Hay más de 14 millones de pobres en esta potencia imperialista y colonialista, la quinta economía mundial, y de ellos un millón y medio que vive en pobreza extrema. Los sindicatos están en lucha a pesar de las restricciones para ejercer el derecho de huelga.
Ya en febrero, a metros de la residencia oficial del primer ministro de la potencia colonialista, Rishi Sunak, hubo una multitud, y cientos de miles marcharon en las principales ciudades del Reino Unido como parte de medidas de fuerza que, de conjunto, involucraron a medio millón de trabajadores y trabajadoras. Las escuelas, las oficinas públicas y las universidades se cerraron masivamente. No se trabajó en el correo, los trenes, la guardia costera, los controles migratorios, las oficinas de turismo. Pocos días antes los hospitales y centros de atención médica habían sido testigos de la primera huelga de enfermeras y enfermeros en los 106 años de historia de su sindicato, el Royal College of Nursing
Las empresas privatizadas de servicios y el sector público son el epicentro del descontento, pero la agitación sindical se expande más allá. Para nosotros puede ser sorprendente, pero las restricciones que enfrentan los sindicatos británicos para actuar y sobre todo, para actuar de conjunto, son inusitadas. Como parte del legado de Thatcher, es necesario obtener el consentimiento de más de la mitad de las y los afiliados por correo postal, para poder tomar medidas como el trabajo a reglamento o la huelga en un sindicato. Además, las huelgas son legales sólo cuando las origina una disputa “legitima” entre empleadores y trabajadores, lo que quiere decir que las huelgas generales o políticas son ilegales.
Los dirigentes más importantes provienen de sindicatos tradicionales, como correos o trenes. Entre ellos emergieron campañas como Enoughis Enough (Basta es Basta) y la voluntad de coordinar fechas, solidaridades y el enfrentamiento político con el gobierno. El recorrido de este sindicalismo, que ha tomado distancia con el laborismo ya hace mucho, es también signo de un cambio de época.
Enfermeros, paramédicos, personal de las fuerzas fronterizas, trabajadores de correos, el transporte, la educación y otros sectores se han declarado en huelga, enfurecidos por una inflación que alcanza máximos de 40 años.
Las huelgas han afectado a cientos de miles de trabajadores y han interrumpido repetidamente servicios clave como la sanidad y el transporte ferroviario, concretamente los maquinistas de trenes. Esto afecta los servicios interurbanos, así como algunos servicios transfronterizos a ciudades y pueblos de Escocia y Gales.
El obstáculo más importante, sin duda, es la determinación del gobierno de sentar un ejemplo y abrir un nuevo ciclo de ofensiva y saqueo. Como hiciera Thatcher contra los mineros en 1984, Sunak está decidido a no dar concesiones y a impedir acuerdos que puedan ser vistos como victorias obreras.
Escribe A. S.
Hoy N° 1983 18/10/2023