Una intensa ola de protestas sacudió a Sudáfrica. El aumento de la crisis económica y sanitaria en medio de un contexto de pandemia, junto a una población con hambre y sin herramientas por parte del Estado para paliarla, fueron las condiciones que crearon un polvorín a punto de estallar. Las manifestaciones que comenzaron tras el encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma, quien se entregó a la justicia luego de ser condenado a 15 meses de prisión, fueron la chispa que lo hizo estallar. Zuma fue declarado culpable de desacato por no asistir a una investigación sobre corrupción durante su presidencia.
En medio de las protestas, también hubo saqueos a negocios. Las fuerzas de seguridad mataron más de 210 personas y más de 2.500 fueron encarceladas. El gobierno pidió sumar 25.000 soldados a los efectivos que ya estaban reprimiendo. Las protestas se dieron en dos de las provincias más importantes: KwaZulu-Natal y Gauteng, que incluye a la ciudad más poblada, Johannesburgo.
Dentro de Sudáfrica hay oposición al despliegue represivo: el partido de oposición Luchadores por la Libertad Económica (EFF, por sus siglas en inglés), que es una división del Congreso Nacional Africano, de izquierda, que plantea expropiación de tierras y reparto en la población negra, afirma que la solución radica en “la intervención política y el compromiso con nuestro pueblo”. Muchos habitantes del sector más rico de la población, especialmente comerciantes de origen hindú, han formado los llamados “escuadrones de defensa” para proteger sus hogares y negocios mientras continúan los saqueos e incendios.
Sudáfrica es un país con un vasto historial de luchas contra la esclavitud y el dominio y sometimiento cultural, ideológico y económico de unos pocos blancos sobre la población negra. Si bien en 1980 comenzaron a derogarse leyes racistas, no fue hasta 1994 que se realizó la primera elección presidencial con sufragio universal, donde la población negra pudo votar. Recién en 1992 se abolió el “apartheid”, que creaba sectores diferenciados para blancos y negros, con importantes multas y encarcelamiento a quienes no los respeten. Durante el período de luchas de 1990-1994 se registraron oficialmente más de 5.000 muertes por violencia política ejercida por el gobierno de blancos. Aún hoy en día siguen usándose “razas” para fines estadísticos, dividiendo a la población en raza negra, mixta, blanca e indios. Es una lucha constante por ser todos considerados sudafricanos, y no ser descalificados por el color de piel. La pobreza crece a más del 65% dentro de la población negra. Por el contrario, la población sudafricana blanca aumenta la concentración de riqueza. La población sudafricana negra queda al margen de los trabajos calificados.
La economía sudafricana es la más industrializada en su continente. Sin embargo, el desempleo tiene un máximo histórico del 32,6% y trepa al 46,3% entre los jóvenes. Estas cifras, junto a los bajos salarios de la población con trabajo se consideran algunas de las condiciones que hicieron estallar a la población, y colaboraron a que se produzcan saqueos en las manifestaciones.
Hoy N° 1873 21/07/2021