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23 de August de 2011

Comité Central - 26 de enero de 1974.

Informe sobre la situación política nacional y las tareas del Partido

Documentos del PCR / tomo 3

1. Las Tesis sobre situación política nacional para el III Congreso plantean que:
“La hegemonía de la gran burguesía nacional es precaria, y esa precariedad confiere ­marcada inestabilidad a la situación política argentina, a pesar de que el Teniente General Perón ganó las elecciones con más del 60% de los votos y que tiene el apoyo, a lo esencial de su política, de fuerzas extrapartidarias como la UCR”. (Tesis sobre si­tuación política, pág. 26)

1. Las Tesis sobre situación política nacional para el III Congreso plantean que:
“La hegemonía de la gran burguesía nacional es precaria, y esa precariedad confiere ­marcada inestabilidad a la situación política argentina, a pesar de que el Teniente General Perón ganó las elecciones con más del 60% de los votos y que tiene el apoyo, a lo esencial de su política, de fuerzas extrapartidarias como la UCR”. (Tesis sobre si­tuación política, pág. 26)

En esas mismas tesis se plantean las causas de fondo que generan esa inestabilidad y se subraya que:
“la perspectiva es de una agudización de la lucha de clases y de la lucha interimperialista”. (Ídem, pág. 27).

El intento de copamiento de la guarnición de Azul por un comando del ERP y los hechos posteriores al mismo han vuelto a poner de manifiesto este rasgo esencial de la actual situación política nacional.
La acción del ERP se produjo en momentos en que Perón había fortalecido sus posiciones al defenestrar a Carcagno. La situación política aparentaba una estabilidad favorable al sector de burguesía nacional que lidera Perón.
Pero hechos anteriores al copamiento de Azul, las características de la propia acción, y los sucesos posteriores demostraron que esa estabilidad era relativa. Entre los sucesos posteriores se pueden enumerar el contragolpe de Perón destinado a reducir aún más las posibilidades del sector prosoviético al exigir, inesperadamente, la salida de Bide­gain, en vez de golpear centralmente como se hubiera podido pensar, al sector ligado al ERP, y endureciendo la represión a los sectores revolucionarios del proletariado y del pueblo; apoyo yanqui a esta política a través, fundamentalmente, del sector proyan­qui del peronismo; intentos de resistencia abierta del sector prosoviético, utilizados fi­nalmente para volver a negociar con Perón y replantear la línea: “contra la ultraiz­quierda y la ultraderecha”; utilización de los sectores proyanquis de dentro y fuera del mismo de los sucesos de Azul y de las medidas posteriores de Perón para desatar una amplia ofensiva contra las fuerzas clasistas y revolucionarias en general.
En relación con la inestabilidad política una innumerable lista de luchas proletarias y populares, en todo el país, demuestran que continúa el período de ascenso revo­lucionario de masas, y que estos siguen recorriendo un camino de movilización y orga­nización que le dio tantos éxitos desde 1968 en adelante. La contradicción entre el avan­ce revolucionario de las masas populares y la política reformista de la burguesía es la principal causa de la inestabilidad política actual. Esta política reformista, incapaz de derrotar al imperialismo yanqui y sus asociados nacionales, está permitiendo a estos, duramente golpeados en los últimos años, restallar sus heridas, reagrupar sus fuerzas y preparar minuciosamente su contraataque, lo que es también causa de fondo de la inestabilidad política actual.

2. A partir de los cambios en los altos mandos de la Marina y el Ejército se han fortalecido las posibilidades de Perón en el frente nacionalista burgués actualmente en el gobierno. Este fortalecimiento (como lo demuestran los acontecimientos en torno al intento de copamiento, de la guarnición de Azul) se produce en medio de una lucha per­manente no sólo con el imperialismo yanqui, por un lado, y con los sectores revolucio­narios del pueblo, por otro, sino también con las distintas fracciones burguesas que le disputan la hegemonía en el frente nacionalista burgués, especialmente con el sector de la burguesía prosoviética que perdiendo posiciones desde el desplazamiento de Cám­pora en adelante no ceja en sus proyectos de dirigir el país.
Perón ha ido avanzando en la aplicación de su política que el CC analizó en las Tesis preparatorias para el III Congreso. Así lo demuestra una serie de medidas en apariencia contradictorias pero ubicadas todas en la línea ya señalada de Perón como: la declaración conjunta con Torrijos; el desarrollo de comercio con Cuba, la Republica Popular China, las proyectadas delegaciones a Libia y Europa oriental y las propues­tas de modificaciones de la carta del BID; el mantenimiento de la política del Pacto Social con la congelación de los salarios y la fijación de precios no retributivos para las cosechas de los campesinos pobres y medios (azúcar, vid, tomate, etc.) junto con me­didas de asistencia social como las mejoras a pensionados, mujeres embarazadas, pro­yecto de alimentación a los niños hasta el año de vida, desarrollo del plan de viviendas; constitución de la Corporación de Empresas Estatales; enfrentamiento con los gobier­nos de Córdoba, Buenos Aires y Mendoza, agravado con posterioridad al intento de co­pamiento de la guarnición de Azul; leyes de asociaciones profesionales, reformas al Código Penal y Ley Universitaria; reforzamiento del control sobre la TV y las radios en un plan de control total de los medios de comunicación masiva.
El préstamo del BID al gobierno aparece, en este contexto, como el apoyo de los yanquis al defenestramiento de los sectores militares ligados a su rival soviético. Y las manifestaciones de dureza de sectores prosoviéticos frente a Perón como expresión del intento de estos sectores de mantener una política de ofensiva. Los cambios en la situación internacional luego del último conflicto de Medio Oriente inciden en esta situación nacional al haberse agudizado, en forma notable, la lucha interimperialista entre yanquis y soviéticos, y, en manera especial la lucha de los países del Tercer Mun­do y los países capitalistas de Europa y Japón contra las dos superpotencias.
La burguesía nacional liderada por Perón procura constituir un frente latinoame­ricano con el objetivo de forcejear frente a los yanquis. Pero es incapaz de encabezar una política revolucionaria antiyanqui, por temor a la clase obrera y a las masas populares. Por lo tanto concilia con los yanquis, y más aún con los terratenientes y sólo puede fortalecerse y fortalecer su proyecto superexplotando a la clase obrera y oprimiendo a los campesinos pobres y medios. Esto la obliga a reforzar los torni­quetes represivos, y a atenuar con medidas de asistencia social su política de conge­lamiento salarial y superexplotación. Condición inevitable de esta política es la de apoyarse en los jerarcas sindicales y tratar de impedir y destruir en lo posible el avance del movimiento de recuperación sindical clasista y revolucionario.
La impotencia revolucionaria del sector burgués acaudillado por Perón es común a toda la burguesía nacional. Tampoco son revolucionarios la burguesía prosoviética y los testaferros soviéticos como Gelbard-Bronner que comparten el gobierno con Perón al tiempo que disputan con él la hegemonía, no pueden serlo porque su proyecto, en caso de triunfar, llevaría al país a una nueva dependencia  y no a una verdadera independencia, y por ello deben agitar, conspirar con otros sectores burgueses, movilizar a la masa, en forma controlada, pero no impulsa un auténtico movimiento revolucionario que inevitablemente también escaparía a su control. La alianza con los soviéticos que propone esa capa burguesa y de testaferros soviéticos para luchar contra los yanquis llevaría a nuestros países a la misma dependencia a la que llevó en el pasado, la alianza con Inglaterra contra los españoles o, en el caso cubano, la alianza con los EEUU contra los españoles. Hoy Cuba es el ejemplo de esto.
El partido y el proletariado deben tener siempre en cuenta la doble faz de la burguesía nacional. Cuando forcejea con el imperialismo no olvidar que inevitable­mente conciliará y que en determinadas condiciones puede llegar a entregarse al imperialismo (como clase, independientemente de la actitud de éste o aquel de sus inte­grantes). Y cuando concilia y se entrega, no olvidar sus contradicciones con el im­perialismo. Nuestra línea no es la de “impulsar” a la burguesía para que forcejee con el imperialismo, ilusionando a las masas con capacidades revolucionarias que esa burguesía no tiene. Nuestra línea es la de utilizar los forcejeos de la burguesía, y sus contradicciones con el imperialismo, para que avance el frente único antiyanqui hegemonizado por el proletariado. En este frente. tendrán cabida los sectores democráticos y patrióticos de la burguesía nacional dispuestos a luchar contra el enemigo común.    
Como resultado de la política conciliadora de Perón y también, en cierta medida, de la política conciliadora de la burguesía prosoviética que comparte el gobierno con Perón, la trenza oligárquico-yanqui, duramente golpeada en los últimos años por las luchas populares, reagrupa sus fuerzas y se prepara para contragolpear. Edito­riales del diario La Prensa ya levantan a Chile y Brasil como “ejemplo” de “orden” frente al “desorden” argentino. Hoy utilizan como brigada de choque a los sectores proyanquis del peronismo, y aprovechando la señalada política reformista del gobier­no, se preocupan, por dividir, aislar, y aplastar, a las fuerzas revolucionarias que se han desarrollado desde el Cordobazo en adelante. Principalmente en el proletariado revolucionario. Los yanquis han mejorado sus posiciones en el Cono Sur y también en la Argentina y sería un gravísimo error subestimar su agresividad y peligrosidad. La política divisionista de Perón, enmascarada tras la consigna de “unión nacional” y de “reconstrucción nacional”, que excluye y reprime al proletariado revolucionario, y la política divisionista del PC y la burguesía prosoviética (política divisionista ejempli­ficada por la Coordinadora de Juventudes Políticas) son el resultado inevitable de la idea reformista y del temor de la burguesía a la revolución. Pero su resultado también será, si no es superada, el restablecimiento pleno del dominio yanqui y sus asociados en la Argentina.

3. Perón ha mejorado su posición en las FF.AA al defenestrar al sector más gorila, proyanqui, en la Marina, y al sector aliado al PC y los soviéticos en el Ejército. Sin embargo sólo ha podido ubicar pocos cuadros militares peronistas en mandos claves, debiendo, en general, apoyarse en unos contra otros y acumular fuerza propia en escasa proporción (uno de los militares más conocidos por su apoyo a Perón era el jefe de la guarnición de Azul que murió en el intento de copamiento de la misma).
Por lo tanto su consolidación desde el punto de vista militar es relativa.
Las causas de fondo que generan la actual inestabilidad política, siguen presentes. La lucha interimperialista por el dominio de la Argentina, en las últimas semanas se ha intensificado. En el marco del creciente descontento de sectores radicalizados de la pequeña burguesía, e incluso de algunos sectores del proletariado, y de ese agudiza­miento de la lucha interimperialista, el intento de copamiento de la guarnición de Azul por el ERP no debe ser considerado como un hecho aislado ni desde el punto de vista de las clases nacionales, ni desde el punto de vista de la lucha interimperialista, más aún cuando el mismo, en el caso de haber realizado íntegramente los objetivos publicitados por sus autores, hubiese sido un serio golpe a esa relativa consolidación de Pe­rón en las FF.AA.
Obligatoriamente se debe relacionar el intento de Azul con declaraciones y actitudes de los sectores afines al “camporismo” previos a ese intento, especialmente las de Obregón Cano; con el informe de Firmenich de crítica a Perón con algunas acciones de los Montoneros; con la manifestación independiente de la JP con motivo de la llegada de Torrijos tratando durante la misma, de diferenciarse nítidamente de las posiciones de Perón de ataque a los dos imperialismos; con el endurecimiento de las posicio­nes de PC y de los sectores afines de la APR; con el surgimiento a luz pública de posiciones enmascaradas por muchos años por los testaferros soviéticos, tanto en el movi­miento sindical como en el terreno económico (a través de un “error tipográfico” de La Razón han pasado a ser motivo de comentario público las relaciones de esos testaferros con Bunge y Born); el entrelazamiento, ya sin tapujos, de toda esa fuerza prosoviéticas duramente golpeada por Perón (con la simpatía de los yanquis). Todo ello demuestra que esa burguesía prosoviética, los testaferros de la URSS, ante la táctica de Perón de “desplumar la gallina pluma por pluma sin que cacaree” mantienen una línea de golpe por golpe y de mantenimiento y reforzamiento de sus planes putchistas. El Partido, en su lucha por las reivindicaciones económicas, sociales y políticas de las masas, inmediatas y mediatas, debe tener en cuenta esta coyuntura pugnando para que esa lucha permita aprovechar esas contradicciones interburguesas a favor del proletariado revolucionario y de la lucha antiyanqui y antioligárquica. Ello obliga al Par­tido a estar a la cabeza del combate antiimperialista y democrático, cuidando la puntería de sus golpes para que ellos no sean utilizados por una u otra fuerza burguesa o interimperialista en pugna.

4. En las masas obreras y populares existe actualmente una situación compleja. El proletariado continúa luchando y transitando el camino de movilización y organiza­ción que recorre desde el Cordobazo en adelante, incluso fábricas y lugares de trabajo en las que no se combatía desde años han protagonizado luchas importantes, en general, triunfantes, en las últimas semanas. Se refuerza el proceso de recuperación sindical y avance de las fuerzas clasistas.
Simultáneamente las masas obreras (comprendiendo que la situación política es complicada y que se mueven fuerzas que no siempre aparecen a luz), no quieren que su lucha sea utilizada contra Perón. Se han desgastado en cierta medida sus ilusiones en que Perón produzca cambios revolucionarios, pero no ven otra perspectiva política mejor, y quieren darle posibilidades a Perón para que gobierne. Es común escuchar, “hay que darle tiempo a Perón…”
Esto acompañado del creciente descontento por la oposición de Perón a que se concedan aumentos de salarios. La enorme mayoría de la clase obrera comprende que, una vez más, mientras las clases explotadoras llenan sus bolsillos, los explotados pagan los platos rotos por esas mismas clases explotadoras. Esto genera un descon­tento generalmente callado que es más agudo en los sectores peor pagados del pro­letariado: carne, textiles, rurales, etc. También la cuota de espera que grandes sec­tores del proletariado otorgan a Perón está acompañada de una desconfianza total en la mayoría de los que rodean a Perón, especialmente hacia los jerarcas sindicales y hacia los jefes del aparato represivo.
En grandes masas pequeñoburguesas, radicalizadas, y en algunos sectores proletarios -particularmente desocupados y sectores juveniles- que constituyeron el nú­cleo principal de la campaña electoral peronista para el 11 de marzo, existe una marcada desilusión con el gobierno. Estas masas fueron inducidas a creer, primero, que Perón era revolucionario, luego, que van a copar el peronismo y hacer ellas la revolución y más tarde, que harían esa revolución apoyando a los militares “perua­nistas” ligados al socialimperialismo soviético. Es importante analizar la situación de estas masas, y tener iniciativas políticas y un trabajo ideológico con ellas desti­nado a que reconozcan que el único caudillo posible para la liberación argentina es el proletariado, y el camino para esa liberación es el Frente Popular de Liberación y la insurrección, dirigidos por el proletariado industrial.
Estas masas de pequeña burguesía radicalizada y sectores desocupados, juveniles, etc., influenciados por organizaciones pequeñoburguesas, van pasando a una posición activa antiperonista, en muchos casos gorila, que ataca a la dirección peronista como “fascista”, y se van separando de las grandes masas obreras que aún esperan medidas positivas del gobierno de Perón. Ese sector de pequeña burguesía busca el combate  pero la oposición generalizada de las masas obreras a la acción de Azul demuestra que  en la medida que equivoque al enemigo principal puede ser aislado de las grandes masas populares, y esto sólo beneficiará al imperialismo yanqui.
También se generaliza el descontento entre sectores del pequeño comercio, el campesinado pobre y medio. Al no atacar Perón a fondo a los monopolios imperialis­tas, principalmente yanquis, ni a los terratenientes y grandes capitalistas asociados a ellos, descarga el peso de su política antinflacionaria, en gran medida, sobre estos sectores que también son afectados por el desabastecimiento que provocan esos te­rratenientes y grandes capitalistas asociados a ellos. Estos sectores se van aislando del proletariado y pasando a la oposición y se va res­quebrajando la unidad, que se forjó en la lucha contra la dictadura, entre diferentes clases y capas populares. También se separan de la pequeña burguesía radicalizada porque mientras ésta empuja el “desorden”, la pequeña burguesía ligada a la producción empuja el “orden”.
La unidad popular debe ser rehecha, a partir de la  línea, la política y la hege­monía del proletariado industrial.
A la política de Perón, y de las organizaciones políticas que representan a esa pequeña burguesía radicalizada, les cabe la mayor responsabilidad por esa división que obstaculiza seriamente la constitución del Frente Unico Antiyanqui. A Perón por su política conciliadora. A las organizaciones pequeñoburguesas (hegemonizadas en su mayoría por fuerzas prosoviéticas y procubanas) por las ilusiones que sembraron en las capacidades revolucionarias de la burguesía nacional, antes y después del 11 de marzo.

5. Por todo ello el Partido debe encabezar la lucha obrera y popular facilitando a las masas la realización de su propia experiencia sobre el camino reformista que le proponen Perón y la burguesía nacional, y el camino revolucionario que le proponen los auténticos comunistas. El arte de nuestra política está, fundamentalmente, en encabezar esta lucha sin herir los sentimientos peronistas de las masas obreras, ayudando, al mismo tiempo, a que se vayan desprendiendo de la tutela política e ideológica del peronismo.

Para esto es preciso que el fuego del combate apunte siempre al enemigo principal: el imperialismo yanqui y los terratenientes y grandes capitalistas asociados que inte­gran la trenza oligárquica que oprimió al país y constituye la principal traba para su liberación y su progreso social y político. Encabezando la lucha contra el enemigo prin­cipal, y a partir de la propia práctica de las masas, debemos demostrar la incapacidad de Perón, el nacionalismo burgués y otros sectores reformistas para impulsar y encabe­zar a fondo esta lucha. Para ello es necesario que tengamos no sólo una línea y una política general justas. Es necesario que tengamos líneas y políticas justas para cada frente y zona de trabajo.

6. En cuanto a los puntos centrales de la lucha a impulsar:
•    Levantamos, en primer lugar, el combate por la expropiación de empresas yanquis y latifundios en manos de la trenza oligárquico-imperialista a la que atacamos centralmente. Desde este punto de vista golpearemos, nacionalmente, en los eslabones débiles: frigoríficos de DELTEC y FASA; Standard Electric; Codex; Standard Oil; ingenios azucareros y latifundios de la oligarquía tradicional norteña; comercialización del algodón por el grupo Bunge y Born; Ducilo; etc. Estos objetivos deben ser fijados regional y localmente. Simultáneamente el Partido debe encabezar la lucha a par­tir de los intereses del proletariado y las masas explotadas de la ciudad y el campo, por los grandes problemas regionales: programa para la indus­tria azucarera, la pesca, la minería, etc.
•    La lucha por la democracia. Como señalaban las Tesis para el III Congreso;  la democracia es el talón de Aquiles de los proyectos burgueses. Por ello es falso enfocar a esta lucha como un combate “antifascista” apli­cando este término, válido pare la dictadura terrorista del gran capital monopolista, a la política de Perón. Perón aplasta la democracia al igual que los gobernantes de Argelia, Egipto, o cualquier otro gobierno de bur­guesía nacional de Asia, África o América latina, porque de no hacerlo el proletariado aprovecharía con seguridad la democracia pare barrer a los jerarcas sindicales y políticos al servicio de esa burguesía, y a los planes reformistas del propio Perón, y acaudillar a las masas populares por el camino de la revolución. Más aún en un país donde el proletariado es la fuerza principal de la revolución, como es Argentina. El combate por la de­mocracia es así parte del combate por el único camino que permitirá triun­far sobre los yanquis: el camino de la revolución hegemonizada por el proletariado.
•    La lucha por aumentos de salarios como ariete principal pare demoler el pacto Social y facilitar la acumulación de fuerzas al proletariado revolu­cionario. Los aumentos de salarios deben salir de las ganancias de los em­presarios, principalmente de los monopolios yanquis y sus socios nacionales, y no deben producir obligatoriamente aumentos de precios. Si los producen es por culpa de la política del gobierno y no de los obreros que soportan hoy salarios de hambre.    
•    La lucha por la tierra, precios compensatorios para campesinos pobres y medios, por mayor presupuesto escolar y universitario, vivienda, y demás reivindicaciones populares. En el próximo periodo adquirirá importancia la lucha en torno a la ley universitaria. Ella nos debe ayudar a que las ma­sas estudiantiles practiquen un camino de lucha en la perspectiva del ca­mino de acumulación de fuerzas revolucionarias que marcamos en nuestras tesis para el III Congreso; y debe facilitarnos un amplísimo debate contra las ilusiones pequeñoburguesas que se edificaron en torno a la teoría de la “isla socialista” que levantó el camporismo prosoviético en la Universidad, luego del 26 de mayo, en torno a su proyecto reformista de tránsito  pacífico a la “patria socialista”. Por ello ese debate debe apuntar tanto a la organización de la Universidad como a los problemas de la composición social de la misma y al contenido de la enseñanza, lo que debe ser motivo de iniciativas políticas de lucha y no sólo cuestión de debate ideológico.
•    La solidaridad con los pueblos latinoamericanos en lucha contra el imperialismo yanqui y los reaccionarios locales, especialmente en Chile, Bolivia, Paraguay, Brasil y Uruguay.
    El Comité Central señala autocríticamente, que es responsable prin­cipal por la pérdida de iniciativa política del Partido frente a la escalada represiva del gobierno de Perón, lo que se manifestó, especialmente, en la falta de iniciativas de lucha contra ese escalada.
    Ahora, enfrentando cada una de esas medidas represivas, antidemocráticas (juicios a militantes obreros y populares por portación de armas; ataque a la libertad de prensa; atentados de organizaciones parapoliciales proyanquis represiva al movimiento obrero, etc.) debemos centrar en la movilización y la lucha por la derogación del estatuto proscriptivo de los partidos políticos que pende como una amenaza permanente sobre las ya retaceadas libertades democráticas. La lucha contra la proyectada ley uni­versitaria y contra las amenazas de intervenciones a gobiernos provinciales que avasallarían el federalismo y la voluntad popular de esas provincias es parte de esta batalla. El movimiento que se está organizando en las villas de emergencia por la eliminación de las trabas que impiden te­ner documentación a los trabajadores extranjeros es un buen ejemplo de la aplicación de nuestra línea.
    El Comité Central señala también, autocríticamente, la falta de creación con suficientes instrumentos tácticos adecuados para impedir el fraude electoral como los de textiles, bancarios, carne de Rosario. Ello facilitó el trabajo de los jerarcas sindicales El ejemplo del gremio de la sanidad muestra la importancia que tiene para una política de acumula­ción de fuerzas para nuestra línea, abordar a tiempo y con políticas ade­cuadas a esos acontecimientos.
•    Todo esto debe empujarse con la tarea fundamental del Partido en es­te momento; la discusión y preparación de su III Congreso.

7. En el terreno de las alianzas políticas debemos mejorar y fortalecer nuestro trabajo común con VC, trabajo que ha dejado un buen saldo para el movimiento revo­lucionario en general y para ambas organizaciones en particular. En cuanto al peronismo existen nacionalmente buenas condiciones para el trabajo con el Peronismo de Base y, en muchos lugares, también con la JP y sus organizaciones afines, En el PC se vive un clima de crisis. Se ha producido allí una gran remoción de cuadros obreros, rurales, ferroviarios y sectores juveniles. El trabajo del MRS de la Sanidad, en el Gran Buenos Aires y el trabajo de los obreros rurales en la Provincia de Buenos Aires, ejem­plifica cómo una línea, correcta, de frente único puede agudizar esas contradicciones en un sentido favorable para la revolución.
Se han radicalizado también las posiciones de sectores importantes del radicalis­mo, y existen posibilidades grandes de trabajo con núcleos de la UCR. También es con­veniente prestar atención al descontento existente en partidos y fuerzas aliadas al PC, descontento que se puso en evidencia en la resistencia de muchas de esas fuerzas a aceptar las posiciones del PC en el Congreso contra la Dependencia. Han mejorado nuestras relaciones con el PSP. Se producen también desblocamientos en los grupos foquistas. El ultimo de importancia se ha producido en el ERP. Poniendo el centro en la unidad de acción revolucionaria debemos atender a esos procesos, fundamentalmente cuando se trate de sectores del movimiento obrero y campesino. Actualmente miles de jóvenes peronistas atraviesan una profunda crisis política. Esta crisis política, puede ser positiva si los comunistas la orientamos hacia posiciones proletarias pero puede ser negativa si no trabajamos con esos sectores.

8. En el movimiento obrero tenemos por delante dos tareas inmediatas de enor­me importancia: las elecciones del SMATA nacional y cordobés y las elecciones en la UOM. Nacionalmente, además, debemos reforzar el trabajo unitario en los obreros rura­les y en los ferroviarios.
Todo el desarrollo actual de la situación política y sindical demuestra la importan­cia gigantesca que tendrán en el desemboque futuro de la situación política, las comisiones internas y cuerpos de delegados de fábrica. Las recientes elecciones en el gremio bancario y el repudio masivo al fraude en las mismas es claro ejemplo de ello.

Por todos lados, en todos los sectores de las masas populares, crecen, y se fortalecen poderosas corrientes revolucionarias. El Partido es pequeño pero puede crecer a saltos si trabaja a favor de esas corrientes revolucionarias y no al margen de las mismas, si es capaz de encabezarlas y no sólo de aplaudirlas como espectador. El trabajo en el SMATA cordobés, en la Sanidad en el Gran Buenos Aires, en Bancarios, entre los obreros rurales en algunas zonas del país, en textiles de Tucumán, en la carne en un importante frigorífico del interior, son buenos ejemplos de ello. Esto implica pensar en las masas y no en las minorías, y tener iniciativas para esas masas. Fundamentalmente es condición para esto el comprender a fondo que el proletariado puede llegar a hegemonizar en un plazo no lejano el movimiento revolucionario. Si el Partido tiene una línea justa en los momentos agudos de lucha de clases que vendrán a más largo o corto plazo en la Argentina centenares de comunistas revolucionarios pueden pasar a dirigir millares y estos ser jefes de millones.
10. Es fundamental que el partido saque el máximo provecho de las posibilidades  del trabajo legal que existen. Ello en un doble sentido, primero, utilizando ampliamente los medios de difusión masiva (lo que obliga a un replanteo de todo el trabajo propagandístico del Partido y de las agrupaciones sindicales y de masas en las que trabajamos) y las  posibilidades de llegar a grandes masas con nuestra línea política; segundo, aprovechar la legalidad para la construcción de la infraestructura y la organiza­ción clandestina, insurreccional, del Partido.