Su futuro inmediato deberá incluir un cóctel de sumarios administrativos y juicios penales entre sus muchos dolores de cabeza. Al margen de las consecuencias individuales la condena social los acompañará de por vida. Porque la denuncia de los trabajadores del Indec, encabezados por la Comisión Interna de ATE visibilizó lo que el gobierno pretendió esconder. Una dura y desigual lucha que durante 9 largos años no le dio tregua a la mentira y el matonerismo. Todo ello transformó al Indec en una verdadera causa popular.
Con ese telón de fondo, interventores colaboracionistas y patota se embarcaron en la ardua tarea de intentar borrar las huellas de tanta mentira y atropello. Trituradoras de papel que no dan abasto. Bolsos y valijas parten con destino desconocido. Discos rígidos que dejan de funcionar. Jefes de área que se encierran en sus despachos y solo asoman para ir al baño. Algunos de los personajes del núcleo duro de la Intervención han sido beneficiados con nombramientos de excepción firmados por la propia Cristina Kirchner en los más altos niveles escalafonarios pese a no cumplimentar los requisitos mínimos requeridos para el cargo.
Y no faltan los directores y coordinadores que se han hecho elegir en la última elección de UPCN como “sindicalistas” para usufructuar de la cobertura gremial y de la consiguiente inmunidad.
Camino a las elecciones pusieron todo este aparato al servicio de la candidatura de Scioli. Presionaron a diestra y siniestra. El Indec otorgó dos bonos de $1.000 cada uno excluyendo del mismo a todos los que enfrentamos. Chantajearon con la precarización laboral que ellos mismos han fomentado. Más del 70% del personal del Indec depende de contratos anuales con vencimiento al próximo 31 de diciembre. Amañaron entonces una renovación anticipada de los contratos. Una grosera truchada fechada al 1° de enero próximo y firmada por Itzkovich. Un personaje que a esa fecha esperamos vaya a tener, junto a Ana Maria Edwin, cama adentro en Comodoro Py.
¿El inminente 11 de diciembre crea expectativas? Por supuesto que sí. En este año electoral no hubo un solo candidato que no incluyera la normalización del Indec entre sus prioridades de gobierno. Quizá debamos decir “normalización”, así, entre comillas. Si hasta el propio Scioli la prometía. Qué entendía por tal cada fuerza, eso es otra cuestión. En tal contexto de reclamo social, no sorprende que el designado ministro del área Prat Gay haya anunciado que se van a ocupar del Indec en las primeras 24 horas. Él mismo, en sus tiempos de diputado querelló a Cristina, Edwin, Itzkovich, al matón José Luís Blanco, Souto, Paglieri y al inefable Guillermo Moreno como partícipes necesarios de una gran estafa con los bonos indexados por el PBI por el sistemático falseamiento de la valorización de dicho PBI, dados los dibujos estadísticos del Instituto.
Expectativas, sí. Confianza en los cantos de sirena: cero. Del nuevo modelo Macri nos separa nuestra concepción de lo democrático, de lo nacional, de lo popular. Nuestra condición de administrativos, encuestadores, técnicos, profesionales, etc. con la dignidad a flor de piel. Hombres y mujeres que queremos volver a trabajar y hacerlo en un clima de respeto y estabilidad laboral. Y en tanto trabajadores compartiendo los reclamos generales y la lucha con nuestros hermanos de clase.
Al hacer un paneo sobre estos pasados 9 años, podemos decir que más de una vez, ante momentos difíciles se puso a prueba nuestra confianza. Que pasamos amarguras y desazón. Cuando parecía que perdíamos la brújula y “cundía el pánico”, encontramos el antídoto en la hermandad de los resistentes. Pudimos así renovar las energías para sostener la pelea. Mirando entonces hacia este futuro que ha llegado, ratificamos como única confianza valedera aquella que se basa en nosotros mismos y en nuestro pueblo.