En la carrera por conseguir una vacuna para el Covid-19, la semana pasada tuvimos el resonante anuncio del gobierno ruso, de que ya había registrado una, a la que nombró, no casualmente, Sputnik, en referencia al satélite soviético lanzado en 1957, el primero del mundo.
También en estos días el gobierno nacional informó que Argentina hará la vacuna desarrollada en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Alberto Fernández dijo que en nuestro país esta vacuna, producida por el Laboratorio AstraZeneca, se fabricará con la empresa mAbxience, parte del grupo Insud del empresario Hugo Sigman.
Sigman, caracterizado por algunos medios como el “CEO progre”, es la cabeza de un gran grupo intermediario de la industria farmacéutica con ramificaciones en Europa, Rusia y China, originado en lo que nuestro Partido llamó la “multinacional rusa” en la década de 1970.
Detrás de estos anuncios, hay toda una trama que involucra desarrollos científicos y disputas de poder entre las grandes potencias y los principales monopolios farmacéuticos. También queda expuesta la realidad de un mundo en el que reina el sistema imperialista, en el cual nuestra Argentina forma parte de los países dependientes.
Más de cien vacunas contra el Covid-19 se están desarrollando en todo el mundo, en distintas fases. Incluso en nuestro país hay un equipo en la Universidad de San Martín trabajando con este objetivo. Los desarrollos más adelantados no por casualidad los tienen las potencias imperialistas.
Por un lado, como nos decía el compañero Horacio Micucci (bioquímico, farmacéutico y experto en bioseguridad), esto tiene que ver con que ninguna de las grandes potencias quiere depender de la otra, y forma parte de la disputa interimperialista.
En esta carrera, coinciden varias compañeras y compañeros trabajadores de la salud, la ciencia y la tecnología, no se conoce con exactitud el real efecto que tendrán las vacunas en desarrollo. Es la primera vez en la historia que hay tantas vacunas para una sola enfermedad, y producidas a una velocidad jamás vista.
No se conoce a ciencia cierta cuál será la inmunidad otorgada por las distintas vacunas, cinco de las cuales se encuentran en la última fase de prueba, ni cómo atravesaron esas fases, más allá de las publicaciones en las revistas y organismos internacionales. Varios científicos, entre ellos los integrantes de Ciencia Nuestra, han recordado la historia negra de cómo se probaron vacunas en poblaciones vulnerables en otros momentos, como fue con la antivariólica en África.
Habrá que esperar a la vacunación masiva para conocer, en el tiempo, si hay efectos adversos o el tiempo de inmunidad, que en todo caso se podrán superar con nuevas vacunas. Esa ha sido la experiencia en otras enfermedades, como la poliomielitis.
Es una buena noticia que la Argentina produzca la vacuna, y muestra que pese a todos los embates antiindustrialistas, nuestro país tiene reservas de un aparato productivo así como trabajadoras y trabajadores con alta capacitación, producto del desarrollo de la educación pública.
Igualmente es válido preguntarse ¿qué pedirán a cambio los ingleses por permitir que la vacuna contra el coronavirus se produzca en Argentina? A nadie le cabe la ingenuidad de creer que Gran Bretaña, que mantiene ocupadas militarmente nuestras Malvinas e islas del Atlántico Sur, además de múltiples intereses empresarios y comerciales, lo hace por solidaridad humanitaria. Lo mismo podríamos decir en el caso que Rusia nos provea de dosis de su vacuna (posibilidad abierta por el propio Alberto Fernández en la carta de felicitación que le mandó al mandamás ruso Putin). Esto vale también para cualquier otra potencia imperialista que pudiera proveernos de vacunas, ya que ponen sus intereses económicos y de dominación por sobre cualquier otra cosa.
Porque al igual que en otros ámbitos, nosotros peleamos por avanzar en nuestra soberanía. En este terreno específico pasa por tener todos los elementos para producir íntegramente una vacuna en nuestro país, sin tener que depender de la tecnología o ciertos componentes proveídos por las grandes potencias. Y en apoyarse en las instituciones estatales, para que la producción de la vacuna no sea también un negocio para determinados sectores monopólicos.
Tanto en el tema de las vacunas, como en los medicamentos para el coronavirus, o la aparatología para la atención de pacientes, fueron importantes las medidas preventivas del gobierno para ganar tiempo. En estos meses hubo importantes avances para reducir la mortandad de esta pandemia. Por eso es importante seguir, como observa Micucci, el tratamiento de pacientes con suero equino, pues si se demuestra su efectividad, hay grandes posibilidades de producción nacional y estatal.
Frente a la pandemia de coronavirus, el centro sigue siendo el protagonismo popular para enfrentar esta emergencia que es sanitaria, económica y social, como parte de la batalla por conquistar mejores condiciones de vida para la mayoría del pueblo.
En esto es fundamental mantener las normas de prevención para nuestras compañeras y compañeros que están en la primera línea de esta batalla y para todos los trabajadores y el pueblo, y así seguir la pelea para que la plata para la emergencia salga de los que se la llevaron en pala.
Escribe Germán Vidal
Hoy N° 1828 19/08/2020