Entre las cuestiones que tenemos que evitar en la investigación están el subjetivismo, el unilateralismo y la superficialidad. ¿Qué quiere decir evitar el subjetivismo? Subjetivismo quiere decir analizar no desde el punto de vista materialista, sino desde el punto de vista de la idea que uno tiene sobre las cosas; no partir de la realidad, de los hechos, sino partir de las ideas que tenemos sobre esas cosas antes de investigarlas.
Hay que evitar el unilateralismo. El unilateralismo es abordar sólo algunas facetas de la realidad. Cuando nosotros hablamos de la totalidad hablamos de la totalidad materialista. Es decir: no ver solamente una faceta de una cosa sino analizarlas a todas, pero especialmente analizar la esencia; lo que quiere decir: analizar la contradicción interna de esa cosa. Es típico del eclecticismo (que es la filosofía del reformismo) el contraponer el todo a la esencia. El ecléctico es aquél que cuando se le dice: “…tené presente que en la masa hay mucha combatividad…”, él va a decir: “…sí, pero…”. Aparentemente el ecléctico levanta el análisis del todo frente a la parte, pero en realidad es una fuente de reformismo, porque viendo el todo no ve la esencia del todo. Cuando nosotros decimos que hay que evitar el unilateralismo y ver el todo, hablamos del todo desde el punto de vista materialista y desde el punto de vista de ver cuál es la esencia que determina lo fundamental de ese objeto, cosa o proceso.
Lo otro es la superficialidad. Significa mirar desde lejos, de una ojeada, sin ir al fondo de las cosas. En el partido tenemos muchos esta tendencia. Por ejemplo, en una empresa tenemos un compañero miembro de una célula pequeña; ¿se puede dirigir una empresa de 4.000 obreros con una célula de 10 hombres? Se puede sólo dirigir un movimiento sindical. Nosotros dirigimos el Smata Córdoba con 5 afiliados; a partir de eso hicimos un proceso; pero nosotros no dirigíamos cuando ganamos por primera vez; porque siempre la visión es muy parcial, y eso lo supimos tiempo después, cuando ya teníamos varias células y perdimos la asamblea de la huelga grande del Smata. Ustedes recordarán que hacíamos las asambleas en el Córdoba Sport; se reunían 4.000 obreros, lo más combativo de la masa. La noche anterior al levantamiento de la huelga de 1974 hicimos una reunión de la Comisión Política, en la que estaba Pablo [seudónimo partidario de René Salamanca], y parecía seguro de que al otro día se ganaba la asamblea. Ese día participaron en Santa Isabel 8.000 obreros, y cuando habló la masa se perdió la asamblea; porque la masa quería levantar la huelga. Si bien había algunos compañeros que sabían, o alertaban, sobre esta tendencia en la masa, nosotros estábamos encandilados con las asambleas de los 4.000 obreros, del activo del Córdoba Sport. Pero solamente un comité de empresa con células poderosas, que pudiera estar en el comedor cuando los obreros contaban las penurias que estaban pasando, que ya no aguantaban más, lo que comentaba la gran masa peronista de la empresa que temía que se usase la huelga contra el gobierno, etcétera… Solamente un comité que pudiera recoger no sólo la opinión de los más avanzados, sino también la de los más atrasados, habría podido alertarnos con tiempo de que esa asamblea se iba a perder. Teníamos entonces en el Smata un comité de empresa importante, pero no lo suficiente para asegurar ese tipo de dirección.
Entonces, para poder dirigir una empresa de esa magnitud, tenemos que tener células poderosas. Y si no las tenemos, ¿cómo podemos hacer para tener un conocimiento ajustado de la realidad? La única manera es que los compañeros que trabajan en esas fábricas ayuden a reflexionar sobre el conjunto y ayuden a hacer un análisis profundo, no superficial; a ver la totalidad, no unilateral; y lo objetivo y lo subjetivo; materialista y no idealista. Por ejemplo, a veces hay compañeros a los que se les pregunta qué pasa en su fábrica, y responden: “en la fábrica pasa tal cosa”. “¿Y de dónde sacás eso?”. “Y… escuché una conversación en el baño de la sección…”. Primero: una conversación de cuatro o cinco obreros en el baño no es la sección; segundo: una sección no es la fábrica.
En ese sentido es muy interesante el método en que educó Salamanca; él personalmente, el método que tenía (yo conté lo de las asambleas, pero hace a otra cuestión, lo de las células, y a errores que cometimos y luego superamos). Salamanca, por ejemplo, sabía que para conocer lo que pensaban los obreros de más edad en la fábrica (que es muy importante, porque no es lo mismo un obrero de 15 años de fábrica que un obrero de un año), había que hablar con fulano, mengano y tal otro. Que para saber lo que pensaban los obreros más jóvenes había que hablar con tal y tal. Y que siempre tenía que integrar esa realidad. Y que no bastaba con saberlo que pensaban los de Forja, que eran los más combativos, sino que tenía que ver a las otras secciones claves de la fábrica.
Nosotros tuvimos un compañero educado en este método de Salamanca, que después –y como es la lucha– es un compañero que perdimos. Pero lo recuerdo porque es el ejemplo más notable de análisis de una fábrica. Era de Perdriel. Y en plena dictadura, el partido hizo 130 aportes a la campaña financiera en Perdriel. Nosotros lo citamos aquí, vino para analizar la experiencia y trajo la lista de aportes. Este era un ejemplo de un hombre que conocía la empresa, porque a través de esa lista él tenía casi una radiografía de una empresa que no tenía más de 500 obreros en esa época. La discusión era: qué opinaba la gente al abordarla para la campaña financiera. El decía: “éste por ejemplo dice tal cosa, es peronista de Perón; éste está en otra cosa, es peronista de Perón y Evita; éste es peronista de Perón y de Isabel”. “¿Hay muchos de ésos?”. “No, uno solo, éste que es amigo y «ladero» mío”. El podría haber dicho: “los peronistas en la fábrica dicen…” (influenciado por su amigo), pero no, la cosa era peronista por peronista; y de su amigo dijo: “es el único en la fábrica que piensa así”.
Apariencia y esencia
La apariencia y la esencia tienen que ver con este problema del conocimiento. La apariencia siempre es expresión de la esencia. Diferenciando, es claro, la apariencia de la falsa apariencia. Para estudiar un río no basta con ver la superficie del río, pero si ese río arrastra determinadas ramas o tierra, ésa es la apar
iencia del río, pero esa apariencia hace a la esencia del mismo (“es expresión de la esencia”, como dice Lenin en los Cuadernos Filosóficos). Un río que arrastra mucha tierra tiene que ver con el tipo de tierra por las cuales atraviesa; por lo tanto su apariencia hace a aspectos fundamentales de su esencia. Con quedarnos con la apariencia no vamos a conocer la esencia de una cosa, ya que “cualquier ciencia estaría de más si la manifestación y la esencia de las cosas coincidieran directamente” (Marx), pero –como dice Mao– es necesario “ir del fenómeno a la esencia”; partir del fenómeno como la puerta de entrada para llegar a la esencia; a lo esencial objetivo; no lo esencial para nosotros, para el sujeto, sino a lo que determina objetivamente la naturaleza del objeto.
Esto está explicado de una manera muy sencilla y profunda por Mao en el folleto Acerca de la práctica.
hoy N° 2029 02/10/2024