Eugenio Cabib tenía treinta y dos años en 1976, ese 11 de noviembre, cuando pasada la medianoche, un grupo de tareas del ejército lo secuestró de su domicilio, en la Capital Federal.
Eugenio Cabib tenía treinta y dos años en 1976, ese 11 de noviembre, cuando pasada la medianoche, un grupo de tareas del ejército lo secuestró de su domicilio, en la Capital Federal.
Se había sumado al PCR en 1973, como parte del torrente revolucionario que se expresaba las puebladas de esos años. Como recordara su hermana Cristina Cabib, integrante de la Comisión de Homenaje a las Madres de Plaza de Mayo de Quilmes: “Convencido de la necesidad de que el proceso revolucionario debía ser encabezado por el movimiento obrero, decidiste ser parte, dejaste tu trabajo de oficina y fuiste a trabajar en una fábrica: Camea”.
Al tiempo, peleando la organización del cuerpo de delegados y al perder una elección, fue despedido de Camea acusado de subversivo. Luego, Eugenio fue parte de la lucha antigolpista planteada por el PCR. Y ya secuestrado, mantuvo sus principios revolucionarios, ya que guardó celosamente, ante la tortura, direcciones, nombres, actividades de sus camaradas y organización de su PCR.
A 35 años de su secuestro no olvidamos, no perdonamos. Seguimos la lucha por juicio y castigo a todos los responsables de crímenes contra el pueblo, y contra la impunidad de ayer y de hoy, y reafirmamos lo que dijera tu hermana en el 30 aniversario de tu secuestro: “Querido hermano, querido camarada, seguimos marchando, seguimos peleando por esa patria que soñaste y por la que luchaste”.
