En la quinta que alquila y trabaja junto a parte de su familia en El Pato, Berazategui, Gumersindo Segundo nos recibe pocos días después de su regreso de este Encuentro Mundial de Movimientos Populares, el tercero, realizado entre el 2 y el 5 de noviembre sobre los ejes “Tierra, techo y trabajo”, clausurado por el Papa Francisco. “Ha sido un viaje inesperado, sorpresivo. Con la delegación argentina, compañeros de CTEP y Barrios de Pie, no nos conocíamos. Ha sido una experiencia maravillosa, más allá de las diferencias políticas”, nos dice, contando que hubo cerca de 200 delegados “de los cinco continentes”.
Gumersindo es ava guaraní, oriundo de Orán, Salta, de donde se tuvo que ir en el 2003 tras enfrentar un desalojo por parte de los dueños del Ingenio San Martín del Tabacal, con 160 mil hectáreas. Ellos pretendían sólo 3. “Los ancianos me exigieron que me vaya porque tenía amenazas de muerte, diciéndome que ‘Sabemos que en el lugar donde estés vas a seguir la lucha, porque esa es nuestra historia. Mientras sigamos sufriendo la injusticia vamos a pelear, por la memoria de nuestros antepasados y por el compromiso de nuestras futuras generaciones. Los que han caído han luchado por nosotros. Nosotros vamos a luchar por los que vengan. Ese es el destino que tenemos hasta recuperar la tierra que tanto anhelamos’”.
Territorio y naturaleza
Con este mandato, el mismo con el que pelea todos los días junto a sus hermanos originarios y sus compañeros de Asoma, participó Gumersindo del panel Territorio y naturaleza. “La mayoría de los participantes son protagonistas en sus países. Campesinos que trabajan la tierra, originarios, desocupados, trabajadores descartados del sistema, como les decían allá, es decir cartoneros, vendedores ambulantes, distintos sectores de trabajadores. Muchos campesinos e indígenas desplazados que viven en las ciudades, que pelean para volver al lugar donde pertenecemos. Ha sido un encuentro de culturas”, relata nuestro entrevistado, que se manifiesta “Sorprendido con lo que vi de la Iglesia Católica, con sus edificios bañados en oro y con una riqueza inconmensurable. Y con las miles de personas que fueron el 5 a escuchar al Papa, al que tienen adoración”.
Hablando de su participación concreta, nos comenta que fueron jornadas muy intensas, que comenzaban con un panel y seguían con un taller. “Hubo disconformidad con que se diera tanto tiempo de exposición a los panelistas, lo que sacaba tiempo de los talleres. Los organizadores tomaron nota”, acota. “Se ha visto que la diversidad de la vida y de la cultura está bajo amenaza. El tema central ha sido la tierra. La propiedad de la tierra es un conflicto permanente, y siempre postergado, por largos siglos. La mayoría partió de la necesidad de la reforma agraria, y muchos concordaron con nosotros que la reforma agraria tiene que estar acompañada por una revolución. Sin la revolución no va a existir la reforma agraria.
“Hemos sido de los disertantes que más hemos tocado el tema tierra y territorio, junto con otros temas como naturaleza y semilla. Todos temas muy importantes para la humanidad. Todos los campesinos originarios que hemos estado ahí nos hemos hecho entender que la diversidad de la vida y de la cultura está bajo amenaza. Como pueblo agricultor nuestra vida depende de la madre tierra, de la naturaleza y de la semilla. Concordamos que el futuro de la humanidad va de la mano de la libre evolución de las semillas, que están amenazadas por los transgénicos en manos de las grandes corporaciones como Cargill y otras, que quieren hacer desaparecer a los agricultores. En eso nos han dado la razón hasta los compañeros que venían de las grandes ciudades”.
Durante la charla nos comenta de las conversaciones con delegados de otros países, como una compañera cubana, o un delegado de España “que me dijo que era comunista también, y estábamos orgullosos porque fuimos los que planteamos la necesidad de la reforma agraria”. También habló con trabajadores del colegio donde se alojaban y funcionaban los talleres, que se mostraban “sorprendidos por lo que está haciendo el Papa, uno nos contaba que es la primera vez que vienen tantos pobres a un evento. ‘Acá siempre vienen de traje y corbata a los eventos’”.
Dice Gumersindo que había delegados de toda América, de África, Europa y Asia. “Todos decían que no habían soñado conocer Roma y el Vaticano, y que había que unirnos para enfrentar la amenaza que tenemos. Todos venían con planteos contra los gobiernos de sus países, más allá que algunos se dicen progresistas. Pudimos conocer con tristeza la situación de los kurdos, y la guerra en Siria. Es triste ver que tu propio hermano esté en contra tuya matándote, como contaba un participante”.
“Ojalá esto sirva para avanzar en la pelea por la tierra”
“Yo conté, en tres minutos, que nuestro Estado es desigual, que se ha visibilizado la gran corrupción en los gobiernos, y la bronca y rebeldía de millones de argentinos. Conté de la marcha federal del 4 de noviembre, que mostró los problemas que los gobiernos no tienen voluntad política de resolver. Mientras yo contaba de los despojos en la Argentina a los campesinos y originarios, un delegado de Brasil me dijo que en ese momento estaban reprimiendo a 6 mil campesinos. Estoy contento con la experiencia. Ojalá esto sirva para avanzar en la pelea por la tierra. Ahí hubo acuerdo que la solución es la reforma agraria. Muchos decían que si podemos, hay que hacerlo pacíficamente. Muchos otros decían que la historia demuestra que esto es imposible, lamentablemente, como muestra el asesinato de Berta Cáceres, la hermana hondureña que mataron este año y ahí se recordó”.
Cuenta Gumersindo que otros temas importantes que se plantearon fueron la falta de trabajo, “así como la preocupación por la exclusión, la marginación, el desarraigo y los desalojos, la migración, con varios ejemplos de África y América, como México. También de Libia y Siria, donde huyen para salvar su vida. Mucho dolor por dejar su lugar de origen”.
Destaca Segundo que el discurso del Papa es “un llamado muy importante a las organizaciones sociales, y a los partidos políticos y a la Iglesia, para orientar todos los esfuerzos para trabajar por un mundo más equitativo y solidario. El Papa Francisco llama a la unidad de todos los pueblos, sin diferencia de bandera política, racial o religión”.
Y reflexiona que “Esto es difícil, pero es un desafío que tenemos. Los comunistas hemos enfrentado un camino lleno de violencia, de crueldad. Pero creo que hay que perder el temor. Se ha construido un camino, se ha elaborado la propuesta, para el año que viene hay que traer los frutos, organización por organización, esa es la responsabilidad que tenemos. Cuidar la planta y llevar los frutos”.
Gumersindo nos muestra parte de la tierra que trabaja, invernáculos donde tiene plantada rúcula por la que le pagan 20 pesos la docena de paquetes, mientras en una verdulería se llega a pagar $15 el paquete. Accede a sacarse fotos con parte de su familia, que trabaja la tierra con él, y cuenta cómo tuvo que explicarle a delegados de la India “porqué nos decían indios a nosotros. Que sufrimos una conquista, que nos consideraron animales salvajes. Después nos dijeron indígenas, aborígenes, ahora nos dicen originarios, todo para hacernos desaparecer… Porque en el nombre del progreso sigue la destrucción de nuestras raíces, de nuestra identidad y nuestra cultura. Sigue el colonialismo interno. No existimos para los gobiernos y el sistema. Seguimos luchando por un pedazo de tierra a pesar de ser los primeros pobladores de este continente. La tierra no pertenece al indio, es el indio el que pertenece a la tierra”, nos despide, y tomamos el compromiso de volver otro día para profundizar en la realidad de los campesinos y medieros del gran cinturón verde de la zona de La Plata y Berazategui.