Por un lado, los imperialistas de Rusia que a través del gobierno de “la familia”, expresión de los sectores latifundistas y de gran burguesía intermediaria prorrusos, habían logrado imponerse temporalmente, ahora, tras la destitución de Yanukovich amenazan la integridad territorial de Ucrania con la ocupación militar de hecho de la península de Crimea, donde tienen en Sebastopol su más importante base naval en aguas cálidas.
Por un lado, los imperialistas de Rusia que a través del gobierno de “la familia”, expresión de los sectores latifundistas y de gran burguesía intermediaria prorrusos, habían logrado imponerse temporalmente, ahora, tras la destitución de Yanukovich amenazan la integridad territorial de Ucrania con la ocupación militar de hecho de la península de Crimea, donde tienen en Sebastopol su más importante base naval en aguas cálidas.
Por otro lado, los imperialistas de Europa, montándose en la rebelión popular contra el gobierno reaccionario de “la familia”, han logrado penetrar con fuerza en el nuevo gobierno a través de los sectores de latifundistas y de gran burguesía intermediaria vinculados a los países imperialistas de Europa, en particular Alemania y Francia, pero también a Inglaterra y a los Estados Unidos.
Todo esto con el trasfondo de una profunda crisis económica y social a la que han llevado al país los gobiernos sátrapas corruptos de uno u otro signo, en el marco de la crisis mundial. Hay que recordar que Viktor Yanukovich llegó a la Presidencia tras ganar las elecciones en 2010 sobre la base del desprestigio de los gobiernos también reaccionarios y corruptos de Viktor Yúshchenko y Yulia Timoshenko, los usufructuarios de la llamada Revolución Naranja de 2004.
Algunas consideraciones económicas
En esta disputa geopolítica también operan cuestiones económicas. Ucrania es el tercer exportador de trigo y maíz del mundo y Rusia suministra una cuarta parte de las necesidades europeas de gas, en gran parte a través de gasoductos que atraviesan Ucrania.
El temor a una guerra entre Rusia y Ucrania ha dejado su marca en los precios internacionales. La semana pasada el trigo alcanzó su valor máximo en 17 meses mientras que el maíz trepó a su mejor cotización desde septiembre. El gas aumentó un 10%.
En cuanto a la fortaleza y las debilidades económicas que juegan en el conflicto, Rusia, que vive una situación económica crítica, depende de sus ingresos por hidrocarburos. A su vez, Alemania e Inglaterra han exhibido una posición más negociadora debido a la dependencia germana del gas ruso y a que la City de Londres maneja los intereses financieros rusos. A todo esto se suma el maíz y el trigo.
En cuanto al peligro de desabastecimiento de gas hay antecedentes recientes que preocupan. El 1 de enero de 2005 Rusia cortó todo el suministro de gas a Europa vía Ucrania por una disputa sobre precios. En 2009 se produjeron serias caídas en el abastecimiento europeo debido a las deudas acumuladas de Ucrania con Rusia.
Estas dos crisis sirvieron para que los países de la Unión Europea mejoraran sus inventarios de gas y, sumado a un invierno bastante suave y una mejor infraestructura con rutas alternativas a Ucrania, estén más a cubierto de emergencias.
El máximo consumidor de gas ruso en la Unión Europea, Alemania, tiene una capacidad almacenada de gas para cubrir dos meses de demanda y rutas alternativas por el mar báltico. Los países de Europa Central, también muy dependientes de Rusia, tienen un almacenamiento de 3 meses.
El enfrentamiento entre Rusia y Ucrania tiene su propia dinámica en este aspecto. La aprobación de la Cámara Alta rusa del envío de tropas a Crimea el sábado anterior tuvo un claro impacto en la economía rusa. El rublo experimentó una fuerte caída respecto al dólar y en la bolsa de Moscú los valores bursátiles cayeron más del 10%. El Banco Central ruso se vio obligado a alzar las tasas de interés para sostener el rublo. Por su parte Ucrania es un país en virtual bancarrota. El país tiene vencimientos de deuda de unos US$13.000 millones este año y US$16.000 millones el año próximo.
A raíz de la crisis, Rusia suspendió la ayuda de US$15.000 millones para evitar un cese de pagos. Una misión del Fondo Monetario Internacional, que comenzó la semana pasada y concluirá el 14 de marzo, intentará evaluar qué “reformas necesita hacer” Ucrania para que el FMI desembolse un préstamo.
En su conferencia de prensa del martes pasado el presidente Vladimir Putin agregó a este contexto un mensaje enigmático. “Estaríamos dispuestos a adquirir bonos de Ucrania, pero nuestros socios de Occidente nos pidieron que no lo hiciéramos y que trabajáramos conjuntamente con el FMI para estimular al país”, sostuvo el presidente ruso.
Divisiones étnicas e históricas
La disputa interimperialista que amenaza la integridad territorial de Ucrania puede desembocar en una guerra civil de contenido étnico y religioso, dado que si bien la mayoría de sus 46 millones de habitantes son ucranianos (más del 75%), unos 13 millones son rusos o se sienten rusos (bielorusos y rumanos) y además están los tártaros. Pero el tema es que esas minorías se concentran en determinadas provincias o regiones, como es el caso de Crimea, que está poblada por unos dos millones de personas, de las cuales el 60% son rusos, el 26% ucranianos y el 13% tártaros, que en general se suman a los partidarios de Ucrania.
En el caso de Crimea además está la particularidad de que en las épocas de la Unión Soviética, fue integrada como república autónoma de la Federación Rusa. Luego, desde 1954, se integra como república autónoma de Ucrania, cuando el ex presidente Nikita Kruschev (él mismo, ucraniano) cediera a Ucrania la soberanía sobre Crimea.
Ahora, la península de Crimea está desde el sábado 1º de marzo ocupada de facto por comandos armados con apoyo de Moscú, que izaron la bandera rusa en los edificios oficiales e impiden que las tropas ucranianas salgan de sus cuarteles. Tras eso, Estados Unidos y la UE amenazaron el lunes 3 con imponer sanciones a Rusia si el país no revé la ocupación tácita de Crimea.
El argumento de los imperialistas de Rusia es salvaguardar “la vida y los intereses regionales de los rusos y de la población que habla ruso”. Algo semejante a lo que dicen los imperialistas ingleses sobre las Islas Malvinas.
La mayoría de la población de Crimea de origen ruso recibió como héroes a las tropas invasoras. En la primera conferencia de prensa desde que estalló la crisis, Putin afirmó que Rusia se reserva el derecho de usar todas las opciones para proteger a sus compatriotas de la región, que están viviendo “aterrorizados”, aunque de momento no lo cree necesario.
Putin negó que las tropas rusas estuvieran involucradas en la toma de Crimea al decir que los soldados sin distintivo eran parte de las “fuerzas locales de autodefensa”. Pero el primer ministro prorruso de la república autónoma de Crimea, Serguei Axionov –cuya legitimidad no reconocen ni Kiev ni las minorías ucraniana y tártara de Crimea– reconoció que Rusia tuvo participación en la captura de la península: “La situación se encuentra bajo el control absoluto del gobierno de la república autónoma de Crimea. Nada amenaza la vida de los crimeos. Coordinamos todas nuestras actividades con la flota rusa del Mar Negro. Pero, al día de hoy, ya no necesitamos ayuda física (…) Crimea comienza una nueva vida”.
La clase obrera y el pueblo de Ucrania se encuentran en una difícil situación para poder terciar porque la disputa entre las potencias imperialistas está llevando al país a una desintegración territorial y a una guerra civil, ya que esas potencias estimulan a las diferentes mayorías étnicas en las distintas regiones para que se impongan por la fuerza sobre las minorías de cada lugar, como lo están haciendo los imperialistas de Moscú en Crimea. ¡Fuera las garras imperialistas de Ucrania!