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02 de October de 2010

La crisis mundial golpea al pueblo alemán. El gobierno ayuda a los monopolios. PMLA: un programa popular para que los trabajadores no paguen las consecuencias de la crisis.

La crisis en Alemania

Hoy 1252 / Entrevista a Stefan Engel, secretario general del Partido Marxista Leninista de Alemania

Durante su visita a Buenos Aires, Lima, Quito y Caracas, hoy entrevistó a Stefan Engel (versión completa en www.pcr.org.ar).

—¿Cómo se manifiesta la actual crisis mundial en Alemania?
—En el encuentro del G-20 en noviembre pasado  se acordó que cada país debe gastar el 2 por ciento de su PBI en programas anticrisis.
El gobierno federal de Alemania estableció en diciembre un programa de 30.000 millones de euros para renovar escuelas, hospitales, autopistas, etc. Pero a comienzos de enero debieron hacer un nuevo programa, de 50.000 millones de euros. Y otro, de 100.000 millones de euros, para proteger a empresas en peligro de insolvencia.
Estos programas tienen dos aspectos: por un lado son para calmar al pueblo. Durante 15 años recortaron los salarios y bajaron todos los subsidios, y ahora dicen que hay que fortalecer el poder adquisitivo de la gente.
En segundo lugar, en lo fundamental son programas en beneficio de los monopolios, a los que el Estado les da amplias posibilidades de inversión. En octubre  del año pasado se concedieron 500.000 millones de dólares a los bancos. Antes se decía “no hay plata, hay que elevar los impuestos”, etc., ¡y ahora de un día para el otro gastan el doble del presupuesto nacional en un subsidio para los bancos!
La economía alemana es completamente dependiente de la economía mundial. El 48 por ciento de la producción industrial total es para exportación, en particular la de autos y maquinarias. Por eso, cada problema en la economía mundial tiene impacto directo en la economía alemana. ¿De qué pueden servir esos programas en Alemania, donde la crisis no tiene su raíz en el mercado interno sino en la economía mundial? Un “programa de crisis” nacional tiene muy poco efecto.
Las concesiones a las masas tienen que ver con que es un año de elecciones europeas, regionales, municipales, y generales en Alemania en setiembre.
Muchos obreros hacen “trabajo reducido”. Por ejemplo la Opel (General Motors) lo estableció hasta julio de 2010, es decir por 18 meses: los obreros trabajan dos semanas y luego tienen dos semanas que no trabajan, y en éstas el Estado les paga el 60% del salario como seguro de desempleo.
La Opel agrega un 7 u 8% para aumentar un poco el salario. Pero eso significa que los obreros pierden alrededor del 20% de su salario.
Esos obreros ganan entre 1.500 y 2.000 euros, y esa reducción les significa unos 400 euros menos, lo que en Alemania lleva muy cerca de la línea de pobreza, porque ese límite para una familia con dos niños es de 1.300 euros.
En esencia, es una subvención para los monopolios: pueden conservar el núcleo de los obreros, que no “desaparecen” y que en cualquier momento pueden reanudar la producción, mientras el Estado se encarga de los tiempos en que la gente no trabaja.

—¿Se producen luchas espontáneas, hay iniciativas de masas para afrontar los efectos de la crisis?
—En el 2005 el gobierno socialdemócrata de Schröder tuvo que retirarse debido a la profunda crisis política. Luego los conservadores debieron hacer una “gran coalición” con los mismos socialdemócratas, con el objetivo principal de controlar la crisis política. Era un gobierno de emergencia, para frenar los conflictos de clases. La consecuencia es que cedieron las luchas populares, especialmente juveniles, y también las luchas obreras autoorganizadas.
No obstante, en 2007-2008 se ha agudizado nuevamente la crisis política. La socialdemocracia bajó mucho en su apoyo electoral, y tuvo cuatro presidentes en 5 años. Los socialcristianos (CSU) de Bavaria tuvieron tres presidentes en un año. Y Merkel intenta mantener el equilibrio en ese gobierno de emergencia. Ha tenido que cancelar todos los planes que tenía para expoliar aún más a las masas populares.
Tenían la suerte de que en estos años la reanimación económica era bastante fuerte, con un aumento en la producción industrial del 5-6%, inédito desde hace 30 años en Alemania. Pero ahora, con la crisis, estallan todas esas contradicciones latentes. Su intención era, con las elecciones, crear nuevamente una situación estable. Pero, tal como se desarrollan las cosas, los partidos grandes van a perder votos, y lo que más temen es que ganen fuerza los pequeños partidos de izquierda, y entre ellos nuestro MLPD. Para nosotros no se trata tanto de la influencia parlamentaria, sino en las fábricas.
En el sindicato metalúrgico IG Metall, por ejemplo, se cuestionaron las normas de “incompatibilidad” con los marxistas-leninistas (en algunos sindicatos se establece que ser marxista-leninista “es incompatible” con la pertenencia al sindicato). Es un logro importante, ya que esta es una lucha que llevamos desde hace 40 años…
Por primera vez se postuló la reivindicación política del derecho de huelga, que se planteó en el sindicato metalúrgico y también como derecho de huelga general, que en Alemania sigue estando prohibido.

—¿El MLPD propone algún programa de medidas para afrontar la crisis?
—Sí. Los monopolios quieren sobre todo mantener la paz social, y que no se agudicen las luchas de clases. Nosotros queremos aprovechar la crisis para llevar la lucha de clases a nuevos niveles, y transformar la crisis política en una crisis revolucionaria.
En lo táctico, luchamos contra la política de descargar las consecuencias de la crisis sobre las masas. Luchamos por las 30 horas semanales con compensación salarial completa, que debe ser pagada por los monopolios y no por el seguro social (que es sostenido por los mismos obreros). La lucha no debe ser sólo defensiva; debemos desarrollar una ofensiva por las 30 horas.
Nosotros decimos que las masas no deben pagar las consecuencias de la crisis, que no tiene sólo un aspecto económico sino también un aspecto político fundamental. Debe verse el aspecto político de la crisis, y aprovechar la evidencia de las contradicciones de clase que se revelan en la crisis, y la incapacidad de los dominadores para garantizar una vida digna a las masas populares. Aprovechar para incorporar la alternativa socialista entre las masas.
Según nuestra experiencia, las luchas estallan recién después de un cierto tiempo: ese ha sido nuestro caso en las últimas crisis económicas. La huelga de varias semanas por las 35 horas semanales con compensación salarial completa se produjo recién seis semanas después de la primera gran crisis mundial que se extendió entre 1981 y 1983. En la crisis económica mundial de 1991-1993, fue recién en el ’93 que empezaron las luchas masivas. Igual en el 2003. Las masas requerían un tiempo para “digerir” su experiencia, para desilusionarse.
Nosotros llamamos a ese proceso “superación del modo de pensar pequeñoburgués”.

—¿Se siguen realizando las “Marchas de los lunes” de 2004-2005?
—Sí, aún continúan en 120 ciudades. Es el 5º año, aunque en un nivel cuantitativo bajo.
Hay encuentros de los lunes donde se reúne la oposición combativa, a discutir las cuestiones que se plantean en las fábricas, los problemas de los jubilados y de los desocupados. Lo importante es que son discusiones públicas, siempre en el centro de las ciudades, y con mucha gente que pasa, que escucha, se queda un rato, compra algo y vuelve, etc.
No hay ninguna ley desde la posguerra que esté tan desprestigiada como la “Hartz IV”: eso es un resultado de las “marchas de los lunes”.

—¿Ustedes prevén un futuro inmediato  de ascenso de la lucha obrera y social?
—Sí. Se trata de una dimensión de la crisis económica y financiera que no hemos conocido nunca en la historia. Seguramente llevará a una gran desilusión de las masas, fortaleciendo la tendencia hacia la izquierda ya existente entre ellas. Cambiará de modo intensivo el sentir, el pensar y el actuar de las masas, lo que será la base para estallidos de masas, huelgas y manifestaciones masivas.
Y si el modo de pensar pequeñoburgués pierde influencia entre las masas, los dominadores utilizarán más abiertamente la violencia. Hace años ya que están preparando eso. Hay un proceso de fascistización del Estado. Hay un aparato de espionaje muy sofisticado.
Eso indica que tienen mucho miedo de la gente. Pero también exige de los marxistas leninistas intensificar la vigilancia revolucionaria. Somos muy conscientes de eso, aún cuando aprovechemos las posibilidades legales para el trabajo partidario.
Quisiera mencionar un último punto. Como se trata de una crisis económica mundial, de medidas coordinadas por los imperialistas en todo el mundo –ya que pese a su competencia, también tienen algunas cosas en común– nos parece importante en esta época fortalecer la coordinación de la lucha de clases a nivel internacional. Éste es el contenido principal de nuestro viaje por América Latina.
Hoy la consigna de Carlos Marx: “Proletarios de todos los países, uníos”, gana mayor importancia en el marco de una crisis económica mundial como ésta.