Tras la efímera recuperación del miércoles, las Bolsas del mundo volvieron a desplomarse: 1,6% para el Dow Jones de Wall Street; 5,63% para la Bolsa de Milán; y 2,39% para el FTSE de Londres, que cayó hasta un mínimo que no tocaba desde 2012. La Bolsa de Hong Kong vivía un primer día del año lunar tan malo como el de 1994, mientras las Bolsas del continente de China permanecían cerradas toda la semana.
Tras la efímera recuperación del miércoles, las Bolsas del mundo volvieron a desplomarse: 1,6% para el Dow Jones de Wall Street; 5,63% para la Bolsa de Milán; y 2,39% para el FTSE de Londres, que cayó hasta un mínimo que no tocaba desde 2012. La Bolsa de Hong Kong vivía un primer día del año lunar tan malo como el de 1994, mientras las Bolsas del continente de China permanecían cerradas toda la semana.
En tanto el precio del petróleo caía un 4,5%, cerrando en US$26,21 el barril en la Bolsa Mercantil de Nueva York, su menor nivel desde 2003, y se derrumbaban las acciones de los principales bancos mundiales. Este sector perdió sólo el jueves el 6,3% de su valor bursátil en Europa. En lo que va del año 2016, las pérdidas ya son de 29%.
Si hasta enero las turbulencias financieras eran atribuidas principalmente al débil crecimiento chino y la crisis de las materias primas, ahora “la liebre” saltó por los bancos. Pues el negocio de los bancos con el “dinero fácil” supuestamente para estimular la economía, se ha revertido en varios países al insistir los bancos centrales en esa política monetaria imponiendo lo que se conoce como “intereses negativos”. Así ha comenzado a suceder con la política monetaria de Japón y de países europeos como Dinamarca, Suiza y Suecia, donde ahora tener dinero cuesta dinero. Dicho de otro modo, en vez de remunerar sus depósitos como hasta hace poco, se castiga a la banca privada cobrándoles un interés por el dinero que tengan inmovilizado.
Se dice que si los bancos privados son castigados por sus depósitos, van a preferir poner ese dinero en circulación concediendo más préstamos. De ahí el supuesto estímulo a la economía. El problema es que, con el trasfondo de un declive generalizado de la actividad económica, pocos de los clientes solventes de los bancos quieren tomar prestado, por muy barata que les entreguen la plata. Los clientes de más riesgo sí demandan prestamos, pero el aumento de este tipo de clientes es lo que ha llevado a la actual situación de los bancos. Era sólo una cuestión de tiempo que los inversores se dieran cuenta del mal negocio y bajaran el precio de las acciones bancarias vendiéndolas en tropel.
En cuanto a la caída en el precio del petróleo, cada vez más analistas explican el abaratamiento del crudo por un exceso de oferta (superproducción) y no simplemente por una debilidad en la demanda: la explosión del “fracking” en EE.UU., la puesta en funcionamiento de campos petroleros iraquíes, y el regreso de Irán al mercado del crudo son los factores que explican el mínimo en 13 años al que llegó el jueves pasado. Aunque, por el lado de la demanda, sigue estando presente el peso del segundo mayor consumidor del planeta, China, por lo que la desaceleración en ese país implica que un importante porcentaje de los barriles que se encuentran en el mercado podrían no exportarse y pasar a formar parte de los saturados inventarios. El martes pasado se conoció el dato de transporte ferroviario en China, un indicador de la actividad económica, que cayó un 11,9% en 2015 y volvió a asustar a los inversores que aún se atreven con el oro negro.
Por un lado, o por otro, los mercados están tan alterados que no hay política monetaria que los calme. Precisamente un día antes de la debacle del jueves, la presidenta de la Reserva Federal (FED) había tratado de insuflar optimismo. En su intervención frente al Congreso de Estados Unidos, Janet Yellen dio a entender que no subir las tasas de la FED en marzo era una opción cada vez más posible, debido a la debilidad de China y a la de los países exportadores de commodities. En otro momento, las palabras de Yellen habrían desatado una euforia de compras. El jueves ocurrió todo lo contrario. Nadie se atreve a pronosticar sobre si estamos ante el inicio de otra crisis mundial, pero lo que es seguro es que los tiempos han cambiado.
En Estados Unidos, el sector manufacturero se contrajo en enero por cuarto mes consecutivo. El crecimiento del empleo, durante mucho tiempo el aspecto más positivo de la expansión económica, se desaceleró el mes pasado. La Reserva Federal no ha escondido su preocupación. Las proyecciones de la Fed de una expansión, incluso moderada, han resultado ser demasiado optimistas. Si bien la tasa de desempleo ha bajado a 4,9%, Yellen reconoció en su intervención que aún hay muchos trabajadores de tiempo parcial que desean empleos de tiempo completo y personas “desanimadas” que quieren trabajar, pero no están buscando empleo en el momento de la encuesta (por lo que no figuran como desempleados).