reeleccionistas de Felipe Solá y negociar con Scioli (o mejor dicho con los que están detrás de él).
Y Scioli, que había sido tratado como un felpudo por Cristina Kirchner en el Senado, como el “símbolo de los ‘90”, etc. pasó a ser de pronto “Mi querido Daniel…”, y se transformó en el candidato a gobernador del Frente por la Victoria.
Así también todos los intendentes que habían sido tratados de “impresentables” por Cristina Kirchner en su lanzamiento del 2005 en el Teatro Argentino de La Plata pasaron a acompañarla en las boletas con el sello oficial del Frente por la Victoria. El matrimonio K tuvo que esconder su desprecio al Gral. Perón y pasaron a cantar la marcha peronista.
También borocotizaron a los radicales K como Katz en Mar del Plata, García en Vicente López y Posse en San Isidro. Todo les venía bien para asegurarse el triunfo. Hicieron culto a la mentira y el doble discurso. No son creíbles.
Se montó el más fabuloso fraude electoral en estas elecciones. Cientos de “colectoras” que imponían una virtual ley de lemas, totalmente inconstitucional; candidatos como Scioli o De Narváez que no reunían las condiciones mínimas requeridas por la ley eran solo el adelanto de lo que se vería el 28.
Miles de citaciones a presidente de mesa que no eran enviadas y sus lugares eran ocupados por fiscales oficialistas especialmente instruidos. Muchos de los cuales estuvieron solos en las mesas. La falta y robo de boletas milimétricamente organizada. Gente que al ir a votar se enteraba que ya había votado, mesas con más votos que empadronados, etc., etc.
Con 400 empadronados por mesa estaba garantizado el desastre que se vivió en las escuelas, donde muchos esperando para votar pasadas las 20 hs. se enteraban en la cola de que los medios ya habían anunciado el triunfo de Cristina Kirchner por el 46% de los votos sin que se haya abierto ninguna urna. Millones de bonaerenses visualizaron que estas elecciones fueron una farsa.
El acuerdo para garantizar la gobernabilidad llevó a que los opositores dentro del sistema (salvo honrosas excepciones) no denunciaran el fraude.
En las elecciones a senadores del 2005 Cristina Kirchner había sacado en la provincia de Buenos Aires 3.055.572 votos, es decir el 31,45% del padrón. Ahí enfrentó a Chiche Duhalde, que sacó más de un millón de votos.
Ahora en las presidenciales del 2007 sacó 3.283.391 votos, es decir el 32,65% del padrón. Dos años después, con una economía en crecimiento, y con los intendentes que en su momento votaron a “Chiche” Duhalde jugando ahora a su favor, subió solo un 1,2%. A pesar del fraude, a pesar de los cooptados, a pesar de las colectoras. Sin embargo intentan instalar que obtuvieron un triunfo aplastante.
Pero lo cierto es que fracasaron en su intento de sacar a las masas de las calles y de aplastar el voto en blanco, nulo o la abstención.
El kirchnerismo quiere usar su triunfo para imponer su política, Pero hay división entre los de arriba y la disputa entre los grupos de poder va a seguir.
Nuestra participación encabezando las luchas y la contundencia del voto en blanco, nulo y la abstención abren inmejorables condiciones para avanzar en el reagrupamiento de las fuerzas populares, patrióticas y democráticas para torcerle el brazo a esta política. Buscando formas de coordinación social y política, de cuerpos de delegados, multipartidarias, multisectoriales, etc., que sean un instrumento para que la clase obrera y el pueblo puedan jugar con independencia en las tormentas sociales y políticas que se avecinan.