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16 de July de 2014

Una consecuencia del latifundio y la dependencia que ha agravado la política kirchnerista

La cadena de la deuda eterna

El gobierno resigna la soberanía nacional a merced de los imperialismos

En su afán de hacer pasar como “una epopeya nacional y popular” su negociación con los fondos buitre en Nueva York, el gobierno de Cristina Fernández recurre a todos los medios publicitarios. Así la semana que pasó, trató de utilizar a su favor el fervor futbolístico lanzando un spot con artistas, músicos, juristas y dirigentes de organismos de derechos humanos con el lema “yo elijo Argentina”, señalando que la “educación, la cultura, el trabajo” de nuestro país “están amenazados” por los fondos buitre.
Más allá de la sinceridad o no de esas personas, lo cierto es que “olvidan” ciertas cosas. Como que este gobierno reivindica haber pagado ya más de 190.000 millones de dólares en estos años, con todo lo que se hubiera podido hacer con esa plata. Y que pese a ello, o en parte por ello mismo y por la política del gobierno, seguimos atados a la cadena del endeudamiento. El gobierno acaba de reforzar esta cadena con nuevos “acuerdos” ilegítimos y usurarios, como los realizados en el Ciadi (Banco Mundial) o con Repsol, incluso algunos son secretos, como el realizado con los países del Club de París o con Chevron.
El accionar de los fondos buitres no es un simple trozo de hielo que se interpone en el “rumbo liberador” que lideraría el kirchnerismo. Es la punta de un iceberg que aparece hoy descarnada; es una pequeña parte del sistema capitalista imperialista en cuya cadena de la deuda el gobierno kirchnerista nos volvió a “reenganchar” (después del default de 2002 a 2005) con su reconocimiento y pago de deudas ilegítimas y usurarias, a costa de la inflación, el hambre, la entrega y la represión a quienes se oponen a su política.
El kirchnerismo ha pretendido hacernos creer que nos liberaba de la cadena de la deuda externa pagando, pagando y pagando… Pero, a la vuelta de “la década ganada”, el país se encuentra nuevamente con el llamado “estrangulamiento externo” (como si viniera sólo de afuera). Es que la deuda externa, (como todos los déficits que padecemos internos y externos) es una consecuencia del latifundismo y la dependencia, que el gobierno kirchnerista ha profundizado, favoreciendo con su política a los grandes terratenientes, pooles, monopolios imperialistas y, a su amparo, a su propio grupo de “capitalistas amigos”, intermediarios de “viejos” intereses imperialistas, y de los nuevos imperialistas de China.
 
Esta política favorece a los buitres
Hubo “reactivación” de la economía, es cierto. Pero, con esta política, ha avanzado la sojización en el campo, superexplotando los obreros rurales y arrinconando o expulsando a los pequeños y medianos productores. No se reconstruyeron los ferrocarriles ni construyeron nuevas autopistas, con lo que se acrecentó enormemente el costo de los fletes internos. No se desarrolló la flota mercante (marítima y fluvial), con lo que creció el déficit en servicios de la cuenta corriente del balance de pagos (más de 5.000 millones de dólares anuales). Se liquidaron las reservas de petróleo y de gas, con el consiguiente déficit de energía, que ya se lleva más de 10.000 millones de dólares anuales.
Priorizando el pago de los intereses sobre intereses de una deuda ilegítima y usuraria, no se utilizaron esos fondos para un verdadero desarrollo de la industria nacional, con lo que junto al crecimiento del latifundismo y la sojización creció la primarización del comercio exterior. Los monopolios imperialistas del automotor, “la niñas del modelo”, crecieron haciendo al país cada vez más dependiente de sus importaciones con un déficit anual de más de 10.000 millones de dólares. Lo mismo sucede en la industria electrónica (incluso en electrodomésticos y motocicletas), amarrándonos en este caso a un déficit con China que ya supera los 5.000 millones de dólares anuales.
De estos trazos gruesos sobre los resultados de una década de política kirchnerista (“por sus frutos los conoceréis”, dice la Biblia), surge que la vuelta al tema de la deuda externa, y de los buitres de afuera y de adentro que especulan con ella, como todos los déficits que nos llevan a ella, no son sino la consecuencia de una política de burguesía intermediaria que pretende “desarrollarnos” (o mejor dicho desarrollarse) acrecentando el poder del latifundio y los monopolios imperialistas. 
 
No pagar deudas ilegítimas
La causa de que se repita la noria de la deuda, a pesar de todo lo que ha pagado el kirchnerismo, no sólo debemos buscarla afuera (sino en esa política de priorizar el pago de la deuda ilegítima y usuraria, en vez de un verdadero desarrollo nacional) que hace que la economía argentina no pueda funcionar sin endeudarse, con lo que tienen el plato servido los buitres de afuera y de adentro. 
Ante el chantaje del default de los imperialistas y sus alcahuetes de adentro, la clase obrera y el pueblo, y todos los verdaderos patriotas y demócratas, debemos plantarnos con la consigna de no pagar deudas ilegítimas; las de antes y las nuevas del gobierno kirchnerista.
Debemos unir nuestras fuerzas y luchar para no quedar presos en la encerrona a que nos llevan los imperialistas y el gobierno kirchnerista, pidiendo que “nos dejen pagar”; denunciar los negociados que se hacen con eso, y exigiendo suspender los pagos, investigar y pagar sólo lo legítimo. 
Pagar en las actuales condiciones es seguir privilegiando a los sectores dominantes, de aquí y de afuera, y seguir resignando la soberanía nacional. Por eso la verdadera disyuntiva es “Patria o pagar”, luchando por recuperar la soberanía nacional y la soberanía del pueblo, peleando porque se utilicen esos fondos para crear nuevos y mejores trabajos con salarios dignos, cumplir con nuestros jubilados y nuestros chicos, entregar tierra a todos los que deseen trabajarla, y dar un verdadero apoyo a la pequeña y mediana industria y comercio nacionales, recuperando la soberanía nacional sobre todos los recursos nacionales, el crédito, la moneda y las empresas claves para el desarrollo nacional.
En este camino se impone el paro nacional multisectorial de 36 horas para torcerle el brazo a esta política kirchnerista de seguir pagando con la inflación, el hambre del pueblo y la entrega del país.