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10 de September de 2014

La huelga ferroviaria de 1917 (1)

Crónicas proletarias

 El 24 de septiembre de 1917 comenzaba la primera huelga general ferroviaria que abarcó todo el país. En esos años, la red ferroviaria argentina era de las más grandes del mundo, con cerca de 33 mil kilómetros de vías, una parte minoritaria en manos del Estado y la mayoría en propiedad de empresas extranjeras, centralmente británicas. 

 El 24 de septiembre de 1917 comenzaba la primera huelga general ferroviaria que abarcó todo el país. En esos años, la red ferroviaria argentina era de las más grandes del mundo, con cerca de 33 mil kilómetros de vías, una parte minoritaria en manos del Estado y la mayoría en propiedad de empresas extranjeras, centralmente británicas. 
Por esos años eran miles los trabajadores ferroviarios, en las formaciones y en los talleres. Estaba en curso la primera guerra mundial que había afectado, por un lado las exportaciones, con el consecuente ajuste por parte de las empresas ferroviarias y por el otro,  se había agudizado la división por nacionalidad. Los ferrocarriles británicos llegaron a tildar a los gremios de “pro alemanes”. 
La Fraternidad (representante de los maquinistas y foguistas) contestaba en su periódico en febrero de 1917: “¡Compañeros ferroviarios! Ojo con los apóstoles de la conveniencia. La nacionalidad aquí no tiene que intervenir para nada. Nadie habla de huelga, nadie hace propaganda en tal sentido bajo determinada nacionalidad. Aquí son los hombres de trabajo los que solicitan lo suyo, por las vías legales y si llegara la necesidad del extremo recurso del cruce de brazos serían todos los que lo harían por expreso dictamen de su conciencia y no porque se lo exigiera bajo un pago de oro alemán.”
Había asumido el gobierno de Yrigoyen que, a comienzos de 1917 rechazó un aumento tarifario del 22%. La huelga general estuvo precedida de conflictos parciales en varias líneas, protagonizados por trabajadores de los tres gremios que se unirían en septiembre: La Fraternidad, la Federación Obrera Ferrocarrilera, compuesta por el personal de talleres, tráfico y vía y obras y la Asociación Argentina de Telegrafistas y Empleados Postales. 
El ajuste se expresó en la paralización de obras, la reducción de trabajo en los talleres de Tafí Viejo en Tucumán y el de Pérez en Rosario, y la disminución de los salarios.
Un mes antes de la huelga general, un funcionario del Departamento Nacional de Trabajo constataba que los salarios de los maestros artesanos se habían reducido prácticamente a la mitad, mientras que los aprendices más jóvenes recibían compensaciones insignificantes y por largo tiempo no habían sido promocionados. 
En los pueblos ferroviarios, la crisis llevaba, además, a que las mujeres no encontraran trabajo, por lo que la familia dependía solamente de lo que ganara el varón. Por esto, y por la discriminación por nacionalidad, La Fraternidad demandaba, entre otras cosas, una ley de estabilidad.