Su reclamo principal es que las patronales se niegan a pagar como corresponde las indemnizaciones por accidentes de trabajo. Tras varios meses de pelea en su provincia resolvieron instalarse en Buenos Aires, para que la Superintendencia de Riesgos del Trabajo dependiente del Ministerio de Trabajo de la Nación, intervenga.
Su reclamo principal es que las patronales se niegan a pagar como corresponde las indemnizaciones por accidentes de trabajo. Tras varios meses de pelea en su provincia resolvieron instalarse en Buenos Aires, para que la Superintendencia de Riesgos del Trabajo dependiente del Ministerio de Trabajo de la Nación, intervenga.
Luego de varios días durmiendo en precarias condiciones (la policía no los dejó levantar carpa por “falta de permiso”), incluso realizando huelga de hambre algunos días, y con cortes parciales de la Av. 9 de Julio, consiguieron soluciones a sus reclamos.
Ya con la discusión de cómo juntar fondos para volverse a su provincia, conversamos con uno de estos trabajadores, Guillermo Saavedra, quien se había juramentado no volver a su casa sin soluciones, “porque tengo tres hijos estudiando, y me debían $180.000 que ahora van a asegurar el proyecto de vida de mis hijos, porque yo no puedo seguir trabajando”. Las cartas de los hijos de este trabajador, publicadas en medios de la provincia, son un ejemplo de entereza, dignas de ser leídas.
El compañero Saavedra nos decía: “Somos todos peones rurales que tuvimos accidentes de trabajo. En algunos casos los accidentes no eran reconocidos, y en otros casos, las incapacidades que otorgaban eran muy bajas, y los compañeros tenían que continuar trabajando, con lesiones que eran de gravedad. Pero como su incapacidad les impedía desarrollar sus actividades, los empleadores los despedían.
“Hay otros casos, de compañeros con altos porcentajes de incapacidad, 75 o 78%, a los que les reconocieron la indemnización, se las pagaban en cuotas mensuales de 200 y 300 pesos. Así los trabajadores quedan en la indigencia, porque están despedidos, no pueden volver a trabajar, y con esa plata no se puede vivir.
“También vinimos a reclamar para que se cumplan las normas de seguridad e higiene, lo que evitaría muchos de estos accidentes. Y que los trabajadores rurales de la Patagonia somos el único sector de esa zona del país que no tiene compensación por zona desfavorable, aunque trabajamos a la intemperie, con 10 grados bajo cero en invierno, y mucho calor en verano.
“Estuvimos 22 personas acampando, incluso haciendo huelga de hambre. Conseguimos luego de varios días que se empiece a destrabar, incluso casos muy duros como el de un compañero que tenía toda su indemnización en una compañía de seguro y conseguimos que se le pague de una sola vez.
“Conseguimos que se revisen todos los casos y que la Superintendencia de Riesgos de Trabajo mande una nota a las ART para que los compañeros que les corresponde una indemnización superior al 50% puedan optar por un pago único.
“Nosotros trabajamos en la cosecha de manzanas y de peras. En la poda se registran muchos accidentes. Los terrenos son muy irregulares, y estamos con escaleras de cuatro metros de altura, cargando entre 18 a 20 kilos de peso. Calculamos que tenemos que cosechar entre dos toneladas y media y tres de manzana por día, para poder llegar a un jornal, porque se trabaja por tanto en la mayoría de los casos. El caso de los podadores lo tenemos calculado. Para ganar un jornal más o menos digno tienen que cortar 8.000 ramas por día. Las manos sufren mucho, y las caídas en invierno son más bravas, las escaleras están congeladas y uno tiene que ganarse la vida igual. La patronal se aprovecha, hay muchos temporeros, y los patrones acuerdan un precio, y al día siguiente no lo respetan.
“También denunciamos las condiciones de hacinamiento en que estamos, en piezas en malas condiciones, y que en muchas chacras se usa a los chiquitos para levantar la fruta del piso, lo que se llama “para industria”, siendo que el trabajo infantil está prohibido.
“Creemos que es hora de cambiar la situación de los obreros rurales. Por eso valió la pena el esfuerzo.”