El incidente nuclear que vive Japón a raíz del terremoto y el posterior tsunami que dañó el centro nuclear de Fukushima-Daiichi suscitó debate acerca de la crisis energética, la seguridad en el uso de la tecnología nuclear y las perspectivas para la cuarta central que el gobierno nacional de Cristina Kirchner se dispone a licitar para su compra llave en mano, posiblemente, a la Corporación Nuclear China.
El incidente nuclear que vive Japón a raíz del terremoto y el posterior tsunami que dañó el centro nuclear de Fukushima-Daiichi suscitó debate acerca de la crisis energética, la seguridad en el uso de la tecnología nuclear y las perspectivas para la cuarta central que el gobierno nacional de Cristina Kirchner se dispone a licitar para su compra llave en mano, posiblemente, a la Corporación Nuclear China.
Con el ejemplo de Tepco (empresa japonesa de electricidad). ¿El gobierno seguirá avanzando en una Argentina Sociedad Anónima?
A diferencia de las plantas japonesas nuestros reactores están ubicados a la orilla del río Paraná en una barranca de 25 metros de altura y en el lago de Embalse Río Tercero, provincia de Córdoba, cuyas aguas no pueden tornase en una ola destructiva como el tsunami que azotó a Japón.
Pero lo que sí tenemos en común es que la actual operadora de las centrales nucleares en Argentina NA-SA (Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima) está en camino a privatizarse al igual que la operadora de las centrales nucleares japonesas TEPCO. Esto se agrava porque el gobierno K, al mismo tiempo que incrementó el presupuesto hacia la Comisión Nacional Energía Atómica (CNEA), consolida el espíritu de la ley nacional de la actividad nuclear sancionada por el menemismo en el año 1994 al asignarle, por intermedio de la Secretaría de Energía, la iniciativa a la operadora NA-SA para la compra llave en mano de una cuarta central, que involucra el cambio de tipo de ciclo combustible, según las necesidades de los vendedores internacionales. Al igual que con la operadora japonesa Tepco, el objetivo del gobierno y sus socios en NA-SA no está en satisfacer necesidades energéticas sino en el negocio asociado con la mercancía nucleoeléctrica, con el potencial riesgo por negligencia que cometió la operadora Tepco.
¿Que pasó en Fukushima?
La magnitud del tsunami que azotó a Japón estaba por encima de los valores de diseño a los cuales los reactores supuestamente deberían soportar. La probabilidad de ocurrencia de semejantes eventos extremos fue realmente subestimada. Durante el terremoto de 9.O Richter, las barras de seguridad fueron automáticamente insertadas en los tres reactores que estaban funcionando, parando la reacción en cadena. Pero las olas de 10 metros del tsunami inundaron los motores diesel encargados de extraer el calor necesario para enfriar definitivamente los reactores. ¡En el país donde se inventó la palabra “tsunami” los motores diesel imprescindibles para el enfriamiento estaban a la altura del mar!
No son iguales las tecnologías en Japón y Argentina. Las centrales argentinas son de uranio natural y agua pesada, mientras que las japonesas son de uranio enriquecido y agua liviana. Cada planta argentina tiene un solo reactor mientras en Japón hay más de un reactor en cada planta.
De todas maneras, una primera conclusión para los trabajadores y el pueblo argentino del incidente japonés, es que resulta imprescindible que se deroguen los artículos 34, 35 y 36 de la ley nuclear 24.804, que mantienen sujeta a privatización a las empresas del ciclo combustible y de operación de centrales nucleares. Porque si bien nuestros reactores nucleares tienen un edificio de contención además de la envoltura de presión, dos sistemas independientes de parada y tres formas independientes de alimentación eléctrica para proveer energía a las bombas de refrigeración del reactor en parada, si la lógica que domina la tecnología nuclear (como cualquier otra tecnología) tiene como fuerza motriz la avidez de ganancias y no la resolución de necesidades básicas para los pueblos, se camina en el filo del precipicio.
La disputa bíblica
Las energías se pueden clasificar según varios criterios. Basadas en su grado de disponibilidad, se las clasifica en energías convencionales y energías en desarrollo. Las convencionales son aquellas que tienen una participación importante en la generación eléctrica, tal es el caso de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), la energía hidráulica y la energía nuclear. Un kilogramo de uranio equivale a 100 barriles de petróleo, 20 mil metros cúbicos de gas o 35 toneladas de carbón. Las energías que están en la etapa de desarrollo tecnológico para su utilización en la generación y aun no cuentan con una participación apreciable en la cobertura de la demanda energética son la energía solar, la eólica, la mareomotriz y la biomasa.
Este es el tercer incidente serio de la industria nuclear comercial. Los antecedentes: el reactor Three Mile island en Pensylvania en marzo del ‘79, y la central Chernobyl en en abril de 1986. En otra lista debemos poner las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki lanzadas por Estados Unidos y la decena de ensayos de armas nucleares llevados adelante por la ex URSS, EEUU, Reino Unido, China y Francia, que en muchos de los casos superaron niveles de radiación en 20 veces sobre lo detectado hasta el momento en Japón.
La comparación de los incidentes nucleares en Chernobyl con los de Japón tiene aspectos técnicos muy diferentes pero un aspecto común; la barbarie imperialista y su tecnología del lucro y la opresión.
Queda claro que la energía es demasiado importante para que se la abandone a “las fuerzas del mercado”. Con el objetivo de maximizar la tasa de ganancia y la reproducción del capital el capitalismo en su fase imperialista se impuso un modelo de desarrollo en el cual Japón, tercera economía del mundo, está montada sobre una falla tectónica con 54 centrales nucleares en sus costas subestimando la combinación posible del mayor terremoto en los últimos 150 años con un tsunami.
La sentencia bíblica de “apocalipsis nuclear” usada por las potencias tiene más que ver con la disputa interimperialista que con la amenaza del “fin del mundo”. En primer lugar podemos mencionar a las especulaciones de monopolios europeos por mercados mundiales multimillonarios en provisión de medicina nuclear y otros rubros relacionados, que se beneficiarán del desprestigio y la desconfianza hacia sus colegas niponas. Al mismo tiempo se lanzó una disputa por la matriz energética de base para el auge de la exponencial demanda energética mundial.
Cepo tecnológico para los países dependientes
En los países dependientes las reglas de juego del sistema imponen el principal factor limitante para el desarrollo de la ciencia y tecnología; toda tecnología de punta está vinculada a cuestiones de seguridad: la química produce armas químicas, la biología armas bacteriológicas y la física armas nucleares. En definitiva entre las restricciones que plantea el mercado de patentes en manos de corporaciones monopólicas y las restricciones imperialistas en cuestiones de defensa, se cubre el espectro casi completo de la ciencia y la tecnología relevantes para el desarrollo nacional. El empleo imperialista de las nuevas tecnologías polariza aun más la sociedad entre un puñado de poderoso magnates monopolistas y la gran masa del pueblo, profundiza la oposición entre el trabajo manual e intelectual y ensancha aun más la brecha entre las potencias opresoras y los países oprimidos arrojados a la pobreza y al atraso. Para un país dependiente como Argentina la tecnología nuclear es mucho más que una forma de provisión de energía, es un instrumento para la industrialización argentina que permita alcanzar la soberanía energética y autonomía tecnológica nacional.
Al mismo tiempo destacamos que existe una grave contradicción entre la lógica del capitalismo, de crecimiento interrumpido con la explotación y el saqueo de recursos naturales para satisfacer la avidez de ganancias y las necesidades insatisfechas del conjunto de los pueblos para satisfacer sus necesidades de vivienda, alimentación, salud, etc. con la austeridad indispensable para el uso racional de la energía y los recursos naturales. Se impone, por lo tanto, una reflexión sobre el modelo de desarrollo a seguir por Argentina y el mundo.
Lo que se demuestra como agotado es el capitalismo. Este “modelo” de producción y consumo basado en la depredación del ambiente y la superexplotación de los seres humanos y recursos naturales no es sustentable y pone en peligro la vida en el planeta. Por eso es imprescindible una revolución que abra camino a un desarrollo tecnológico ligado estrechamente al desarrollo social.
Los trabajadores científicos y tecnológicos adoptamos este enfoque buscando poner nuestra actividad y sus resultados al servicio de la lucha de nuestro pueblo, germen de la alianza social capaz de imponer un desarrollo independiente, autosostenido e integral del país en beneficio de las grandes mayorías.