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23 de September de 2015

La oleada de refugiados que sigue llegando a Europa está desenmascarando la hipócrita política de los gobiernos de las grandes potencias. Crece la solidaridad popular.

Europa cierra las fronteras

La UE pretende frenar a los migrantes

 
Alemania anunció la semana pasada que “retomaba” el control de sus fronteras, y la expulsión de los refugiados llegados en los últimos días y que no tengan asilo. Austria restringió la entrada a los migrantes. Hungría levanta altos muros en las fronteras con Serbia y Croacia. Croacia y Eslovenia también cierran los pasos fronterizos. 

 
Alemania anunció la semana pasada que “retomaba” el control de sus fronteras, y la expulsión de los refugiados llegados en los últimos días y que no tengan asilo. Austria restringió la entrada a los migrantes. Hungría levanta altos muros en las fronteras con Serbia y Croacia. Croacia y Eslovenia también cierran los pasos fronterizos. 
En algunos de estos países ha crecido el enfrentamiento entre las fuerzas represivas y miles de personas que llegan de Siria, Afganistán y del continente africano escapando a las situaciones de guerra y miseria. La semana que pasó, la policía húngara atacó con gases lacrimógenos y camiones hidrantes en la frontera con Serbia a miles de personas que trataban de cruzar la frontera. En Eslovenia ocurrieron incidentes similares el viernes 18.
“No podemos registrar ni acomodar más a estas personas. Tenemos corazón, pero también tenemos cabeza”, dijo el primer ministro croata, Zoran Milanovic. Declaraciones de este tono abundan estos días entre los funcionarios, para justificar las medidas cada vez más restrictivas tomadas en las fronteras. El primer ministro de Baviera, Horst Seehofer, despotricó contra el “abuso de asilo”. El presidente de la Oficina Federal para la Migración y los Refugiados (Bamf) de Alemania, Manfred Schmidt, renunció esta semana, cuestionado porque el organismo tiene pendientes cerca de 300.000 solicitudes de asilo pendientes de tramitación. Esta política ha sido calificada de “Una subasta donde nadie parece interesado en pujar frente a personas que se ahogan delante de sus ojos”, por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
Esto además está ocasionando un creciente enfrentamiento entre estados europeos, que se “devuelven” refugiados haciendo letra muerta el “tratado de Schengen” que establecía zonas de libre circulación de migrantes. La canciller alemana Angela Merkel dejó de lado las frases de ocasión, y refuerza una política para impedir el ingreso legal de inmigrantes a su país, y empujándolos fuera de las fronteras de la Unión Europea.
A estos gobiernos no les “preocupa” que la mayoría de los refugiados sirios –cerca de 4 millones han escapado del país– se encuentren en países como Jordania, Turquía o Líbano, donde por ejemplo hay 232 refugiados por cada 1.000 habitantes. Lo que no quieren es que supere el promedio actual de 3,3 refugiados cada mil en Austria, ni el 2,7 en Alemania.
Y la preocupación crece porque la afluencia de migrantes no se detiene, ni por agua ni por tierra. Esta política imperialista sigue alimentando a las mafias de traficantes, lo que ha ocasionado nuevos hundimientos de barcazas en el Mediterráneo cobrándose más víctimas, y crecen los campamentos improvisados de refugiados en el Este europeo. Los medios consignan nuevos “negocios” con los refugiados, como el que florece en Rusia facilitando la llegada de migrantes hasta las fronteras con los países escandinavos. Otro de los capítulos más oscuros que se ven en las fronteras es el creciente accionar de las redes de trata, siempre al amparo de las complicidades oficiales. Esto se ha denunciado en particular en los enclaves españoles en Marruecos, Ceuta y Melilla.
 
Objetivo: Siria
Con la “honestidad brutal” que caracteriza a los gobernantes yanquis, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, la semana pasada, al tiempo que reconoció que la cifra de 10 mil refugiados que ofreció admitir Estados Unidos es “insuficiente”, destacó que la solución no es dar cabida a más personas, sino que ésta pasa por atacar “la raíz” de esta “crisis humanitaria”: el gobierno del presidente sirio Bashar al Assad, al que acusó de cometer “crímenes de guerra”. 
Así los yanquis dicen en voz alta lo que piensan varios gerentes de las potencias imperialistas europeas, aunque algunos pongan en el centro del ataque al reaccionario Ejército Islámico. Pretenden utilizar la actual oleada de refugiados como excusa para una nueva intervención imperialista. Con esto lo único que se hace es agravar las penurias de los millones de desplazados, y se acrecientan los factores de guerra entre las potencias imperialistas, ya que Rusia ha reforzado su “asistencia” militar al gobierno sirio, y China envió “naves de observación” al Mediterráneo. 
 
Crece la solidaridad popular
Los pueblos de Europa y el mundo siguen dando magníficos ejemplos de solidaridad. El 12 de septiembre miles marcharon en distintos países expresando la consigna “Bienvenidos refugiados”. Los actos fueron particularmente masivos en Londres, donde más de 100 mil personas salieron a las calles. En la capital húngara Budapest miles protestaron contra la política inhumana del primer ministro Viktor Orbán, gritando “¡Qué vergüenza, Orbán”. En otras ciudades de Europa del Este hubo choques con fuerzas derechistas que se manifestaban en contra de la admisión de refugiados.
Se extienden las manifestaciones concretas de apoyo a los refugiados, como la llevada a cabo en la ciudad alemana de Darmstadt, donde se organizó el 15 de septiembre un gran festival de bienvenida a los refugiados, con recitales artísticos, filas de mesas con comida y actividades para los chicos. Participaron miles de personas. El sentimiento de solidaridad es profundo, y ha motivado que hasta grandes gremios como el Sindicato Unido de Servicios (Ver.di, el segundo más grande de Alemania) ofrezca apoyo a los refugiados. 
Muchas personas se organizan a través de las redes sociales en distintos países, y es notable cómo contrasta esta solidaridad con el amarretismo de los gobiernos. En Islandia, por ejemplo, mientras el gobierno ofreció refugio a 50 personas, hay más de 11 mil personas que han ofrecido abrir sus casas a los inmigrantes. Estas iniciativas se repiten en varios países europeos.