Me toca a mí despedir al Vasco en nombre de todos los camaradas, compañeros y amigos de la provincia de Santa Fe. Muchos de los que están aquí presentes nos conocimos con el Vasco hace más de 40 años. Creíamos que dirigíamos el movimiento estudiantil, y en realidad éramos una pequeña parte de una inmensa oleada que se desató en la Argentina, que pasó por el Correntinazo, el Rosariazo, el Cordobazo y terminó con la dictadura de Onganía y de Lanusse.
Todos peleamos, pero a diferencia de muchos, el Vasco no paró. Y a partir de ese momento no hubo nada que no se animara a hacer. ¿Qué puedo decir yo del Vasco? Tuvo que construir el Partido Comunista Revolucionario de la provincia de Santa Fe, y se puso a construirlo. Lo construimos juntos. No sabíamos nada. Pero el Vasco tenía una convicción de que era necesario y lo hacía. Cuando eso estuvo relativamente estable él dijo “vamos al campo”, y él se dedicó al campo. Siempre luchó: con auge, con retroceso, con dictadura, con democracia. ¿Qué puedo yo decir del Vasco que todos ustedes no conozcan? Todos los que están acá lo conocen, desde ya la familia, las Mujeres en Lucha, los compañeros de la Federación Agraria, los camaradas del Partido de todos los regionales que hemos venido a rendirle este homenaje.
Yo simplemente quiero destacar dos o tres cosas. Primero quiero decir que el Vasco impresionaba por su valentía y por su coraje. Como diría el Che en una carta a la familia, aventureros son muchos, pero valen los aventureros que ponen el pellejo al aplicar lo que dicen. Y él lo cumplió. En medio de la dictadura abrió una trinchera y la mantuvo abierta en medio de los secuestros, de los asesinatos, de las torturas, de los presos. El abrió esa trinchera en su pueblo y la mantuvo abierta. Y no era un problema de un día o dos. Era un día, una semana… y apenas él logró una brecha se dedicó a armar una fuerza agraria que confluyera con el movimiento popular. Los 127 días de piquete… todos ustedes conocen más anécdotas de las que puedo conocer yo. La segunda cualidad del Vasco era la franqueza. Todos los que tuvieron el orgullo y el placer de conocerlo personalmente, difícilmente no hayan discutido con él. Era frontal, vehemente. Ahora, uno discutía con él y tenía la íntima convicción de que atrás no había ninguna mezquindad, ni la búsqueda de un balance, ni la interna, ni los beneficios materiales. Uno podía discutir con él y después podía darse vuelta porque tenía la espalda cubierta. No tenía de qué preocuparse. Esa cualidad que no abunda, es lo que me parece que es una de las cosas principales que hacen que no hay nadie que no haya pasado cerca de él que no lo quiera, no lo admire y no lo respete.
La tercera cosa que nos enseñó fue mirar al campo. Tengan en cuenta que nosotros éramos un grupito de estudiantes, algunos obreros, que sabíamos muy poco del campo, aunque algunos venían del campo. Y él cuando se metió, con esa pasión, como diría Roberto Arlt, con esa prepotencia de trabajo, nos metió en el campo, y nos metió en el campo, y nos metió en el campo. Imagínense que nos vino a hablar en plena dictadura de la lucha por el acopladito. Nosotros no teníamos idea de lo que era el acopladito. Creíamos que el acopladito era lo que se pone atrás del auto cuando uno se va de picnic. Y él se metió, se metió, se metió, y en plena dictadura arrancó la lucha por el acopladito.
Yo creo que esos son tres rasgos muy importantes del Vasco, ustedes conocerán más. El Vasco se va cuando más lo necesitamos. Se va en el momento de la plenitud de sus pasiones. El día del Monumento, el día de la 125. Yo lo acompañé a la fundación de la Federación Nacional Campesina. Era un chico con juguete nuevo, y ya no tenía pulmones. Y no paraba de contar que había podido ver el sueño de él, unir a lo más pobre del campo con su queridísima Federación Agraria. Era trágico porque eso lo hacía en medio que te decía no doy más. Y sin embargo se fue sólo en ómnibus al Chaco, y sale esa foto que será histórica, de Juan Carlos, de Mártires, de Eduardo, y del Vasco.
Lo vamos a necesitar más que nunca, porque es el momento que el pueblo ha decidido salir a pelear y unir sus luchas. Y en eso el Vasco era un artista. Verlo como gozaba cuando podía empalmar con la lucha de Paraná Metal, con la lucha de Mahle, y seguro que me estoy olvidando de muchas, y luego me van a retar… fueron los años más plenos del Vasco, con un tercio de los pulmones.
Es el momento que podemos unir fuerzas muy grandes. Se anuncian acontecimientos muy importantes. El hablaba mucho de la segunda independencia. Una segunda independencia que asegure terminar con los 500 y pico de años de humillación, de imperialismo, de terratenientes, de explotación del hombre por el hombre. Terminar esa tarea inacabada de San Martín, de Moreno, de Güemes, de Juana Azurduy, yo creo que ese era el sueño más íntimo del Vasco. Y creo que es en esa lucha y en esa unidad donde está el lugar del universo donde lo vamos a poder encontrar al Vasco. Muchas gracias.
02 de October de 2010