El 5 de noviembre serán las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Es el imperialismo más poderoso, aunque en continua disputa con el resto de los países y bloques imperialistas, principalmente China y Rusia. El mundo está atravesado por conflictos que podrían desencadenar una guerra interimperialista. Con la invasión rusa a Ucrania, los yanquis quieren disputar usando a la OTAN en el negocio de la provisión de armamento a Ucrania. En Taiwán se mide con China, y tensa la batalla económica. Los yanquis dan su apoyo a Israel en el brutal genocidio e invasión que lleva adelante en Palestina, ahora extendido al Líbano e Irán.
Una cosa son las decisiones del gobierno yanqui, y otra es el accionar del pueblo: vimos como centenares de miles de estudiantes, principalmente universitarios, dieron su solidaridad al pueblo palestino. Acamparon en los parques de las facultades, y organizaron boicots académicos y comerciales a las producciones israelíes.
Los trabajadores son explotados con contratos de basura. Los inmigrantes son utilizados como obra de mano barata. El problema del acceso a una vivienda digna los atraviesa a todos. El acceso a la salud de calidad es prácticamente imposible.
En este contexto, crecieron fuertemente las luchas sindicales en los últimos años. Y así es como llegan los dos principales candidatos: Kamala Harris (que reemplazó la candidatura de Joe Biden, actual presidente yanqui) y Donald Trump (presidente de 2017 a 2021, cuando perdió su reelección con Biden), que según las últimas encuestas están empatados.
En Estados Unidos la elección del presidente es indirecta. Se votan representantes al Colegio Electoral. Pero la repartición de los representantes por estado es del 100%: quien gana en cada estado se queda con el total de representantes de este estado.
También se puede votar en forma adelantada: ya votaron más de 23 millones de personas y se cree que votará el 70% del padrón. Es importante remarcar que el voto es no obligatorio, con lo que el porcentaje sería histórico. Hay siete estados que pasaron a ser muy importantes y podrían definir la elección. Trump quiere apuntar a los votantes hombres y de menor nivel educativo, incluidos los votantes negros e hispanos. Sin embargo, Trump promete la “mayor deportación de la historia de Estados Unidos”.
El derecho al aborto atraviesa las elecciones, también: el Tribunal Supremo local había restablecido una ley de 1865 que establecía una prohibición casi total del aborto, y luego fue dejado sin efecto en el Congreso. Harris apoya que las mujeres puedan decidir sobre su cuerpo, mientras que Trump dice que el aborto se usa para ejecutar niños. En el plano económico, Harris prometió subir el salario mínimo.
En el plano internacional, tanto Harris como Trump respaldan a Israel, aunque Harris hizo declaraciones más duras contra los ataques israelíes y Trump apoya sin restricciones el gobierno de Netanyahu. China se cuela en todo esto cuando hubo acusaciones de un intento de infiltración de piratas informáticos “asociados con China” en celulares de Trump y de su candidato a vicepresidente.
El carácter fascista de Trump también se coló en las elecciones, cuando uno de los principales asesores de Trump durante su presidencia dijo “Trump elogió a Adolf Hitler y reconoció que él mismo era fascista”. Miembros del partido de Trump (republicanos) crearon el grupo Republican Voters Against Trump (Votantes Republicanos en contra de Trump).
Los yanquis se juegan mucho en estas elecciones. Los ocho bancos más grandes de EEUU se enfrentan a la exigencia de mantener más capital para proteger mejor su solvencia frente a una crisis financiera. Trump patearía esta exigencia para más adelante. Los fondos de ayuda social a la salud también están en juego. Y en el plano comercial Trump prometió subir los impuestos a las importaciones, donde China es el principal vendedor a los yanquis. Trump prometió poner un impuesto del 10% al 20% sobre todos los bienes importados y del 60% sobre los productos chinos, esto encarecería brutalmente los precios al público. En el terreno energético, Trump quiere reducir las cargas regulatorias generales sobre las empresas, para aumentar sus ganancias.
Ambos candidatos coquetean con los más ricos del mundo: Musk invirtió más de 100 millones de dólares en la campaña de Trump y declaró que le gusta la idea de liderar un “departamento de eficiencia gubernamental” para poner fin al “estrangulamiento” de Estados Unidos. El mismo discurso que copia Milei en Argentina. Por otro lado, Kamala Harris fue apoyada por Mark Cuban.
Más allá del resultado del 5 de noviembre, ninguno de los candidatos cambiará el perfil imperialista y opresor de Estados Unidos. Pero es importante entender los efectos que pueden desencadenar el triunfo de uno u otro. Más aún cuando el fascista y provocador de Milei muestra continuamente su admiración por Donald Trump y sus políticas.
Escribe Rodrigo Cruz
hoy N° 2033 29/10/2024