Asistimos al fin de la hegemonía económica incontestada del imperialismo yanqui. Este proceso comenzó en la década del 60 pero hoy se ha hecho evidente. De los 10 bancos más importantes por su activo del mundo “occidental', 8 son japoneses (en 1980 sólo uno, el Dai-Ichi, ocupaba el 10º lugar), uno es francés (Crédit Agricole) y sólo uno yanqui (el Citicorp-Citibank). Entre los 20 primeros, 13 son japoneses. La competencia hace estragos entre los bancos yanquis, japoneses y europeos. En 1980 había 5 bancos yanquis, entre los 35 primeros. En 1988 hay sólo uno. En esto ha incidido: el problema de la deuda externa del Tercer Mundo; la concurrencia financiera de sociedades de distribución, inversiones e incluso empresas como la General Motors dentro de los EE.UU.; y el hecho de que las empresas yanquis se aprovisionen de fondos directamente en la Bolsa, o por otras empresas, sin el recurso de acudir a los bancos. Lo que no puede ocultar el impresionante ascenso de las finanzas japonesas, unida a la fortaleza de su moneda, como reflejo del ascenso impresionante de la economía japonesa, que demuestra, una vez más, la vigencia de la tesis leninista sobre el desarrollo desigual, y a saltos, del capitalismo moderno.
La participación europea en el Producto Bruto Mundial ya alcanza a la de los EE.UU. y todo indica que la superará una vez concluido el proceso de unificación europea. Ha retrocedido la participación de los monopolios yanquis en el comercio exterior (del 13,8% en 1980 al 10,3% en 1987). Los monopolios japoneses penetran profundamente en el mercado yanqui, incluso en el inmobiliario, y han ganado alrededor del 20% del mercado automotor de los EE.UU.