El 2 de octubre se celebrarán elecciones presidenciales en Brasil. El pueblo brasilero se cansó de las mentiras, fantochadas y prepotencias del fascista Bolsonaro, actual presidente de Brasil. Su principal opositor es Lula da Silva, quien lidera ampliamente las encuestas.
Brasil instauró el voto electrónico en 1996. Bolsonaro viene denunciando la posibilidad de fraude, sin aportar prueba alguna (al igual que lo hizo Donald Trump cuando las encuestas mostraban que perdía con Joe Biden). Bolsonaro afirmó que las Fuerzas Armadas hicieron un informe presentado ante el Tribunal Supremo Electoral con objeciones sobre el sistema electoral de Brasil.
El año pasado el Supremo Tribunal Federal, la máxima corte, abrió una causa contra Bolsonaro por atentar contra el sistema constitucional y mentir sobre un supuesto fraude en el sistema de urnas electrónicas.
En una entrevista a la cadena Fox (principal multimedio defensor de las políticas implementadas por Trump), Bolsonaro habló de fraude en las elecciones donde Joe Biden le ganó a Donald Trump, y dijo: “No queremos que eso ocurra en Brasil. Iremos a la guerra si es necesario”. Para remarcar su alineamiento con los yanquis, agregó: “Si gana Lula en Brasil, toda Sudamérica se va a teñir de rojo y, en mi opinión, Estados Unidos se convertirá prácticamente en un país aislado”. Bolsonaro -un aliado de Donald Trump- ha sido apodado el “Trump del Trópico”.
Como la gota que rebalsa el vaso, recientemente Bolsonaro anunció que el general retirado del Ejército Walter Braga Netto será el vicepresidente en su candidatura por la reelección. Netto había asumido como ministro de Defensa de Bolsonaro en 2021. En el acto de asunción aseguró que el golpe de Estado de 1964 debía ser “celebrado” pues en ese momento, en plena Guerra Fría, había una “amenaza real para la paz y la democracia”, y que “las Fuerzas Armadas asumieron la responsabilidad de pacificar el país”.
El nefasto golpe de 1964 en Brasil duró hasta 1985. Según un informe publicado en 2014 por la Comisión Nacional de la Verdad (un organismo oficial), la dictadura fue responsable de 434 asesinatos y desapariciones y de cientos de detenciones arbitrarias y torturas. Ese balance no incluye a las numerosas muertes de indígenas y campesinos resultantes de conflictos por la tierra. Brasil nunca juzgó a los agentes del Estado acusados de cometer crímenes, invocando la Ley de Amnistía de 1979.
Hoy N° 1921 13/07/2022
