En la década del 20, junto al crecimiento de talleres y empresas pequeñas y medianas, de los talleres ferroviarios, los frigoríficos y la explotación petrolera, hubo inversiones industriales de distintos impe- rialismos: de los Estados Unidos las automotrices Burroughs (1924), Chrysler (1924) y General Motors (1925); las eléctricas IBM (1924) y Sylvania (1928); las farmacéuticas Farmasa (1922), Colgate Palmolive (1927) y William Warner (1928). Entre las de origen alemán la farmacéutica Schering (1926) luego de Bayer (1920) y la italiana Cinzano (1922), entre otras (ver Diego Ceruso: El movimiento obrero industrial y la organización en el lugar de trabajo en Buenos Aires y sus alrededores, 1916 – 1943).
Hacia mediados de la década, en 1925, el Partido Comunista de la Argentina realizaba su Séptimo Congreso, del que hemos hablado por la ruptura con la corriente “chispista”, que se dio en ese período. En el Informe del Comité Ejecutivo partidario a dicho Congreso, hay una detallada “Carta orgánica de las células de fábrica”, que muestra el esfuerzo del PC por hacer pie en las industrias. Abre esta sección una introducción que afirma: “Las células de fábrica, taller, estación de ferrocarril, negocio, estancia o granja, en una palabra, la célula que organizan los afiliados en el lugar de trabajo, es la base de la organización del Partido Comunista”.
Esa Carta… establece el número de integrantes de la célula (un mínimo de tres), sus funciones, así como las de la Comisión Directiva, en caso de una célula numerosa; reglamenta las asambleas de célula y cómo es la admisión de afiliados. La primera de las funciones de la célula es: “Dirigir la agitación y la propaganda comunista entre los obreros de la fábrica; activar y llevar a las fábricas las consignas del partido”. Plantea la necesidad de “hacer entre los obreros la propaganda individual para atraerlos a las filas del Partido Comunista”, y además “intervenir en todos los conflictos…”, “llevar una acción prolongada y enérgica para conquistar todos los puestos electivos…” y “desarraigar entre los obreros de la fábrica la influencia de otros partidos políticos, perjudiciales para la clase obrera”, obvia referencia a los radicales y los socialistas. No descuida la Carta Orgánica “Establecer una unión entre los obreros que trabajan y los desocupados, para evitar la competencia entre ellos…”. En el apartado de los afiliados afirma: “Para el afiliado comunista la fábrica no es únicamente el lugar donde gana su salario, sino también y antes que todo (subrayado original) el campo de acción de su Partido”.
Hoy N° 1775 24/07/2019