1. Dura derrota K
El acuerdo de los 144 diputados opositores le impuso una dura derrota al kirchnerismo. La foto de esa oposición unida, con amplia mayoría y quorum propio, iniciando la sesión sin los 90 legisladores kirchneristas atrapados por el rechazo de Néstor Kirchner a asumir el cambio de situación que los dejó en minoría, mostró el retroceso del gobierno en lo que ha sido la mayor ambición de los K: la concentración del poder.
El kirchnerismo usó sus mañas para reunir todo lo que pudo. Los PC que dirige el Credicoop de Heller ratificaron su estrecha alianza de negocios con el gobierno. Sabatella ahora se unió con Heller, a costa de la ruptura con Libres del Sur cuyos diputados formaron parte de la mayoría opositora.
El poder, que fluye como la miel en las buenas, se escurre como ácido en las malas. Y de eso no se vuelve. Lo saben muy bien los grandes aparatos del sistema y sus caudillos, rápidos para arrimarse a los ganadores y para huir de los perdedores.
Fracasó Néstor Kirchner cuando alardeó: “Que nos echen de todas las comisiones: Nosotros tendremos el pueblo en la calle”. Perdieron las comisiones y perdieron la calle, como lo mostró el fracaso de la movilización impulsada para acompañar el juramento del ex presidente como diputado. Los intendentes del Conurbano Bonaerense apenas mandaron un micro por cabeza; Moyano no movilizó (aunque estuvo en los palcos). Y la gente se fue antes de que Kirchner jurara. Acostumbrado a imponerse humillando a sus rivales, a Kirchner se le atragantó la rendición incondicional que le impuso la oposición unida.
2. La “gobernabilidad”
La mayoría de la oposición jugó para que el kirchnerismo mantuviera la presidencia de la Cámara de Diputados y las de las llamadas “comisiones de gestión”, como señal de garantizar la gobernabilidad del sistema hasta el 2011. Además, hay que tener en cuenta que en la reaccionaria ley de reforma política aprobada, se incluye un cronograma electoral: 14/8/2011 primarias obligatorias para la elección de candidatos y 23/10/2011 elecciones nacionales y en Buenos Aires (Kirchner forzó a Scioli para cambiar el artículo de la ley bonaerense que permitía separar los comicios naciones de los de Buenos Aires).
La diputada Graciela Caamaño, esposa de Luis Barrionuevo, fue quién intimó al bloque kirchnerista a concurrir a la sesión; y ante la negativa de Néstor Kirchner, fue quién puso en funcionamiento a la Cámara sin el bloque K. Caamaño acaba de romper con el bloque del Frente para la Victoria, formar uno nuevo junto con los diputados del gobernador de Chubut, Das Neves, y los del jefe del PJ de Córdoba, De la Sota. Fue, también Caamaño quién puso el límite de la “gobernabilidad” a la ofensiva opositora, junto con Carrió y Solá.
Predominaron así las posiciones de quienes trabajan para desgastar al gobierno, a fuego lento, para que llegue al 2011, y derrotarlo en esas elecciones. Esta posición está en consonancia con las opiniones predominantes en el reciente plenario de la Unión Industrial (UIA) y, también en el grupo que comanda la Asociación de empresarios (AEA).
3. Situación peligrosa
Fue el “Colorado” De Narváez quién más se opuso a ponerle límites a la ofensiva opositora, además de haber planteado la posibilidad de un juicio político a los K por corrupción (ver pág. 3). Coincide De Narváez con Duhalde en que el kirchnerismo no va a reconocer el cambio de situación, y volverá a redoblar la apuesta como hizo después de las elecciones del 28 de junio. Además, consideran que los Kirchner arrastran al PJ a una derrota electoral en el 2011.
Duhalde está lanzado a la ofensiva por el control del peronismo. Sabe que “la caja K” es la clave del poder K, y que debe “liberar” a los gobernadores e intendentes peronistas de ese chantaje para poder derrotar a los Kirchner.
“Al Pingüino, en abril, lo habremos convertido en liebre patagónica”, habría dicho Duhalde (La Nación, 30/11). El ex presidente negocia con el Coty Nosiglia, ahora operador de Cobos, para un golpe institucional, con la salida de los K y un “gobierno de transición” encabezado por Cobos y la economía en manos del ex ministro Lavagna, con un hachazo devaluador y/o “patacones”, a los salarios.
El acto convocado por la mesa de enlace en Palermo, no por casualidad es en el mismo lugar donde esperaron “el voto de Cobos”. Jugaron de bomberos de la lucha agraria desde entonces, fracasaron con el “corralito parlamentario” desde el 29 de junio, y ahora quieren arrear a ese mismo corralito a las masas agrarias castigadas por la seca y la “venganza infinita K”. Coincidimos con Buzzi cuando afirma que sin el pueblo en las calles no hay salida.
Por su parte, el kirchnerismo trabaja para mantener el control del Senado y trata de frenar la pérdida de fuerzas políticas, sindicales y judiciales. Considera que el acuerdo opositor que le birló el manejo de la Cámara de Diputados es circunstancial. Y se siente acosado por la ofensiva opositora y amenazado por las causas en la Justicia.
Crecen los rumores de que los halcones K, con cabezas afiebradas, elucubran planes, con grupos que impulsarían saqueos y otros hechos de provocaciones, para imponer el Estado de Sitio. Quienes hablan de esto, advierten que hay que prestar atención a las fechas de viajes de los Kirchner, que tendrían la fantasía de que no estar en el país los aleja de la responsabilidad política de los hechos represivos que se produzcan durante su ausencia (como ya ocurrió con la represión a los trabajadores de Kraft mientras CK estaba en Estados Unidos). De frágil memoria, los Kirchner parecen no recordar cómo le fue a De la Rúa cuando impuso el Estado de Sitio, el 19 de diciembre del 2001. Claro que ellos consideran que “no se van a ir en helicóptero”.
4. Tres balances
El kirchnerismo considera que el país está saliendo de la crisis y el 2010 será aún mejor, que la oposición es una bolsa de gatos que solo puede lograr acuerdos momentáneos y, por lo tanto, que puede llegar al 2011 con cartas ganadoras.
Las derechas opositoras se consideran las dueñas de la rebelión agraria y las ganadoras de las elecciones de junio. Piensan que el kirchnerismo “ya fue”; y trabajan, unos a comerse “la pera madura” en el 2011, y otros a acelerar una “transición” en abril del 2010.
El oficialismo y las derechas opositoras ocultan que hay tres grandes corrientes en la cancha grande. Ya en las elecciones del 2007 hubo tres fuerzas, con un resultado electoral repartido en tres tercios: el kirchnerismo que impuso a CK, la oposición dividida, y el votobronquismo que expresó a una enorme corriente obrera y popular, patriótica y democrática, que fue desenmascarando, en grandes luchas, el doble discurso kirchnerista sin abrir compuertas a las derechas opositoras.
La rebelión agraria no fue, como fantasean Biolcati y otros, el voto de Cobos. Fueron meses en las rutas, con momentos de más de 1.000 piquetes, en los que el “corte ancho” del gobierno juntó a muchos. Pero los que hicieron el gasto en las rutas fueron las grandes masas de obreros rurales, campesinos pobres y medios, chacareros y la burguesía agraria; acompañadas y con la simpatía de grandes masas de trabajadores y capas medias. Sólo en esas condiciones, con el país incendiado, el radical K se animó a pronunciar su “no voto positivo”.
Como resultado de todo ese proceso en el que el gasto lo hicieron las grandes masas obreras y populares, se dieron las elecciones de junio pasado, con la derrota del kirchnerismo, en la que la fuerza ganadora fue la gran masa de votos bronca. Las derechas opositoras usufructuaron un triunfo que le había sido ajeno, y sembraron ilusiones de acorralar a los K en el Congreso, desde el 29/6, actuando de bomberos de las luchas, en particular la agraria. El resultado fue su fracaso: la contraofensiva kirchnerista.
En esas condiciones, fue la histórica lucha de los trabajadores de la Kraft, con su dirección clasista –no ésta que llegó de la mano del fraude electoral–, junto a un amplísimo frente solidario que volvió a unir, esta vez con la clase obrera en el centro, a más de un centenar de comisiones internas, los desocupados y jubilados, las fuerzas combativas del movimiento estudiantil, un amplísimo arco de fuerzas agrarias, intelectuales, artistas, y medio centenar de legisladores (la gran mayoría del centroizquierda). La CCC y el PCR fueron las fuerzas que se jugaron, con amplitud, para motorizar ese frente.
5. El camino para avanzar
El kirchnerismo y las derechas opositoras hablan ahora de “consensos” y “negociaciones”, pero entre ellos están “a las patadas”. Los grandes grupos que manejan el poder desde el bloque dominante están divididos, enfrentados, y jugándose en una pelea feroz, en la que ni unos ni otros le hacen asco a nada: el kirchnerismo se juega su supervivencia, y muchos de sus rivales (como Clarín), también. Lo del “consenso” y los buenos modales es para “la tribuna”, para que ellos puedan dirimir sus peleas sin que “se entrometa” el pueblo. Pero el pueblo está en las calles, y sabe que es ahí donde está su fuerza.
La situación política se ha vuelto muy peligrosa. Se pueden precipitar virajes bruscos, de la mano del kirchnerismo o de las derechas opositoras, lo que exige estar muy atentos para actuar en situaciones complejas.
Las grandes masas obreras, campesinas y populares, las fuerzas patrióticas y democráticas, han hecho el gasto en las calles, durante todos estos años, para desenmascarar el doble discurso y la mentira kirchnerista y colocarlo en retirada. No van a comprar las recetas devaluadoras, de los patacones y un parlamentarismo inexistente. Avanzaron cuando siguieron las enseñanzas del Argentinazo, la rebelión agraria y la huelga de Kraft. Ese sigue siendo el camino, ahora más que nunca, con la clase obrera en el centro, para reagrupar fuerzas y conquistar un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático.