Es una crisis cíclica de sobreproducción relativa de bienes que viene conmoviendo la economía de los monopolios y los países imperialistas, aunque en forma desigual, como lo muestra el desplazamiento de la producción de Oeste a Este y el ascenso de China a segunda economía mundial. También afecta a los países dependientes y a los trabajadores en todo el mundo. El centro de la crisis se ha desplazado de EEUU a Europa.
Es una crisis cíclica de sobreproducción relativa de bienes que viene conmoviendo la economía de los monopolios y los países imperialistas, aunque en forma desigual, como lo muestra el desplazamiento de la producción de Oeste a Este y el ascenso de China a segunda economía mundial. También afecta a los países dependientes y a los trabajadores en todo el mundo. El centro de la crisis se ha desplazado de EEUU a Europa.
Las raíces de esta crisis
Las raíces de la crisis están vinculadas al período que siguió a la derrota sufrida por el proletariado con la restauración capitalista en la URSS en 1957 y posteriormente en China, que implicó la desaparición del mercado socialista.
El colapso de la URSS fue una crisis del capitalismo, aunque se lo quiso presentar como un colapso del socialismo. En la URSS y los llamados “países del socialismo real” de Europa Oriental existía otra forma de capitalismo -un nuevo tipo de capitalismo monopolista de estado- con su mercado propio, el Comecon.
Con la derrota del socialismo y la posterior caída del Comecon se formó un mercado capitalista único. Así, el capitalismo dispuso de una gigantesca “carpa de oxígeno”, con una mano de obra inmensa con salarios muy bajos, aumento de las horas y la intensidad del trabajo. Esto permitió incrementar ex- traordinariamente la plusvalía de los monopolios imperialistas.
No fueron sólo los monopolios occidentales los que acumularon esta masa de plusvalía con la explotación de la clase obrera de los países donde se restauró el capitalismo. La que más acumuló fue la burguesía china, como lo había sido anteriormente en Rusia. Realizó negocios con tierras, desplazando a los campesinos, pagó salarios de hambre, etc.
Cuando en la crisis de 1997 el capital financiero yanqui y europeo impuso a los llamados tigres asiáticos la revaluación de sus monedas, China resistió la presión, imponiendo el hecho de que la moneda china quedara atada al valor del dólar como hasta ahora. De esta manera mantuvo su ventaja en la exportación de su producción industrial a EEUU y Europa; y desde allí dio el salto posterior desde el 2000 en la exportación de capitales, que se incrementó a partir del 2007.
La crisis actual
La crisis iniciada en el año 2007 tuvo primero su epicentro en EEUU. Gran parte de la extraordinaria plusvalía y las ganancias obtenidas en Asia, principalmente a partir de la restauración capitalista en China, fueron a parar al mercado financiero norteamericano. El auge del consumo y las inversiones en viviendas se hicieron con la expansión desorbitada del crédito hipotecario del sistema bancario. La crisis de superproducción relativa de viviendas se hizo patente, y los fondos de inversión que canalizaron las ganancias de los monopolios entraron en pánico.
La caída de Lehman Brothers en setiembre de 2008 fue la manifestación del derrumbe del mercado inmobiliario de EEUU, y obligó al gobierno de Bush a apelar a los dineros públicos, a un mayor endeudamiento del Estado para evitar la quiebra de los grandes bancos y monopolios que había ocurrido en 1930, incrementando en grandes magnitudes el déficit fiscal.
Esto se continuó por el gobierno de Obama y produjo una fenomenal emisión de títulos del Tesoro (y en consecuencia de dólares). También obligó a todos los países imperialistas, en acuerdo del G-8, a tomar medidas semejantes: millones de millones de dólares fueron volcados a la banca privada y los monopolios para frenar su caída, a costa de un aumento fenomenal del déficit y del endeudamiento de los estados y sus bancos centrales. También China tomó medidas semejantes en grandes dimensiones.
De esta forma se socializaron las pérdidas, mientras la burguesía monopolista se quedó con gigantescas ganancias. Se produjeron recuperaciones relativas que dependen de fondos públicos. Pero la magnitud de la crisis ha venido requiriendo extraordinarias inyecciones de dinero por parte de los Estados tratando de sostener a los bancos y entidades financieras. Esto ha significado una expansión tal del crédito público que ha puesto en cuestión la capacidad de mayor endeudamiento de los propios estados de las principales potencias imperialistas, llegando incluso en algunos casos hasta la insolvencia.
Pasaron entonces a ser los estados los que ya no encuentran más crédito para financiarse. Recurren entonces a ajustes que les permitan “cerrar” sus cuentas, reduciendo los gastos sociales y aumentando los impuestos para sostener su endeudamiento.
Así, descargan la crisis sobre el pueblo y ponen en riesgo incluso las más que débiles y temporarias recuperaciones.