Tras la dictdura militar, en1984, José Rodríguez retomó los cargos de secretario general del Smata y presidente de Osmata, su obra social, y se mantiene en ellos hasta el día de hoy. Bueno, eso es conocido. Lo menos conocido es que Rodríguez, con ingresos declarados apenas superiores al salario de la máxima categoría de un trabajador de la industria automotriz, vive en un departamento que cubre todo el piso 12 de un edificio de la Avenida Libertador, frente al hipódromo de Palermo. Ese piso, de propiedad de José Rodríguez, vale más de un millón de dólares.
Pero ese es un “pequeño detalle”. Resulta que también tiene abultadas cuentas en Europa: en el BBVA (Bilbao Vizcaya, español) y en el Deutsche Bank (DB, alemán). Con este último banco se vincula a través del Dr. Carlos Mandry, quien fue embajador de Menem en Alemania y socio fundador del estudio jurídico Mandry Beriso, abogados apoderados del monopolio imperialista alemán Volkswagen (VW). En el DB, la cuenta de Rodríguez a septiembre de 2000 tenía un saldo de 488.662,62 dólares. Después que se supo en Europa de la entrega de Rodríguez de los trabajadores de Mercedes Benz Argentina –de la Interna en la planta de González Catán, provincia de Buenos Aires, detenidos desaparecidos por la dictadura–, la cuenta en el DB cambió a nombre de su esposa Norma Vergano y de sus dos hijas Andrea y Alejandra.
En cuanto a las operaciones de José Rodríguez con el banco Bilbao Vizcaya, las mismas comenzaron a ser realizadas a través de Rafael Benlichón y luego con Juan Carlos Ver Deja, con una sucursal suiza, la BBV Privanza Switzerland, donde dispone de 1.895.940,95 dólares. También se registran aquí en la Argentina, en cajas de seguridad a nombre de su esposa e hijas, en los bancos Boston y Galicia (sucursales Palermo y Belgrano), dos millones de dólares.
El robo de la obra social
La formación de esta fortuna por José Rodríguez debe provenir en lo fundamental de “sus servicios” a los monopolios imperialistas del automotor, de lo que se podría tener registro interviniendo los libros de los mismos. Pero hay hechos comprobados en sede judicial sobre su multimillonario desfalco a Osmata, la obra social de los trabajadores, mediante la construcción y posterior administración del sanatorio San Cayetano, que puso a cargo de su hija Andrea, de profesión médica.
Para ello, con su otra hija, Alejandra, de profesión abogada, construyó dos sociedades para abastecer en forma cautiva al sanatorio. La primera denominada Sancayet, para proveer los medicamentos especiales (HIV, oncológicos, hepatitis, etc.) de alta rentabilidad. La otra sociedad llamada Strudel, para proveer los restantes servicios auxiliares al sanatorio, como raciones a internados y personal, servicio de bar y restaurante, etc. Pero no solo esas empresas le vendían a cualquier precio al sanatorio, sino que incluso le hicieron suscribir un contrato a Osmata, por el que ésta les pagaba 600.000 dólares mensuales, con prescindencia de la efectiva provisión de medicamentos. Se conoce que por esta vía José Rodríguez “justificó” 6 millones de dólares de ganancia sobre facturas por 20 millones. En los autos “Gómez Emiliano y otros c/Strudel”, Andrea Rodríguez reconoce al contestar una demanda que ejercía la dirección médica del sanatorio del Osmata.
Hasta aquí el principal “negocio” era el de los medicamentos especiales y la provisión de servicios al hospital San Cayetano. Pero también desarrollaron un servicio de internación domiciliaria llamado Home Life, de propiedad de Andrea, y una consultora denominada Roma Consulting cuya titular era Alejandra, con el objetivo de “justificar” enormes facturaciones. En cuanto a las prestaciones asistenciales de todo el interior, las mismas estaban a manos de Sipas, que hacía el negocio a cambio de “retornos” a los jerarcas, lo que también aumentaba el déficit del gremio y su obra social.
Todo esto llevó al tremendo endeudamiento de Smata-Osmata, por el que sus dirigentes las presentaron en convocatoria de acreedores, declarando un pasivo que rondaba los 100 millones de dólares para ambas instituciones. Se despidieron más de 500 trabajadores –abierta o encubiertamente–, se rescindieron contratos con los prestadores, sin pagar nada a nadie. En el camino quedaron Sancayet y Strudel, dejando todo el personal en la calle, muchos de ellos en negro, y las responsables de estas empresas –las hijas de Rodríguez– no pagaron nada a nadie.
La convocatoria de acreedores se tramitó en el Juzgado Comercial N° 9, secretaría 17, de la ciudad de Buenos Aires. Tras múltiples dilaciones y maniobras, en “arreglos” subrepticios con los “amigos” para lograr la aprobación del acuerdo por mayoría, casi el 50% de los acreedores –se entiende los que no estaban “arreglados”– tuvieron que terminar aceptando cobrar solo un 30% de lo que se les adeudaba sin intereses ni actualizaciones, y en cuotas que van hasta agosto de 2015. Eso sí la hijita Alejandra, en supuesta pelea con su padre José, reclamó y logró que el Smata-Osmata, le abonara a mediados de 2004, 250.000 pesos como desopilante indemnización por su supuesto despido. Todo, por cierto, con dinero de los trabajadores mecánicos. Ese acuerdo obra en el Servicio de Conciliación Laboral Obligatoria del Ministerio de Trabajo de la Nación.
La situación actual
Que la pelea de Alejandra, con su papá y su hermana, fue supuesta, queda claro porque hoy sigue estando en una de las nuevas empresas creadas a los efectos de continuar con el robo al sindicato y su obra social, Conexia, presunta empresa de servicios jurídicos, a través de la cual percibe treinta mil pesos mensuales.
Otra empresa nueva creada, después de “liberarse” de Sipas, la gerenciadora que administraba las prestaciones medicinales de todo el país (a cambio de jugosos “retornos”), es Sipas Nacional, ahora de propiedad del gremio y la obra social pero regenteada por Andrea, cuyo marido –y por tanto yerno de Rodríguez–, Raúl Augusto Franco es el jefe de compras de ambas instituciones Smata y Osmata. El mismo explota los hoteles del sindicato en Mar del Plata y San Luis. También el servicio de Diagnóstico por imágenes y el servicio de mantenimiento del sanatorio San Cayetano, que sigue gobernando su esposa Andrea.
Así, liberados ya de decenas de millones de deudas y de antiguos proveedores y prestadores –a través del concurso de acreedores antes reseñado–, los dirigentes del Smata ya no perciben retornos; ahora reciben utilidades de sus propias empresas: Sipas Nacional, Home Life, Dimsa, Conexia, etc. Al mismo tiempo que dirigen el único cliente cautivo de esas empresas: Smata/Osmata. Ellos proponen los precios y ellos mismos los aceptan. Ellos cobran cuanto quieren, y se pagan cuando quieren. Esta situación, jurídicamente, se llama administración fraudulenta.